XX: CAMBIOS

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Quince días antes.

Naruto observa la espalda ancha de Kiba, en cuestión de segundos el castaño entra a los dormitorios. 

El rubio suelta un suspiro lleno de frustración ya que el bueno para nada de Shikamaru dejó los caballos ahí afuera. No quiere tener reprimendas con alguien de mayor cargo a él así que le dijo a Kiba que se fuera a descansar.

Va hacia los caballos, primero les quita la montura mientras ellos beben agua y comen, los cepilla sin ninguna prisa y al final los deja en su lugar correspondiente para que también ellos puedan descansar.

Empieza a dirigirse hacia las habitaciones, sereno, disfrutando un poco la soledad y el silencio que de vez en cuando es interrumpido por grillos.

—¡Lo voy a matar!

Naruto se detiene al escuchar esa voz de hombre.

Enarca una ceja, ve hacia dónde provino esa voz, en esa parte solo hay árboles inmensos y terrenos repletos de pasto.

No puede ver nada porque está completamente oscuro.

Observa hacia todos lados y no hay nadie a su alrededor. Duda unos momento en si ir o no hacia allí pero la curiosidad al final gana.

Se adentra al lugar, avanza con todos sus sentidos en alerta, en cuestión de minutos puede escuchar maldiciones y canticos desconocidos.

Llega a un punto donde no hay árboles, es como un círculo solo con pasto y un par de flores.

En medio hay un chico sentado, es joven y podría jurar que es de su edad, en su mano derecha trae un copa y se ve totalmente borracho.

Naruto intuye que es alguien con un status bueno porque lleva anillos de plata en su mano izquierda y una bata ridículamente pulcra.

—Señor—susurra Naruto, manteniendo su distancia—. ¿Está bien?

El chico pelinegro repara en su presencia, lo ve de reojo con fastidio y soltando un "hmp".

—No—contestó, sobándose su frente—. Quiero matar a mi Emperador, ¿acaso eso es estar bien?

Yo también, quiso decir el rubio pero solo atinó a sonreír de medio lado y decir:

—Señor, ¿sabe que sus palabras en personas equivocadas le pueden traer graves consecuencias?

El chico asintió y bebió vino de su copa.

—Lo sé—murmuró—, pero también sé que eres una buena persona porque cualquiera que estuviera en tu lugar ya me hubiera encarcelado o asesinado.

El rubio sonrió de medio lado, mirándolo de pies a cabeza. Pensaba que los de status altos eran unos tontos, pero ve que no es así.

—Está borracho—dice sin más Naruto, encogiéndose de hombros—. Todo el mundo hace y dice cosas incoherentes en ese estado.

Un sentimiento de amargura lo envuelve, recordando cómo le falló a su Padre al no cuidar el mirador.

Quita esos pensamientos de su cabeza.

Naruto se acerca al pelinegro, pero este último se aleja.

—No, no—farfulla—, no estoy tan borracho. Lo digo enserio. Quiero asesinarlo con mis propias manos...

—Señor—lo interrumpe el rubio, mirando hacia todos lados con un poco de frustración—, diga esas cosas en un lugar seguro y no en el lugar donde manda la persona que quiere asesinar. Alguien que no sea buena persona lo escuchara y él si lo asesinara.

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