IV: INVITACIÓN

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Hinata

Desde que llegó a su nuevo hogar todo ha transcurrido con calma y paz, exceptuando el día en el que su Madrastra hizo aparición.

Ese día comenzaron todos sus problemas.

—Oh, no, por favor, no es necesario que te levantes—dijo Lilith con su voz irritante cuando observó a su hijastra levantarse de la mesa con el ceño fruncido—. Yo me iré a desayunar a otra parte.

Hiashi observa a su hija con impaciencia para que diga algo y calme la "situación", sin embargo ella se lleva una fruta a su boca para no hablar.

—Por supuesto que no te iras—dictaminó el Emperador, mirando de reojo a su hija—. Comeremos siempre los tres juntos. Nada de réplicas desde ahora e intentos de dejar la mesa antes de acabar. Gracias.

Ambas mujeres vestidas con hermosos vestidos y joyas se sientan ante esas órdenes sin rechistar.

Hinata mira la mesa repleta de frutas y platillos que jamás había probado, hay varios esclavos que traen mas charolas y se llevan otras, mientras que otros cuantos hacen un poco de aire con abanico de plumas para soportar el calor que va llegando a paso apresurado.

Hay un enorme silencio en la mesa, solo se escucha los pasos de todas las personas de su alrededor y unos pasos más rápidos que otros a tal punto de que vienen corriendo.

—Señor, ha llegado una Carta del Señor Cuarto—informa el Esclavo, desdoblando una carta con un sello intacto y continúa:— Mi Querido Emperador, hoy me complace invitarle a mi villa para presentarle a usted exclusivamente los nuevos Gladiadores que se están formando con arduo trabajo, dolor, sangre y lágrimas para los juegos. Lo esperamos con su Familia esta tarde. J.

Hiashi frunce su ceño, lo medita unos segundos y al final murmura:

—No creo poder ir...

—Querido—interrumpió Lilith rápidamente—, ¿acaso Cuarto no era uno de tus mejores amigos? ¡Hace años que no vas a verlo! ¡Tenemos que ir!

Hinata escucha esa charla con poco interés para no llamar la atención, si su Padre la "invita" para que vaya con ellos a esa Ludus está completamente loco; prefiere quedarse ahí sin hacer nada en vez de mirar hombres que se matan unos a los otros.

—Mujer, tú solo quieres ver a tu amiga—el Emperador suelta un suspiro de rendición—. Iremos. Alístense ya que ustedes se tardan una eternidad. Yeuio, alista el carruaje.

El esclavo asiente de inmediato para después marcharse.

—Yo... yo...—la peli azul se levanta de la silla rápidamente cuando su Padre se da la vuelta para hacer quien sabe que—. Yo... tengo... yo...

Hiashi suelta un suspiro, se da la vuelta y espeta:

—Iremos los tres, obedece, hija. 

 

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