X: FINGIR

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Hinata.

«Un grito desgarrador y algo quebrándose la despiertan de golpe.

Acostada, aun, observa hacia su lado izquierdo, no le sorprende en lo absoluto cuando ve a sus mejores amigas dormidas a su lado con tanta inocencia y vanidad. Solo están cubiertas con una sábana blanca que cubre su piel de porcelana, sus pechos suben y bajan en una perfecta sintonía.

Ino y Sakura.

Ambas preciosas e inteligentes y de la misma edad que la de ella.

Las conoció hace 10 años, en una tarde calurosa, cuando a ambas chicas sus propias familias las vendieron por falta de dinero a la tierna edad de 7 años. Desde entonces han estado las tres juntas gracias a su Madre, Hana, que las escogió para su bienestar propio.

Ellas no deberían estar ahí, pero a Hinata se le oprime su corazón por no estar a su lado, además de que le han contado que vivir en el sótano de la villa es insoportable. El lugar es extremadamente pequeño, solo hay sabanas sucias por todos lados como lugares para descansar y hay mucho favoritismo.

Se levanta de su cómodo lecho, cubre con una bata su curvilíneo cuerpo y camina hacia el pasillo para saber de dónde proviene aquel grito que la despertó. Para si misma se dice que tal vez es una esclava que está siendo abusada por un Guardia o por otro esclavo, eso no está permitido en esa casa y debería estarlo en cualquier lugar de Roma o en todo el mundo.

La oscuridad reinaría por completo sino fuera por las velas que tintinean en el pasillo.

De un momento a otro los Guardias están en movimiento y pisadas retumban a cada segundo. Incrédula observa hacia todos lados para localizar a alguien y preguntarle qué está pasando, sin embargo no sabe en qué momento está corriendo por todo su hogar, desesperada y sintiendo un nudo en su garganta.

—¡Intruso!—Informa un Guardia afuera de la villa, desesperado para que lo escuchen—. ¡Intruso! ¡Resguarden a las Dominas! ¡Intruso!

Hinata se detiene de golpe al escuchar ese anuncio, toma su bata entre sus manos y corre a la habitación de su Madre. Va hacia allí primero porque es la que más corre peligro. Sin ella Roma caerá en las manos de su Padre Hiashi, para después, cuando él muera, su medio hermano menor.

Llega a los pasillos entre lazados, sombras hacen aparición jugándole una mala pasada imaginando que el intruso está ahí, cazándola para comérsela viva. Pasa la habitación de su hermana, Hanabi, que está en la oscuridad total y llega al pasillo amplio que tiene una fuente en el medio con varios peces traídos desde lugares alejados.

Cuando está a punto de entrar a la Habitación de su Madre mira algo en el piso, alza una ceja, se coloca en canclillas y se lleva una mano a su boca cuando se da cuenta que son pisadas llenas de sangre que desaparecen al borde de la fuente.

Su mano tiembla cuando recorre una cortina dorada, pasa saliva con dificultad, da un paso hacia adelante y se queda completamente en shock.

Un grito sale de su garganta que se desvanece de poco a poco en todo su hogar, despertando a sus amigas y llamando a los Guardias como una alarma.

Hana, su querida Madre, está en su cama sin vida.

Su largo y perfecto cabello ha sido cortado en varios mechones desiguales, esta semi desnuda dejando ver como la sangre aun brota de su pecho y sus hermosos ojos que siempre brillaban, ahora están apagados, para siempre.

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