XVI| DOMINA

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Naruto. 

Está rodeado por un cuarteto de hombres, tres están acomodados estratégicamente para que no pueda huir y uno más se esconde como si fuese una sombra en los pilares.

Puede escuchar los pequeños pasos de Hinata en el piso de mármol, poco a poco van desapareciendo como también el hombre que estaba en los pilares.

Pasa saliva con dificultad.

Ve a los hombres y sonríe melancólicamente, si fuese otra "situación", por así decirlo, los apoyaría con muchísimo gusto, no obstante sabe lo que quieren hacer y no le agrada mucho lo que intentan.

Son "barbaros", así los llaman los romanos, pero solo son hombres y mujeres que están hartos por ver como Roma derrama sangre a cada lugar que va con sus tropas.

—Los entiendo—susurra Naruto, tomando una posición de ataque—, pero esta vez no estoy de su lado.

Un hombre se abalanza hacia el rubio, este lo esquiva con astucia y lo toma del cuello para estamparlo en el suelo con fuerza. Recibe una patada en las costillas que lo hace doblarse, otro golpe en su rostro logra que vea borroso, sin embargo aun así pelea con todas sus fuerzas, dando puñetazos, patadas y al final logra vencer a esos tres hombres. No los asesinó, solo los dejó inconscientes, total, ya vendrán los romanos a encargarse de ellos.

Con todo el peso de los golpes recibidos aún puede correr por el pasillo, siente una gran desesperación al no escuchar absolutamente nada, eso es algo malo porque no puede localizar a Hinata. Se queda quieto. Cierra sus ojos y toma varias bocanadas de aire, pone todos sus sentidos en alerta y en cuestión de segundos un par de gritos se escuchan a lo lejos.

Abre sus ojos.

Corre hacia la izquierda, gira varias veces y enfrente de unas enormes habitaciones observa una escena desagradable y que le revuelve su estómago. Un bárbaro intenta asesinar a Hinata. Sin dudarlo corre hacia él, lo taclea y ambos caen al suelo. No duda ni un segundo en propinarle unos buenos golpes.

No sabe cómo demonios observó un casco tirado a su lado, pero dio gracias a los dioses y lo tomó, no obstante se le resbala de las manos, está a punto de tomarlo de nuevo pero el bárbaro lo gira y queda arriba del rubio. Forcejean. El bárbaro lo golpea en la cabeza, eso hace que Naruto se pierda un segundo, y ese segundo bastó para que el hombre tomara el casco.

Naruto cierra sus ojos con fuerza, esperando el golpe, pero nunca llegó.

Abre sus ojos, y sorpresa se plasma en su rostro a la vez que el grito del bárbaro se escucha por todo el pasillo. La estupefacción se va, y sin perder más de tiempo se levanta y empieza a golpear el hombre hasta desmayarlo.

Se gira para poder localizar a Hinata, suda frio cuando la ve tan frágil en el suelo. Camina hacia a ella, sus manos están manchadas de sangre pero le importa un carajo y toma esas delicadas mejillas para que esos ojos aperlados vean los suyos.

—¿Estas bien, Hinata?—Susurró él, buscando una herida y la encuentra en su sien—. ¿Te duele?

Esa pequeña boca está a punto de abrirse, sin embargo pisadas fuertes la interrumpen. Él mira hacia todos los lados posibles hasta que una enorme espada se queda en su cuello.

Maldice por lo bajo.

Con sus manos arriba poco a poco se levanta y ve el dueño de la espada. Es un chico de su edad, ese traje romano brilla con sangre y su cabello negro con muchos picos lo sorprende. Atrás de él está Kiba amenazándolo con un palo de antorcha y al final otro chico robusto que come uvas como si no pasara nada.

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