XVIII: DESESPERACIÓN

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Forum Annii, Roma.

Ese semblante es siempre el mismo cuando se trata sobre conquistar nuevas tierras: cejas fruncidas que dan a entender que está pensativo, labios entre abiertos y su mirada fija observando esas "x" rojas por todo el mapa de una nación.

Ella ama cuando lo ve así.

Entra sigilosamente a la gran tienda de acampar, él, como todo un veterano, observa hacia la entrada de inmediato y su rostro se encuentra sin ningún indicio de nada. Si se sorprendió no lo demostró en absoluto.

—¿Qué haces aquí?—Espetó el comandante, observando nuevamente el mapa—. Sabes que no puedes salir de la villa a menos que yo te lo pida.

Ella hace un puchero. Lo sabe perfectamente. Los alrededores de donde se encuentran pueden ser atacados en cualquier momento ya que hay muchos puntos ciegos en todas partes. Ignorando lo anterior dicho por el comandante camina hacia él, arrastrando por el suelo un enorme abrigo hecho de pieles de osos y contoneando sus pequeñas caderas.

Llega hasta la mesa y puede verlo mejor. Tan serio como la primera vez que lo vio, impecable en ese traje romano y con su largo cabello castaño peinando en una coleta.

—Te extraño en nuestra habitación—murmuró la castaña, colocándose entre ese cuerpo trabajado y la mesa para observar el mapa—. Tus tropas sí que han avanzado mucho...

El comandante chasqueó la lengua, fastidiado porque no es así. Algunas tribus se han unido, por no decir cientos de hombres y mujeres; no sabe de dónde demonios han conseguido provisiones y armas para poder defenderse e igualarlos en poder.

Molesto consigo mismo al percatarse de que tiene la respuesta a sus preguntas se va hasta su escritorio y se sienta con sus ojos cerrados llenos de frustración. Alguien los está traicionando desde adentro. Medita unos segundos, pero su mujer lo interrumpe cuando se sienta en sus piernas y lo abraza con fuerza, como si estuviera a punto de perderlo.

—Tenten, ¿por qué te expones de esta manera? Es peligroso para ambos.

"Tenten" observa esos ojos aperlados, se encoge de hombros y se levanta para quedar justo enfrente del comandante Neji Hyuga.

Lentamente empieza a bajarse el enorme abrigo y en segundos un poco de piel hace aparición. Neji se da cuenta de que Tenten viene completamente desnuda. Él no puede resistirse a tocar ese cuerpo, se muerde el interior de la mejilla al notar un par de cicatrices en la costilla, si solo hubiera llegado días antes de que esos malditos guardias la tocaran...

Tenten, como si supiera lo que él está recordando, lo calma colocando su mano en su vientre redondo donde carga una vida. Eso basta para que el comandante se levante de golpe, la tome del cuello y la acueste en el escritorio para poder hacerla suya una vez más.

 Eso basta para que el comandante se levante de golpe, la tome del cuello y la acueste en el escritorio para poder hacerla suya una vez más

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Naruto.

Está completamente asombrado por lo enorme que están las caballerizas de la familia con el mayor status de Roma.

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