El Nekoma

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Se nota que hace algún tiempo que no hay una manager del club de vóley en el instituto porque el vestuario huele a cerrado. Rápidamente me desvisto y me pongo el chándal del Nekoma. Resulta raro pasar de los colores negros de los cuervos al rojo-rosado de los gatos, pero es algo a lo que sorprendentemente me acostumbro muy rápido.
Me miro en un reflejo. El chándal no es de un color tan llamativo bajo mi rojo pelo. Me arreglo una de las coletas y salgo, con mi cámara de video en la mano.
Llegando al gimnasio oigo a los chicos. Me asomo con disimulo a la puerta, justo por donde me ha indicado Yaku. Me asiente para indicar que me ha visto y le dice algo a Kuroo, que sonríe maliciosamente.
Me escondo cuando Kuroo llama al equipo. Oigo algunas protestas y un "Cállate, Yamamoto". Cuando la gente empieza a reunirse miro mi cámara y, tras un momento de vacilación, la enciendo. Este es un momento para el recuerdo: mi nueva etapa como manager del Nekoma.
- ¡Bien chicos! ¡Reunión! ¡Lev, atento!
- Lo siento, Kuroo-san
- Bueno, hoy es un día importante para nosotros. ¿Sabéis por qué?
- ¿Es tu cumpleaños?
- ¡Idiotas! ¿Cómo no sabéis que mi cumpleaños es el 17 de noviembre? – dice Kuroo mosqueado
Los otros dos de tercero suspiran y miran al entrenador Nekomata suplicantes. - Ejem, lo que quiere decir vuestro capitán es que hoy vais a conseguir una manager.
Silencio sepulcral.
- Entrenador, si es una broma es de muy mal gusto – dice Yamamoto, por lo que parece, a punto de llorar. Decido que esto está tomando un rumbo bastante raro, así que decido entrar ya en el gimnasio
- Esto... Hola – saludo con una sonrisa nerviosa y con la cámara grabando desde mi lado derecho.
Otro silencio sepulcral. Y de repente hay un gran jaleo: Yamamoto llora, los de primero se acercan corriendo y gritando a saludarme... Hasta chico-cara-gato-silencioso (maldito Hinata, ahora no puedo quitarme el mote de la cabeza) parece animado. Cuando empiezan a calmarse, Kenma dice:
- ¿Soy el único que se sorprende de que una manager del Karasuno este ahora en el Nekoma?
- Nos hemos trasladado este fin de semana a Tokio, y el entrenador fue tan amable de hablar con el señor director.
- Ah...
En algún momento del alboroto he dejado de grabar y ahora estoy en el suelo intentando tranquilizar a Yamamoto, que sigue llorando. De repente se levanta y empieza a gritar de alegría. Si se hubiera quitado la camiseta seria igual que Tanaka... Creo que he hablado muy pronto.
Me quedo mirando a los jugadores. Como bromean entre ellos, comentan, se pegan collejas... Y algo en mi corazón se enciende, un deja-vu, un recuerdo en esa misma cancha hace muchos años. Es solo un instante, pero me sirve para recordar algo que siempre he admirado del Nekoma: esa atmosfera de equipo. Alguna vez ha sobresalido algún jugador por sus grandes capacidades, de eso soy mas que consciente, pero la dinámica de equipo, de todos conectando con todos, eso nunca ha cambiado.
Tomo aire, me coloco en un lugar que me vean todos y, cuando se fijan en mí digo:
- ¡Soy Sonja Tategami, pero podéis llamarme Sonja! ¡Y me gustaría ser la nueva manager del equipo! ¡Mucho gusto! – digo con una amplia sonrisa.

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El entrenamiento me recuerda mucho al del Karasuno: saques, remates, recepciones, bloqueos, correr... Sin embargo, aunque la dinámica sea la misma en todos los equipos, el espíritu es muy distinto. Aquí no destacan especialmente unos sobre otros, como Tanaka, Hinata y Asahi en remates y Yuu y Daichi en recepciones; sino que tienen unos niveles similares.
Al final del entrenamiento cada uno entrena aquello en lo que este más flojo, sin importar la posición que cada uno tiene pero tampoco sin ignorarla. Podemos decir que son jugadores que intentan dar lo máximo en todos los campos pero siendo conscientes de la posición que suelen tener.
Durante los descansos de la practica el libero de primer año, Yuki Shibayama, me ha explicado algunas cosas. Parece ser que, ya que Yaku es más experimentado, el no ha tenido aun la oportunidad de jugar muchos partidos y se ha centrado en suplir algunas de las funciones del manager. Veo en su cara que está preocupado por su futuro en el equipo así que le dejo caer que necesitare su ayuda de vez en cuando. No quiero hacer sentir mal a nadie, y parece que eso le anima mucho.
Estoy concentrada en preparar las botellas y toallas para el fin de la práctica cuando oigo a Lev protestar:
- Pero Yaku-san, es que yo quiero rematar
- Me da igual, tienes que ser capaz de servir y recibir correctamente.
- Pero...
- Lev – digo al acercarme lo suficiente
- ¡Ah! ¡Sonja-senpai! – se pone rígido
- ¿No le dijiste a Hinata que le superarías? – todo el gimnasio se queda callado, mirándome. Lo cierto es que no sé que me ha impulsado a hablar así, con algunos del Karasuno me costó semanas poder mantener una conversación
- ¡Y lo voy a hacer!
- ¿Qué crees que está practicando ahora mismo?
- Pues... El remate – y al ver mi cara se pone aun mas rígido, cierra los ojos y se muerde el labio concentrado. Me cruzo de brazos y suspiro
- ¿Las recepciones y los saques, quizás? El remate ya lo domina, pero si quiere ser un Pequeño Gigante debe saber controlar el resto de su cuerpo, ¿no crees? – le digo con una sonrisa
Soy consciente de que todo el mundo me mira, pero no permito que eso me ponga nerviosa y centro mi atención en Lev, que parece estar sopesando las opciones. En un momento dado toma una decisión, coge el carro de pelotas y le dice a un sorprendido Yaku de practicar 'algunas' recepciones. Los demás chicos de primero y Yamamoto se contagian del espíritu y deciden ir también a practicarlas.
Cuando regreso al banco el entrenador Nekomata me sonríe: "No esperaba menos" me dice. Le respondo con una sonrisa pero en mi interior se que ese truco no va a volver a funcionar. Bueno, puede que le dure un par de días más, ya cuando lo conozca mejor podre encontrar otra forma.
- Se te da muy bien esto de ser manager – me dice Kuroo
- Gracias. Estaba nerviosa porque nunca había hecho nada parecido – confieso. Cuando veo su cara de confusión le explico – Nunca me uní oficialmente como manager al Karasuno. En mi primer año iba de vez en cuando. Para animar y eso. Al final de ese año comencé a ir más frecuentemente y, desde este curso, me uní como 'apoyo técnico'. El profesor Takeda creó el puesto para que constara que estaba en el equipo. Ayudaba en los entrenamientos y, cuando había amistosos o partidos oficiales, grababa (en lo amistosos siempre con permiso, claro) para que sirviera también de entrenamiento el ver los errores. Y cuando llego el entrenador Ukai seguí igual. Así que nunca desempeñe el papel de manager tradicional.
- En ese caso debes llevarlo en la sangre. – me sonríe.

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El entrenamiento termina tarde. Cuando salimos del recinto escolar me despido y me voy en mi dirección. No vivo cerca de ninguno de ellos, así que recorro sola las calles hasta la parada del metro. Estoy ilusionada y triste al mismo tiempo: ilusionada porque se me abre un nuevo mundo como manager junto a un equipo interesante, triste porque echo de menos a los chicos del Karasuno. Como si me leyera la memoria vibra el móvil, y la pantalla se ilumina con un mensaje de Yuu. "Tu casa da miedo vacía. ¿Seguro que no vivíais con un fantasma o tenéis un cuerpo ahí abajo escondido?". "Solo porque evite que mi madre te matara por romper aquel jarrón de bodas".
Yuu Nishinoya. Le conozco desde que nos mudamos a Miyagi. Tuve la mala suerte de instalarme en la casa de enfrente. Y de caer en su clase.
Sonrío recordando lo pesado que fue para que me hiciera su amiga. "Volvamos a casa juntos" "Me puedes explicar este ejercicio" "Ven a animar al próximo partido" Y, sin darme cuenta, se convirtió en mi otro hermano. Sus padres casi nunca estaban por trabajo, así que cenaba en nuestra casa.
Un día me confesó que decidió probar a ser libero por todo lo que nos contaba Kyoya y que, gracias a él, encontró la mejor posición del vóley. Fue algo así como el Pequeño Gigante para muchas otras personas. Por eso fue tan duro para él estar un mes sin poder entrenar en el Karasuno y se buscó algunas alternativas hasta que volviera, y no solo para ayudar al equipo como Tanaka supuso al ver sus moratones.
Me doy cuenta que me he quedado mirando el móvil y estoy a punto de llorar. Mierda. Me recompongo y espero a mi parada, ignorando las vibraciones que salen de mi bolso.

Un nuevo gato en el NekomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora