Él no me había dicho nada si quería o no al menos intentar conocerme, pero como no le había dado tiempo a una respuesta, me la di a mí misma: Si antes del viernes no me decía nada, entonces si volvía no iba a atenderlo. Habíamos jugado demasiado, era hora de volver a la realidad. Sin embargo, no se había ido porque quiso, pero si yo no lo hubiese echado probablemente se habría ido y no es que tenía una obsesión con sus ojos, pero ellos me habían trasmitido que al menos estaba considerando las cosas.
Entré a bañarme después de haber comprado y cocinado para las chicas y el agua caliente me relajó después del estresante día de trabajo, si bien amaba cocinar y tenía el placer de hacerlo y que me pagaran, la tensión que se vivía en la cocina de Kike era terrible, no lo soportaba más pero tenía que aguantar para seguir ahorrando. Lo mejor aún así del día, era volver a casa y distenderme en el baño hasta que los dedos se me arrugaran y tenía que salir para no morir de hipotermia.
Dejé la ropa en la cama y antes de salir del baño me peiné frente al espejo, salí y busqué en mis cajones sin importarme que la toalla se me estuviese cayendo y cuando me puse la tanga la dejé caer al suelo, hasta que escuché que alguien se aclaraba la garganta y enseguida me di vuelta grité al verlo Gian acercándose al umbral de mi puerta.
— ¡¿Qué haces acá?!—grité y agarré rápidamente mi corpiño taparme con él para darme vuelta.
—La puerta estaba abierta... deberías tener cuidado sino querés volver a tener pesadillas con Kevin.
Giré un poco la cabeza y lo miré mal, él estaba serio y hasta parecía tenso, pero no podía culparlo por la imagen que se había encontrado, era hombre y yo no tenía nada, por lo que quise apresurarme a ponerme el corpiño.
— ¿Qué querés?
—Pensé en lo que dijiste ayer. —dijo y yo luché con los ganchitos para que se abrocharan, pero mis dedos estaban temblorosos y mi tensión se estableció por todo mi cuerpo enseguida sentí su presencia por detrás. —A ver.
Dejé de respirar cuando me hizo bajar los brazos y estiró el elástico del corpiño, me tapé la parte de adelante y contuve el aire mientras él tardaba la vida entera en abrocharlo. Me estaba faltando el aire así que di un suspiro y sentí como la piel se me erizaba.
— ¿Vas a tardar mucho más?—pregunté en un susurro, justo en el momento que lo sentí seguro y sus brazos cayeron lejos de mí. Tragué saliva y me crucé de brazos sin darme vuelta, era demasiado vergonzoso saber que su simple presencia afectaba tanto a mi racionalidad. —Entonces... ¿qué?—pregunté con un hilo de voz, me aclaré la garganta y esperé su respuesta.
—Entonces acepto. —dijo en un suspiro, sentí su aliento en mi cuello y me hizo tensarme muchísimo más, apretar mis brazos fuertes y buscar mi aliento.
— ¿Qué aceptas?
—Que tengamos una cita. —dijo con la misma densidad en la voz, sólo asentí pero no podía evitar que una pequeña sonrisa y chispa de esperanza creciera en mí.
—Bueno.
No sé qué esperé, probablemente a que se fuera aunque no quería que lo hiciera, y pareció querer lo mismo porque enseguida su mano se afianzó a mi cintura y la subió para pasarla hacia mi estomago. Cerré los ojos porque si bien su mano estaba fría, producía el efecto contrario en mi ser, y mi centro palpitaba ansioso a que su mano siguiera recorriendo mi piel desnuda, lo cual era estúpido porque no podía excitarme con tan sólo un toque.
Corrió el pelo que estaba en mi espalda llevándolo hacia mi hombro, y lo miré de reojo, se acercó y noté sus ojos verdes totalmente encendidos, brillaban de deseo y encendían inevitablemente lo mismo en mí. Mi corazón desenfrenado me hacía respirar agitada y él parecía tener el mismo problema, por lo que agradecí que tomara la iniciativa de darme vuelta con lentitud e involuntariamente me hiciera cerrar los ojos. Sus labios enseguida rozaron los míos en una simple caricia y casi perdí la cordura cuando me acercó más a su cuerpo y nuestras bocas se unieron para intensificar el beso. Subí mis brazos y los envolví en su cuello atrayéndolo más a mí, sus manos cayeron por mi espalda suavemente erizándome la piel por las suaves caricias, sabía cuánto le estaba costando mantener las manos por encima de mi trasero y decidí darle una ayuda entrelazándola con la mía sin dejar de tener la otra alrededor de su cuello para hacérsela bajar, despacio la solté y de la misma forma él me acarició, por lo que salí de orbita completamente.
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Aprendiendo a Quedarse.
Teen FictionAbril sabía que no tenía que meterse con un chico como él, había algo detrás de sus ojos verdes que escondía y no podía descifrar, todo de Gian la tenía encandilada pero su introvertida personalidad la alejaba en cada oportunidad. Que ella quisiera...