Antes de las once habíamos terminado todo con Joshua y para nuestra suerte tuvimos un tiempo de descanso adelantado, por lo que nos fuimos a sentar al cambiador y mientras él comía un postre yo intentaba no evidenciar mi sonrisa por el mensaje de buenos días de Gian.
—Tu novio me dio un poco de miedo. —dijo y yo levanté la vista, dejé el celular de lado y me interesé en escucharlo. —estabas muy nerviosa el domingo, ¿terminó bien después?
—Sí, es que no sabía que iba a ir justo en el momento que estabas vos.
— ¿Te dijo por qué no te llamó?
—Sip, pero ya está solucionado.
— Qué bien ¿Y cómo está tu amiga?—preguntó y noté que no se animaba mucho por mi sonrisa involuntaria. Probablemente Joshua malinterpretaba el hecho de que Gian no me había hablado durante toda una semana, pero yo entendía cómo eran las cosas y confiaba ciegamente en él.
—Está mejor, posiblemente hoy o mañana pueda salir.
—Me alegro entonces, ah... ¿y vamos a salir a almorzar hoy?
—No más que al porche, quiero terminar rápido, ¿quizá mañana si?
—Dale. —sonrió y yo me levanté para ir de nuevo a la cocina y empezar a preparar los almuerzos.
Para cuando llegó nuestro almuerzo, había mucha gente en el restaurante así que Joshua y yo preparamos el nuestro y salimos a comer al porche trasero, ya que no quería perder el tiempo en ir hasta otro lugar trabajando en un restaurante con la comida gratis. Él me iba contando algo de su hijo y yo me reí pero cambié repentinamente mi risa cuando lo vi a Gian parado donde siempre con su cigarrillo.
—Ahora vengo ¿me lo podes tener?
—Sí, te espero adentro. —dijo y yo asentí dándole mi bandeja, le abrí la puerta y bajé para ir a su encuentro, aunque su expresión me inquietaba un poco.
—Hola.
— ¿Quién es ese?
—Es mi ayudante, un compañero. —le dije y él tiró el cigarrillo apoyándose en la pared. —No sabía que ibas a venir.
—Se me hacía mucho esperar hasta la noche.
—A mí también, pero tengo que trabajar y mientras más rápido termine, más rápido puedo salir.
—Y mientras tanto me muero...—murmuró acercándome a su cuerpo, me mordí el labio y quise acercarme pero me iba a tentar más de lo que podía controlar. —un minuto.
—Gian... me ven y me matan. —le dije y sin poder resistir me impulsé a darle un beso en los labios, me quiso acercar de nuevo pero no me dejé. —No dale, me tentas tonto.
—Uno solo...—pidió y no me pude resistir cuando de las mejillas me acercó a sus labios y me besó, sonreí sintiendo toda esa electricidad bombardearme el cuerpo, y quise profundizarlo muchísimo más pero fuimos interrumpidos abruptamente al escuchar el cesto caerse. Me di la vuelta y lo vi a Joshua un poco perturbado por lo que acaba de hacer, así que rápidamente subió el porche y entró de nuevo.
—Nos vemos a la noche. —dije volviendo a él sin querer entender mucho la seriedad de su cara, quise apartarme pero me agarró de nuevo. — Dale Gian, tengo que trabajar.
—Pará, quiero darte algo.
— ¿Qué es?—pregunté confusa cuando me dio un sobre que sacó de su bolsillo.
—Léelo y lo hablamos a la noche.
Confundida asentí y él me volvió a dar un suave beso en los labios, pero fue muy corto porque se apartó para el bien de ambos. Lo vi irse mientras sacaba otro cigarrillo de la caja y yo volvía al trabajo. Casi que mis instintos asesinos volvían a resurgir hacia mi compañero, pero de todos modos tenía que volver al trabajo y acepté sus disculpas cuando seguí a hacer lo mío.
Todo lo que me quedó del día de trabajo estuve pensando en lo que tenía el papel que me había dado, quería leerlo sola y tranquila así que me apresuré a salir antes de que alguien quisiera retenerme e incluso antes de sacarme las zapatillas y la campera, me senté en mi cama a abrir lo que parecía ser escrito por él.
Descubrí que me sé expresar mejor en palabras escritas que en palabras dichas, pero creo que ya te habías dado cuenta, te escribo por esa razón y porque no quiero que llegue la noche y lo nuestro siga siendo algo pasajero, como si a ninguno nos importara demasiado. Literalmente la semana que pasé fue una de las peores, nunca antes había tenido una razón que me hiciera extrañar casa, que me hiciera sentir esa desesperación de no escuchar tu voz, no verte a los ojos y no sentir esos hermosos y suaves labios que tenés y que tanto me gustan. Desde que empezamos con esto creo que me estoy volviendo el mayor estúpido posible y me siento totalmente diferente, aunque todavía no me termina de convencer eso de cambiar. De repente te necesito más que a todo y no sé cómo podría acostumbrarme a seguir si no querés nada conmigo, te juro que intento demostrarte todo lo que me pasa cuando estoy con vos o no, pero es difícil porque me da miedo, no soy demostrativo ni parece que me emociona la vida y te diste cuenta de eso desde el primer día que nos conocimos, pero creo que desde ese día que siento que cambié o al menos quiero cambiar por vos. Quiero que lo nuestro sea serio en el sentido de permitirme a mí mismo enamorarme, pienso mucho en eso y creí que podíamos dar un paso más pero estaba esperando a que sea un buen momento para decírtelo, ahora tengo miedo.
Siento que todo lo que de a poco vos te esforzaste en construir en mí, yo lo arruiné yéndome. De más está decirte que no dejé de pensar en vos ni en un segundo, que te extrañé como un enfermo y que me di cuenta lo importante que vales en mi vida como para dejarte ir. Sé que te dejé sola en el momento que más me necesitaste como yo te necesité a vos, pero esto que me pasa con vos es algo que jamás me pasó y que me da un poco de miedo, y siempre y cuando vos quieras yo estoy dispuesto a arriesgarme, sólo si querés.
Gian
Bajé la carta de mi vista y una lágrima resbaló por mi mejilla, la sequé y me levanté para agarrar el teléfono y marcar su número, contestó al cuarto tono y me apresuré a hablar antes de que él lo hiciera.
—Si quiero que te arriesgues y yo también lo voy a hacer. —le dije de repente, tardó unos segundos en contestar pero me imaginé la mueca de sonrisa contra el teléfono.
— ¿Sí?
—No hay nada que quiera más que tenerte Gian. —le dije y respiré hondo. —Pero cuando vengas te quiero decir todo, en persona.
—Necesito escucharte, es cierto.
—Te espero a la noche.
—También necesito besarte, tocarte, mirarte, sentirte, hacerte el amor entre otras cosas, pero escucharte está bien.
Me reí un poco y me sequé los ojos.
—Sí porque antes quiero hablar.
—Mi mayor fuerte.
—Si me haces hablar después de hacerlo, me voy a olvidar así que te aviso para que te vengas controlado.
—No estoy controlado desde ahora. —dijo y yo sonreí.
—Controlate, porque tengo que hablar.
—Bueno.
—Te veo más tarde. —le corté y con una sonrisa enorme me levanté y guardé su hermosa carta en mi cajón con la libreta.
Dedicado a la borracha de .
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Aprendiendo a Quedarse.
Novela JuvenilAbril sabía que no tenía que meterse con un chico como él, había algo detrás de sus ojos verdes que escondía y no podía descifrar, todo de Gian la tenía encandilada pero su introvertida personalidad la alejaba en cada oportunidad. Que ella quisiera...