34.

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No veía la hora de que Ema se fuera y pudiera avisarle a Gian que podía venir, no había cocinado nada pero si él quería en dos segundos podía hacerlo, mi día había cambiado totalmente desde que hablamos por última vez y releí su carta como ocho veces, mi sonrisa no se borró en ningún momento y esperaba que sea así por un largo tiempo. Literalmente había echado a Ema y enseguida envié el mensaje, veinte minutos después el timbre sonó y ojos verdes apareció tras su capucha, lo hice entrar y enseguida pasé mis brazos por su cuello y él me acorraló contra la pared.

—Hola.

—Hola chico que no quiere admitir que es hermosamente romántico.

— ¿Vos decís?

—Digo. —asentí buscando sus labios y reclamándolos intensamente a la hora de besarlo. Sin embargo tenía ganas de que habláramos y no quería desconcentrarme demasiado, por lo que lo aparté un poco. —Pará, dije que íbamos a hablar.

Asintió y me robó otro beso, yo lo aparté así poder ir a la cocina pero me siguió y me agarró de la mano para hacerme volver.

—Hey. —me quejé y choqué con su cuerpo, lo miré y él bajó sus manos abrazándome de la cintura.

—Apurate antes de que deje de pensar y te rapte en ese cuarto.

—Bueno...me gusta esa idea.

—Si a mí también. —dijo, me reí y me apoyé con él en la mesada.

—Quería decirte primero que me encantó la carta y que no quiero que tengas miedo a esto porque yo te voy a esperar cada segundo que necesites, sé la clase de persona con la que me crucé y si, no veo que te emocione mucho la vida... —dije y él sonrió un poco, con mis dedos toqué sus labios. —pero yo quiero hacer que sí te emocione y valga la pena, me gusta la idea de que te arriesgues por mí y me gusta mucho más que quieras enamorarte.

—No es cuestión de quererlo en realidad.

—Pero lo buscas.

Suspiró levantando ambas cejas.

—Creo que cada vez estoy más cerca de encontrarlo.

—Yo también. — dije y sonreí, él no me miró a mí, miró mis labios mientras se acercaba, pero hablé aún así con sus labios pegados a los míos. —quiero preguntarle algo.

— ¿Qué?

— ¿En serio me extrañaste cuando te fuiste todos estos días?—le pregunté, él se apartó y me miró.

—Más que a nada.

Sonreí un poco y fue un alivio escucharlo de sus labios.

—Me asusté tanto, en un momento creí que te había pasado lo peor, también pensé que no me querías atender, no sé... pensé muchas cosas.

— ¿Por qué pensarías que no querría atenderte?

—Se me cruzó por la mente, fueron tantos días Gian que ya no sabía que inventarme para justificar la incomunicación.

—Lo sé pero no vuelvas a dudar eso, jamás podría dejar de hablarte sin razón.

—Está bien, pero entendeme, mi mente estaba muy revolucionada.

—Bueno, pero ahora decime ¿quién es ese con el que estás últimamente?

—Ya te dije, un compañero de trabajo.

— ¿Pero por qué estaba acá el domingo?

—Vino por algo y se iba, no sabía que ibas a venir vos. —le dije con desinterés, pero él no parecía querer dejar de preguntar, su expresión se había enseriado un poco.

—No me gusta, el trabajo no tiene nada que ver con...

—Lo sé pero fue un buen amigo estos días y un buen soporte.

—Eso me gusta mucho menos. —dijo un poco inconforme soltándome, pero yo lo volví a agarrar porque no le veía sentido a perder el tiempo hablando de Joshua.

—No es nadie que me importe, ¿aparte te pensas que yo puedo mirar a otra persona cuando tuve una semana de mierda?

—No sé, decime vos. —dijo serio, bufé y me acerqué a besarlo.

—Me gustas sólo vos y quiero sólo estar con vos. —musité sobre sus labios, de la nada me hizo sonreír. —me encanta que me celes, pero en serio no vale la pena.

—No son celos, me molesta un poco, nada más.

—Como digas, pero quería decirte algo, ¿Puedo decirle a Ema de nosotros? Al menos a ella, es mi amiga y quisiera que supiera lo que me está pasando. —le dije y él torció un poco los labios analizándolo. —dale, no es tan malo.

—No sé. — hizo una mueca y levantó su mano para acariciar mi mejilla. —dame un poco más de tiempo.

Exhalé el aire y asentí. Me sentía un poco decepcionada pero había prometido esperarlo. Mi teléfono sonó y estaba en mi bolsillo así que desenredé mis manos de su cuerpo y lo agarré, era Joshua.

Hola ¿estás mejor? Mañana voy a llegar un poco tarde ¿podes cubrirme? Tomi actúa.

— ¿Quién es?

No te hagas problema y si querés tomate el día que yo lo arreglo con Kike, estoy mejor si, gracias :)

Gian intentó mirar y me sacó el teléfono soltándome.

—Una carita, ¿es en serio? —me miró mal y yo me reí mientras le sacaba el teléfono. — ¿no tiene nada para hacer este chico?

—Dame, es mi amigo.

Se lo quise sacar pero lo levantó en alto imposibilitándome llegar a él.

— ¡Gian!—me quejé y él tiró el teléfono lejos, bufé e iba a buscarlo cuando me hizo volver.

— ¿No entiende que vos sos mía y solamente mía?—dijo en mi oído haciéndome estremecer, tragué saliva y quise repetir eso.

— ¿Tuya?

—Sólo mía, y no comparto. —me dijo mientras me empujaba hacia el cuarto. Sonreí y dejé que me llevara, cerramos la puerta y me acostó en la cama con él encima. — ¿sos sólo mía sabes?

—Sólo tuya, ¿pero vos sos sólo mío?

—Y de nadie más. —dijo y se acercó a besarme.

Aprendiendo a Quedarse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora