27.

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—Abril mañana quiero que vengas turno noche. —dijo Kike saliendo de su oficina cuando yo terminaba de saludar a mis compañeros, lo miré por unos segundos sin poder creerlo y bufé. —Joshua vos también.

—Ok. —dijo el rubio detrás de mí, pero a mí no me convencía nada. Respiré hondo y traté de que no me afectara más de la mierda que ya tenía mi día.

Salí y eran recién las tres de la tarde, tenía mucho sueño así que me apresuré a llegar a mi casa y acostarme a dormir, pero fue imposible porque Ema estaba con Brian en el cuarto de al lado haciendo cosas que mis oídos no querían escuchar. Estuve toda la tarde con los auriculares escuchando música para estar pendiente del teléfono así le contestaba rápidamente a Gian cuando me enviara un mensaje, pero hasta la noche que lo dejé de lado, nada llegó.

Después de la cena Ana se fue a ese lugar y Ema junto al novio se sumaron para vigilarla y aprovechar a salir, ella sabía que yo no terminaba de tener simpatía con Brian y por eso la siguieron en el plan de proteger a Ana. Esa parte yo se la dejaba a ella porque no quería saber nada con volver, mucho menos cuando Gian no estaba a pesar de que ya no me atormentaba como lo hacía desde el principio. Aproveché el tiempo que tardé en dormirme para mandarle un mensaje, pero la hora que esperé respuesta no fue contestado, solamente quería saber cómo había llegado y empezaba a preocuparme un poco de no obtener respuesta, aunque fue imposible vencer el sueño que tenía y por las dudas, dejé el teléfono debajo de mi almohada.

Escuché algunos ruidos y me tensé cuando se cayó un jarrón de vidrio. Me levanté rápido de la cama pero no salí por las dudas, parecía como si alguien estuviese moviendo las cosas y cuando vi la hora eran las seis de la mañana, me estaban robando y yo estaba sola, era genial. Nunca había necesitado que Brian se quedara como hoy, y para comprobar que no era ninguna de las chicas, me agaché en la puerta y vi por la ranura de la llave, la luz estaba encendida pero por los muebles en el medio no me dejaba ver con claridad, mi corazón iba muy rápido y estaba teniendo mucho miedo, corrí a buscar mi teléfono y justo Ema estaba llamando así que atendí y hablé despacio.

—Hola, ¿escuchas los ruidos?

—Si, Abru tengo miedo.

— Yo también, ¿Estás con Brian? —le pregunté e intenté ver de nuevo.

—No, ¿qué hacemos?

—Quedate ahí, estoy intentando ver pero no veo casi nada.

—A mí me tapa la pared.

Me acerqué a ver por la ranura y vi como Ana se caía en el suelo, rápido dejé el teléfono y abrí la puerta, salí y me acerqué a ella corriendo.

— ¡Ana!—grité y el pánico se apoderó de mí. De su boca salía como una espuma y estaba toda lastimada por el vidrio que se había caído, parecía convulsionar y atiné a agarrarla y tenerla en mis brazos. — ¡Ema es Ana, ayudame!

Ella salió rápido y corrió hasta mí, gritó cuando la vio y las dos empezamos a llorar sin poder ayudarla porque no sabíamos qué le pasaba, aunque estaba convulsionando.

— ¡Llamá a la ambulancia!—le grité y ella no podía dejar de verla entre lágrimas. — ¡Ema dale! ¡Ana, Ana por favor!—le pedí llorando y ella seguía convulsionando, esa espuma salía de su boca sin parar. Traté de despertarla pero no podía y tampoco yo sabía qué hacer, podía escuchar a Ema hablarle desesperada al teléfono y cuando se volvió a acercar dijo que estaban en camino.

— ¿Qué le pasa?—me preguntó, pero ni yo sabía qué le pasaba. La acerqué a mi cuerpo tratando de que parara de convulsionar y toqué su cuello para sentir su corazón acelerado. Las dos nos quedamos ahí sosteniendo a nuestra amiga hasta que la ambulancia llegó y fui yo con ella.

Llegamos al hospital y los paramédicos la pusieron en una camilla, rápido la bajaron y se la llevaron, quise ir con ella pero no me dejaron y me tuve que quedar en la sala de espera. No podía controlar mis ganas de llorar y todo el miedo que sentía, Ema vino diez minutos después con Brian y me abrazó rápido mientras las dos llorábamos por nuestra amiga, no sabíamos qué le pasaba y cómo podía seguir, y todo lo que nos decían era que teníamos que esperar.


Aprendiendo a Quedarse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora