36.

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Aunque no dijo nada durante el camino parecía estar pensando demasiado, su cara estaba algo sería, tenía el ceño levemente fruncido y hasta parecía concentrado. No quise interrumpir sus pensamientos porque si en alguno de ellos yo estaba me gustaba que empezara a considerarme de esa manera.

Quise ir por la avenida para entrar por la puerta principal del restaurante, pero él no quiso así que tuvimos que meternos por atrás, y esos pequeños detalles eran los que me incomodaban y me hacían sentir insegura, después de todo pensé que anoche habíamos quedado en que algo íbamos a empezar, de hecho su carta lo decía pero si él no hablaba entonces yo no podía ser adivina, aunque me encantaría para familiarizarme más con esa mente tan pensativa que tenía.

— ¿Qué vas a hacer ahora?—le pregunté mientras me apoyaba sobre la pared y lo atraía hacia mí.

—Voy a ir al gimnasio.

Me mordí el labio y él me sonrió a medias, no pude evitar acercarlo para besarlo y me siguió de la manera que yo quería, pero otra vez fuimos interrumpidos. La puerta se estaba abriendo y cuando miré era Josuha.

—Hola perdón no quise interrumpir. —dijo un poco avergonzado, yo lo solté a Gian y miró para otro lado.

—Está bien, ahora voy.

—Dale.

Entró y cuando quise acercarme a Gian no me dejó, su cara lo decía todo. Rodé los ojos y aún así me acerqué para darle un beso en la mejilla.

—No seas tan celoso. —dije y empecé a subir las escaleras. —sabes que soy tuya.

—Espero que vos lo sepas. —dijo y se dio la vuelta para irse, bufé.

— ¡Gian, no seas así!

Pero no me respondió y siguió caminando con las manos en los bolsillos y la capucha puesta, no iba darle importancia a eso porque después de todo él no me aseguraba nada a mí. Subí las escaleras y me dispuse a un día de trabajo más.

Recibí un mensaje de Ana que ya estaba en casa con su mamá y que iba bien con la convivencia, se sentía mejor y todo. Hoy podía ir a verla pero me gustaría que tuviera su espacio con su mamá, ellas podrían crear una mejor relación y eso de seguro le haría bien a Ana.

Todavía estaba un poco preocupada por lo de anoche y eso me mantuvo un poco desconcentrada durante el día, casi nos olvidamos de usar protección y era un tema delicado para tratar, podía empezar a tomar pastillas si a él no le importaba, la precaución era lo primero para mí y más cuando estaba en algo frecuente, algo que ante todo también buscaba que sea serio.

Cuando salí del trabajo revisé mis mensajes y él no me había mandando ninguno, eso quería decir que puede que se haya enojado, pero no me importaba porque yo sí tenía muy claro con quién quería estar y justamente con él. Para aliviar las cosas se me ocurrió una idea y entonces le escribí un mensaje.

Hola tonto, aunque me encantes celoso no tenés porqué ya que sabes lo que yo quiero y espero de vos, quería saber si querías que hagamos algo esta noche y quiero comentarte algo, ¿podes llamarme?

Llegué a casa y estaba vacía, Ema todavía no había salido del trabajo y Ana ya estaba con su mamá así que podía organizar algo. Terminé de sacarme la cartera cuando sonó el timbre haciéndome saltar, fui a abrir y me encontré con Gian, mi corazón enseguida pálpito al verlo.

—Hola celoso.

Me miró mal y entró por mi costado, cerré la puerta y lo seguí hasta mi cuarto en donde nos encerramos.

Aprendiendo a Quedarse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora