El fin de semana que pasé con Gian lo había disfrutado tanto que parecía que no podíamos dejar de festejar su cumpleaños. Si bien su teléfono lo aclamaba con mensajes de amigos y el almuerzo con sus abuelos me hacía conocerlo cada vez más, me gustaba la relación que empezábamos a tener. Yo le cociné por los dos días y él no dejó alabar cada cosa que hacía, por lo que pactamos que iba a hacerlo al menos una vez a la semana cuando poco podíamos vernos, excusa para que eso no fuera tan así incluso cuando estábamos tapados de trabajo. Me gustaba el cambio que intentaba hacer, al menos ya no era frío y calculador ni se quedaba callado cuando le hablaba, estaba más relajado a cómo era en realidad, y me llevaba a valorarlo muchísimo, si bien siempre era una misterio, esperaba resolver un poquito más de él cada día y poder crecer como lo estábamos haciendo con respecto a lo que empezábamos a formar entre los dos.
De todos modos, la magia no iba a durar para siempre y volver al trabajo también significó volver a la rutina, volver a la casa que compartía con amigas y que las sentía totalmente ajenas. Nunca había considerado del todo buena la idea de vivir juntas, entre las tres éramos muy diferentes y para peor, las cosas entre nuestra amistad no estaba muy bien, ni con Ana y mucho menos con Ema.
—Abril pará. —dijo y yo me di vuelta para mirarla antes de entrar a mi cuarto a encerrarme y no salir hasta el día siguiente. —sé que me equivoqué, ¿pero tanto me vas a torturar?
— ¿Torturarte?—fruncí el ceño, ella agachó la mirada y decidí que era momento de aflojar un poco la tensión, no me gustaba sentirla de esa forma. —No intento torturarte Ema, a mí no me gusta estar enojada con vos ni con Ana, ¿pero te das cuenta en la mierda que estamos las tres?
—Sí ¿y por qué hacerlo más difícil? No me gusta que no nos hablemos, ya reconocí mi error y me arrepiento mucho, pero estaba desesperada y no sabía qué hacer. —dijo con la voz entrecortada, estaba por largarse a llorar y no tardó mucho en lograrlo. —Brian me dijo que tampoco quería tener un bebé ahora y fue la primera idea que se nos vino a la mente, su hermano es cirujano y obviamente después me arrepentí pero estaba muy asustada y tenía miedo de lo que podía pasar, no podía traer al mundo un bebé y tenerlo así, merecía algo mejor...—murmuró entre sus lágrimas y la dejé terminar de hablar ya que intentaba hacerlo. —No sabes lo que me duele que no nos hablemos, que la amistad que teníamos las tres se esté derrumbando y que en poco tiempo ya ninguna nos vamos a hablar ¿Por qué no puede ser como antes, por qué no te puedo contar mis cosas o vos las tuyas?, estamos dejando que Ana vaya por el camino que tanto las dos juntas nos esforzamos para que no tomara, se está yendo todo a la mierda y vos por tu orgullo, yo por mi error y Ana con esos malditos vicios...dejame arreglarlo al menos.
Ni siquiera medité mis actos, solamente me acerqué y la abracé fuerte, ella me respondió el abrazo y volví a sentirme tan bien con la contención de mi amiga que no me importaba nada más, no desde que empezaba a creer que las cosas de verdad se estaban perdiendo y por estupideces.
—Perdón. —le dije y me aparté para secarme las lágrimas. Ella negó.
—Está bien, pero no sigamos así.
Esa noche hicimos lo que hace semanas no hacíamos, reunión de chicas, Ana no estaba pero al menos empezamos nosotras, había tantas cosas que necesitaba decir y tantas otras que no sabía si podía pero a algo me quería arriesgar. Después de que pasó el momento sentimental, nos acostamos las dos en mi cama y empezamos a hablar de cosas importantes para ambas, ella me contó que con Brian habían formalizado y se habían puesto de novios, y si se llegaban embarazar de nuevo lo iban a tener, pero se estaban cuidando. Dijo que en el trabajo la ascendieron y eso me puso feliz porque ella buscaba ese puesto hace mucho tiempo, también me contó que últimamente se peleaba mucho con la mamá de Brian pero era más gracioso escucharla que defenderla.
Hablamos de Ana y nos propusimos las dos a ayudarla, no la íbamos a dejar salir y si salía tenía que ser con nosotras, dijo que últimamente fue a ese lugar para controlarla y que no le había gustado nada como ella volvía pero que la pasaban bien mientras estaba sobria. Yo no sabía exactamente lo que pasaba, pero una vez Gian me había dicho que ella consumía y aunque Ana me lo haya negado no estaba tan segura de que fuera mentira, porque no la veíamos casi nunca y cuando venía estaba en un estado nulo, ya tenía varias sospechas y lo mejor era empezar a tratarlo.
—Y vos no me contaste nada, sólo que te fuiste y te vas mucho últimamente. —dijo y yo asentí. Respiré hondo y pensé en contarle, pero no del todo.
—Es que estoy saliendo con alguien, no es nada oficial todavía.
—Qué bueno Abru, ¿Hace cuánto?
—Eh... vacaciones de invierno.
— ¡Abril si nos hablábamos en las vacaciones!—se quejó y yo me mordí el labio. — ¿cómo no me contaste nada?
—Es que fue difícil, recién ahora estamos retomando y bueno...es...complicado.
— ¿Por qué?
—Porque no sé qué puede llegar a pasar, si puede ser serio o no.
— ¿Y él qué dice?
—Quiere que espere, porque no está listo para ser alguien que yo quiero que sea. —dije rodando los ojos mientras me acordaba de sus textuales palabras.
— ¿Y vos qué crees, vale la pena?
—Sí para mí sí, porque él es....el cielo. —me mordí el labio pensando en sus ojos, y todo lo que me llevaba a estar obsesionada con su persona. —es hermoso, es todo lo que quiero y necesito.
—La última vez que te escuche así fue cuando te gustaba el chico ese de allá ¿te acordas?
—Sí, me acuerdo.
—No va más o al menos yo no lo vi más, pero era lindo ¿no?
—Si muy. —dije y quería reírme, pero intenté no ser tan obvia. Ella bostezó y me contagió removiéndose en la cama.
— ¿Podemos dormir? —preguntó y yo asentí estirándome a apagar la luz. —seguimos mañana.
—Dale.
ESTÁS LEYENDO
Aprendiendo a Quedarse.
Teen FictionAbril sabía que no tenía que meterse con un chico como él, había algo detrás de sus ojos verdes que escondía y no podía descifrar, todo de Gian la tenía encandilada pero su introvertida personalidad la alejaba en cada oportunidad. Que ella quisiera...