Game Over

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Prólogo  

— ¿Qué sucede conmigo? ¿Por qué lloro sin razón?— es lo que me preguntaba todo el tiempo.

Ya no podía dar ni un paso más; me sentía realmente cansada; mi corazón se sentía demasiado agitado. Quería seguir corriendo sin descansar. Quería huir de mi estúpida realidad. Quería desaparecer. Quería tantas cosas en ese instante ¿Por qué? La respuesta era inevitable y tan evidente.

Todo inició desde que lo conocí. No pensé tener un amigo el primer día de clases, porque a diferencia de muchos, yo no era muy sociable, y es que a cada lugar que iba, cada colegio nuevo siempre era lo mismo, aparentaba ser una chica fría sin sentimiento alguno. Odiaba a los chicos, me aislaba de las chicas, no entablaba conversación con nadie a menos que sean los docentes o con las personas con quienes formaba grupos de trabajo.

Mi personalidad cambió desde que tenía 12 años por una mala experiencia, solía ser la niña divertida, entusiasta, llena de felicidad que nada la entristecía. "Amigos" tenía muchos, pero una tragedia los alejo de mí. Desde entonces mi vida de colores dio un gran giro, volviéndose totalmente gris. Actualmente tengo 16 años, me gusta estar sola, leer y escuchar música; uso audífonos después de clases para no tomar en cuenta a nadie y unos lentes para pasar desapercibida.

Este nuevo año de colegio me propuse la misma meta, no tener amigos. Solía pensar que tenerlos era complicado, muchos eran falsos, y otros simplemente eran frágiles, tanto así que temía que se rompieran en el momento menos inesperado. Pero llegó el día en que todo eso cambió.

Era un 18 de Agosto, el nuevo periodo había iniciado y con ello el primer día de clases en la ciudad de Burbank, California; durante las primeras horas todo había sido normal para mí, hasta que llegó la hora del receso.

Me encontraba en el jardín del colegio, degustando mi comida, y créanme que agradecía que no hubiese nadie a mi alrededor. Hasta que por desgracia, un joven desconocido se acercó a mí, y me sonrió. Mis pensamientos eran "¿Qué le sucede? ¿Por qué no se va? ¡Quiero estar sola!". Decidí no hablarle y seguir comiendo mis dulces fresas.

—Sabes que las flores se sienten feliz al sentir tu compañía—comentó el ojos miel, sentado a mi lado.

—No —Contesté con frialdad.

— ¿Te ha gustado este lugar? —Me preguntó en tono divertido.

—Sí —Respondí, queriendo terminar la minúscula conversación.

— ¿Me regalas una fresa? —pidió, extendiendo su mano.

—Ten —Le entregué la penúltima fresa que me quedaba.

— ¿Te incomodó? —Cuestionó nuevamente. Acaso no se da cuenta que no me interesa tenerlo cerca

— Para nada —fue la frase más corta que se me ocurrió.

— ¿Cómo te llamas? —Seguía con el interrogatorio. Pero antes de que pudiera preguntar otra cosa, me levanté repentinamente y con el ceño fruncido le dije— Eso no importa. El recreo está por terminar. Adiós.

No le dije mi nombre, y me fui de ese hermoso lugar cuanto antes; supuse que no volvería a verlo después de la huida, pero el muy conchudo resultó ser mi compañero de clase.

—Evans ¿Qué te ha hecho llegar tarde? —Regañó la profesora de matemáticas dirigiéndose al sujeto que recién llegaba.

—Lo siento maestra, me quedé dormido —respondió.

—No vuelvas a llegar tarde la próxima vez —siguió la maestra.

—Entendido —dijo desinteresadamente y se sentó en el puesto detrás de mí.

Al igual que siempre no prestaba atención a nadie más que a la profesora, hasta que me di cuenta de que un papelito había llegado hasta mi pupitre. Lo abrí inmediatamente y me fijé de lo escrito.

"Es un gusto haberte conocido.

Mi nombre es Evans y me gustaría ser tu amigo.

¿Puedo?"

Cuidando de que la profesora no me vea, escribí mi respuesta en el pequeño papel.

"Como quieras.

Soy Dana"

No supe por qué respondí eso, pero ahora que lo sé, me doy cuenta que fue la jugada más imprudente de mi vida. 

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