Capítulo 8

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Mentiras

Hoy estaba tan contenta porque por fin iba a salir de este horrible hospital en donde solo me daban comida desabrida y sin una pizca de sal.

Mi madre no tardaría en llegar a recogerme, porque era el momento de partir por fin.

Me sentía mejor después de saber que los exámenes no me detectaron algún problema, el golpe del vehículo no me había causado daños graves así que estuve bien una vez me diagnosticaron que en pocos días podría ser dada de alta.

-¿Por qué tardaste tanto? -Asalté a Isabel en cuanto abría la muy llamativa puerta de la habitación donde me hospedaba.

-Lo siento cariño. Pero había un tráfico tremendo ¿Estas lista para irnos? -Yo asentí.

Juntas nos dirigimos a la salida y antes de poder continuar Isabel me dijo que aguardara un momento mientras ella iba a ventanilla a cancelar la cuenta del hospital.

Evans no me había venido a visitar el día de hoy y eso era extraño porque todos los días lo hacía al menos para saludar y ver mi no tan grave estado.

Estaba tan perdida en las posibles excusas que me daría Evans al verme de nuevo, que me detuve a mitad de mi caminata por el pasillo. No es que me importara en lo más mínimo si venía o no, pero al menos debía haberme avisado.

-¡Ay! -Tropecé con alguien.

-Lo siento, error mío. Lo siento -Contestó el castaño que vestía la ropa del hospital.

-No, fui yo la que no se dio cuenta por donde iba. Mis disculpas por favor -El joven que parecía de mi edad, me quedó observando sin vacilación.

Él venía acompaño de un hombre mucho mayor quien le mencionó que debía apresurarse antes de que la hora de la visita culmine.

-Peter, no te preocupes, es solo un momento, mi padre no se irá sin antes ver mi estado -Le dio unas palmaditas en su hombro y continuó -Me gustaría verla de nuevo ¿Será que se podrá señorita...?

Hizo hincapié para escuchar mi nombre... -Dana, me puede llamar así.

El castaño me sonrió de tal manera que me sentí atraída por su sonrisa- Mi nombre es Mike ¿Vendrás a visitarme?

-Es que me acaban de dar de alta-Su expresión animada cambió a una de total decaimiento -Pero puedo hacer la excepción -Terminé diciendo, presa sin lugar a escape.

Es tan complicado decir que "No", en mi caso eso era casi imposible, porque en situaciones como estas todo el tiempo cedía sin pensarlo. Además, el castañito parecía un buen chico.

-Gracias, me haría bien una visita diferente y agradable. Te estaré esperando -Se despidió de mí.

Nunca pensé conocer una persona tan espontánea, y más que eso tuviera la suficiente confianza de pedir un favor tan elocuente. Definitivamente él era genial.

-¿Quién era ese chico? -Preguntó mamá haciéndome exaltar un poco por la sorpresa.

-No me asusté así. ¿Ya nos podemos ir?

-Sí, el taxi nos está esperando afuera. Vamos, pero antes de eso dime ¿Conoces a ese joven?

-Eres insistente -Hizo una mueca - Él es Mike y lo acabo de conocer. Me cae bien. Ahora... ¿Nos podemos ir?

-Las cosas empiezan a ponerse buenas ¿No es así?

-¡Mamá!

-¿Qué? No he dicho nada -Me empujó -Ven, vamos que sino el taxi se nos puede ir.

Yo sabía a que se refería, porque su cara la delataba, pero decidí terminar la conversación allí.

Cuando estaba embarcándome en el taxi, observé por última vez en el día a ese hospital al que tendré que regresar unas cuantas veces, realmente no quería verlo de nuevo, pero el chico que conocí estará esperando mi visita y sería grosero hacerme de la vista gorda.

A lo lejos vi a Evans ingresar por la puerta de emergencias, se supone que yo no estaba en esa sala, entonces porque ir por allí. Quise llamarlo, pero Isabel ya estaba impaciente. Así que lo dejé pasar, total él se enteraría una vez pregunté a la enfermera que estaba a mi cuidado.

Después de media hora de trayecto, por fin había llegado a mi hogar, esto realmente era un olor a casa, olor a paz. Mi madre dejó las cosas a lado del sofá y se dirigió a la cocina a preparar algo para comer.
Yo subí a mi dormitorio a darme una pequeña ducha y luego me senté en frente de mi ordenador. Mis redes sociales no las había revisado desde hace unos cinco días por lo que tendrían que estar explotando de notificaciones y no necesariamente de amigos preocupándose por mi, sino de las noticias y actualizaciones de las páginas que sigo.

Inconscientemente me levanté de la silla y alcé la cortina para ver la ventana de mi vecino, pero no vi nada más que otra cortina cubriendo su ventana.

Por primera vez tengo las ganas de recoger mi celular y escribirle un mensaje al susodicho. Me detengo porque no era normal en mi preguntar por alguien, sin embargo, la curiosidad me estaba matando, yo quería saber el por qué del motivo de su ausencia. Así que finalmente tecleo lo primero que se me viene a la mente.

"¿Dónde estas?"

No esperé mucho tiempo para recibir la respuesta.

"En casa mirando a tu ventana, ¿Cuándo estarás de regreso?"

Qué era su contestación. Lo vi en el hospital estaba totalmente segura, entonces qué... ¿Me está tomando el pelo?

"¿En verdad observas mi ventana?"

En respuesta recibí una carita angelical y:


"En este momento estoy saliendo para el hospital. Ha sido en realidad una eternidad no verte".

Entonces le escribí...

"Sé que me mientes"

Apagué el celular sin vacilar. Las iras me estaban consumiendo y yo no tenía cabeza para seguir en su juego.

Realmente odio este sentimiento... y lo odio a él.

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