Capítulo 10

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Reconciliación

Era una noche fría cuando me fui al encuentro con Evans. En el fondo pensé que debía ir y hacer las pases como buenos vecinos, pero su actitud me hizo dar cuenta de que tal vez haber asistido se había convertido en un error. 

Yo lo había meditado durante tres horas, había pensado que aceptaría sus excusas, y que todo sería normal, así como antes. 

Enfrente de Evans con un fino abrigo negro sin maquillaje y con el cabello locamente desmarañado estaba atónita ante su comportamiento infantil. Él y yo no teníamos una relación íntima como para que me diga que que estaba celoso. Además, el único vinculo que nos unía era solamente una tonta apuesta de la cual me arrepiento hoy.  

Indecisa me senté mirando hacía otro lado que no sea la cara del idiota. Él aclaró su garganta para luego decir— Lo siento, en verdad estoy tan nervioso que no medí mis acciones. Puedo preguntar dónde conociste a ese tal Mike. 

—Sigues con lo mismo... ¿Qué no te estabas disculpando? —Gruñí ante su pregunta. 

—Lo hago, créeme que lo hago, pero necesito saber eso. No me impidas saber al menos eso —Su mirada era penetrante y seria. 

Últimamente hablar con Evans y negarme a sus peticiones me era un poco imposible —Está bien... Mike es un chico que conocí hoy en el hospital ¿Qué tiene eso de malo?

— ¿Le diste tu número de celular?— Volvió a interrogarme.

Lo pensé y definitivamente nunca intercambiamos número por lo que respondí un inmediato —No, la verdad eso mismo quiero saber yo. 

—Por casualidad ¿Tenía el cabello castaño y ojos color marrón? ¿Andaba acompañado de alguien que parecía su guardaespaldas? —Esperó mi respuesta.

Su diminuta descripción me sorprendió —¿Lo conoces? 

Evans maldijo por lo bajo y yo me quedé impaciente por saber lo que estaba ocurriendo.

—No te vuelvas a acercar a ese sujeto, él es el hijo de alguien sin escrúpulos a quién conozco muy bien —Levanté una ceja de la incredulidad.

— ¿A qué te estás refiriendo? Evans sino me dices nada, te juro que haré lo que me plazca y no te haré el más mínimo caso —Demandé. 

Lo pensó por unos cuantos segundos, pero finalmente accedió —La familia Foster es muy adinerada y con mucho poder. Ellos tienen las empresas más grandes del país y mi padre y el padre de ese chico son los futuros herederos, pero solo uno se quedará con el mayor número de acciones, el otro solo recibirá la cuarta parte de lo que debería recibir —Hizo una pausa —Se supone que mi abuelo tiene pensado dejarle casi todo a mi padre, pero mi tío ha buscado por todos los medios cambiar eso de la manera más vil y despiadada posible. 

Yo escuchaba muy atentamente su relato, no pudiendo creer que en el mundo existan personas de esa categoría —Entonces se supone que Mike es el hijo de tu tío, en otras palabras es tu primo y a quien por lo visto odias. 

Él sonrió amargamente —¿Qué te hace pensar que su hijo no sea del mismo bando? Mi tío ha buscado la manera de destruirnos desde que se enteró de la decisión de mi abuelo.  

—Entonces fuiste al hospital por tu primo o es otra la razón.

—Pues, digamos que es otra razón, pero tienes que entender que si te mentí es porque no quiero involucrarte en esto. Así que por favor no vuelvas a ver a ese tipo —Me pidió gentilmente. 

—De acuerdo —Mentí —Solo quiero que la próxima vez me digas la verdad. Duele cuando me ocultas algo  —Se me escapó esto último. 

Sus mejillas se volvieron rojas y no sabía si era por el frío o por lo que terminé diciendo —Dana tu...

 —Disculpen ¿Van a servirse algo? —Nos interrumpió una chica que claramente esperaba nuestra orden. 

—Sí, yo quiero un capuchino ¿Dana qué deseas tomar? —Preguntó Evans.

—Lo mismo.

—Entonces son dos capuchinos y ¿Algo para comer?

—Para mi nada —Dije      

Evans me miraba de manera pícara —Yo tampoco. Solo bebidas. 

La mesera se retiró y nosotros volvimos a ese momento vergonzoso, así que presa de los nervios me dediqué a desviar el tema. Luego de recibir nuestra orden pasamos conversando de muchas cosas como si fuéramos buenos amigos y por último caminamos bajo la fría noche hasta mi casa, antes de salir de la cafetería Evans puso sobre mis hombros su chaqueta y me amenazó diciendo que si me la quitaba iba a besarme y con eso lograr un paso más a ganar el juego. Su parte más detestable apareció y esta vez en vez de enojarme me reí de sus ocurrencias. 

—Nos vemos mañana —Digo antes de irme.

—Te pasaré recogiendo —Me dio un beso en la mejilla y me invitó a entrar primero.

—Buenas noches —Me despedí.

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