Capítulo 5

222 10 0
                                    

Pesadilla

Entré a mi casa muy enojada. Mi mamá me detuvo antes de que ingresará a mi habitación, pero yo simplemente la ignoré subiendo a toda prisa. No quería dar explicaciones a nadie ni mucho menos volver a recordar aquella escena.

—Idiota engreído —Cerré mis ojos y nuevamente como cámara fotográfica, las imágenes de lo que había sucedido se me vinieron a la mente.

Evans había intentado besarme sin mi consentimiento o al menos eso era lo que me hizo creer; era obvio que para él burlarse de mi era un juego, pero eso conmigo era diferente, el tan solo sentirlo cerca hacía que todos mis sentidos se descontrolaran.

Fue en ese momento cuando reaccioné, y vi lo que estaba a punto de suceder. Saqué fuerzas no sé de dónde y lo empujé agresivamente. Mi cara estaba roja y Evans solo tenía dibujada una gran sonrisa de triunfante; y sin hacer comentario alguno, al menos hasta que terminara de girar la maldita rueda de la fortuna, él muy patán me escoltó hasta mi casa.

No le dirigí la palabra en todo el camino, sin embargo, durante el trayecto Evans se limitó a lanzar pequeñas risas que aumentaba aún más mi ira. Por último, llegando a la entrada de mi casa me dijo descaradamente que había sido la tarde más divertida que haya tenido con alguien y que esperaba volverlo a repetir.

Estaba loco si creía que habría otra ocasión, porque no estaba dispuesta a salir con él nuevamente. Y menos ahora que he cometido el error de entrar a su juego, no dejaré que me haga quedar en ridículo.

***

Al día siguiente estaba agradecida de que no hubiese clases sino hasta mañana. Sé que escapar de lo que sucedió no iba a cambiar nada, pero al menos tendré tiempo para pensar en una solución y alejarme del "chico apuesta".

—Hija ¿Qué sucedió ayer? No te vi muy contenta cuando llegaste —Me preguntó mi mamá mientras ponía el desayuno en la mesa.

No quería contarle lo último que sucedió en el parque de diversiones; por lo que tuve que decir lo primero que se me vino a la mente —Nada importante, fue una tarde divertida solo que al final del día me sentí mal, tal vez es probable que pesque un resfriado.

Mentir estaba mal, muy mal, pero no podía evitarlo, Isabel era impredecible y lo más recomendable analizando la situación era ocultar ciertas cosas, por no decirlo todo.

Llegado el medio día mi mamá me dijo que saldría a comprar unas cosas y de pasó a visitar una amiga que no veía en años. Suponiendo que se demoraría, y para no a aburrirme decidí salir a jugar con Maxi al patio o mejor dicho a bañarlo. Maxi odiaba bañarse por lo que me tocó sacarlo de su escondite a rastras.

—Oye amigo no me hagas más difícil el trabajo —Le señalé.

Solo pude escuchar sus ladridos de protesta, pero al final acepto sin más remedio.

—Listo. Ya solo falta enjuagarte, te secamos y estarás como nuevo —Me levanté para ver la regadera y cuando volteé a ver, Maxi estaba dando brincos por todo el patio.

—¿Quieres jugar? pequeño travieso, entonces... ¡Esto es la guerra! —Le dije a mi perro.

Después de jugar un buen rato terminamos completamente cansados y empapados; luego se me pasó por la mente que tener a mi perro recién bañado sin secarle no era buena idea, así que antes de que termine todo enlodado, decidí terminar con la limpieza.
Todo estaba bien hasta que escuché una voz conocida...

—Pareces que te diviertes ¿Me puedo unir?

Me senté inmediatamente para mirar hacia el individuo que menos quería ver el día de hoy.

—¿Me estas acechando?

Evans estaba sentado al filo de la pared que dividía nuestras casas observándome con cierto desdén y respondió un simple —Correcto.

—No eres capaz de negarlo pervertido —Me levanté para irme con esto último.

—Detente ¿Dónde vas? Te iras así nada más sin antes charlar conmigo o acaso... —Saltó desde el lugar en donde se encontraba y camino directamente hacia a mí —¿Estas Huyendo?

—No eres el tipo de persona al que le huiría. No te hagas ilusiones, ahora si me disculpas tengo que ir por un cambio de ropa —Caminé hacia la entrada de mi casa.

—Si gustas te puedo ayudar con el cambio de ropa. Solo tienes que llamarme —Dijo el muy arrogante.

—Obsceno —Murmuré cerrando la puerta trasera.

Una vez dentro de mi casa fui a mi cuarto para darme una ducha y cambiarme de ropa, sin embargo, debo admitir que estaba tan enojada que no podía dejar de lanzar maldiciones al quinto infierno "esta no soy yo, jamás me comporto así". La verdad era que cada vez me era más difícil dejar de pensar en el patán que vive a lado de mi casa.

Definitivamente hoy no era mi mejor día, salvo por la compañía de mi amigo Maxi. Pasaron unas cuantas horas hasta que mi mamá llegó, sin ella todo era aburrido y tendía a pensar el idiota de Evans.

Por supuesto, después de que ella estuvo en casa conmigo, pasamos una tarde muy amena, hablando de todo, viendo películas y riendo de nuestras anécdotas; luego de un lapso, sin darnos cuenta se hizo demasiado tarde, eran exactamente doce de la noche, por lo que me despedí de Isabel y me fui a mi habitación a descansar, me acosté en mi cama y después de unos minutos cerré mis ojos e inmediatamente me embarqué en el paraíso de los sueños.

***

—¡No!—Grité.

Todo estaba oscuro a mi alrededor, me sentía asustada, nerviosa y con lágrimas que no paraban de rodar por mi mejilla. No puedo explicar claramente lo que acababa pasar por mi mente, pero en el sueño que tuve hace unos instantes vi un accidente de coche, sangre que no me pertenecía y un cuerpo tirado en la ladera, que no era yo; cada cosa que vi era lo peor y lo más atroz que había soñado.

Busqué mi celular para verificar la hora, y eran pasadas las dos de la madrugada. Llevé mis manos a mi cabeza porque todo me daba vueltas, me sentía tan cansada, sin fuerzas y con el alma destrozada.

—Dana tranquilízate. Tienes que olvidarte de esa pesadilla, mañana tienes clases ¡Reacciona! —Me dije a mi misma.

Volví a cerrar mis ojos para encontrar un poco de descanso, pero lo que vino a mi mente fueron imágenes relacionadas con un niño, alguien a quien estoy segura de haber conocido. Luego de reaccionar, entré en desesperación mis lágrimas empezaron a caer de nuevo y no pudiendo detener el llanto solo dije...

—Lo conozco, ese niño sin duda es él. Y yo... lo maté.

Game OverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora