Capítulo 4

250 13 0
                                    

Apuesta

El fin de semana llegó y con ello la salida pendiente, le conté a mi madre que saldría con el chico que vivía alado. Ella se emocionó mucho, tanto así que hasta llegó al punto de pedir permiso en el trabajo un día anterior para irnos de compras. Ahora que lo pienso creo que no fue buena idea contarle.

—Mamá solo somos conocidos —Ella dejó de peinarme y dijo—Los conocidos no salen juntos en un fin de semana.

Me quedé callada, de cierto modo no sabía que responder, no porque no supiera qué decir sino por que creo que tal vez sí lo consideraba como a un amigo.

—Listo, quedaste bellísima—Manifestó Isabel.

Me iba a poner los lentes, pero mi madre no me dejó — ¿Qué haces? Te quitarás hermosura. Hoy no los usarás.

—Pero no veré bien ¿quieres que tu hija se caiga y pase el papelón de su vida? —Expliqué.

—Estarás de la mano de aquel joven, no te preocupes querida—Articuló ella.

En medio de la pequeña discusión entre chicas, "alguien" llamó a la puerta e inmediatamente Isabel fue la primera en bajar las escaleras para ir a recibir al supuesto galán. Yo me tomé mi tiempo para descender.

Cuando llegué a la entrada, vi a Evans esperando por mí, él era guapo, lo admitía, pero hoy resaltaba aún más su apariencia. Se había puesto un jean negro medio ajustado y una camisa blanca, misma que mostraba sus tan formados músculos. Yo por el contrario, vestía uno short azul y una blusa blanca de tirantes, el cabello suelto con una pequeña trenza a los lados y zapatos deportivos al igual que Evans.

—¿Nos pusimos de acuerdo para combinar? —Pregunté.

—Eso parece. Bueno... Creo que ya conociste a mi mamá —Señalé en su dirección.

—Diría que ya nos conocíamos-—Contestó él.

—¿Cómo? —Interrogué.

—Es una larga historia. Te dejo en buenas manos. Él es un buen chico créeme hija —Por alguna rara razón sentía que Isabel aprobaba una relación inexistente.

—Tenemos que irnos—Me despedí de ella antes de que saliera con quién sabe qué cosa.

Evans pidió un taxi, para llegar rápido, pues eran las tres de la tarde y según él, quería llegar lo antes posible y poder aprovechar el tiempo en todas las atracciones. Sin embargo, mientras nos dirigimos a nuestro destino, en el trayecto yo no sabía cómo comportarme, todo lo tenía realmente confuso. Evans, en cambio hablaba de forma corrida sin tartamudear siquiera, pero yo era un mar de nerviosismo. Sentirlo tan cerca hacía que mi corazón latiera tan rápido, y que mi mente dejara de pensar en algo coherente, de modo que sentía que en cualquier momento iba a caer presa de estos sentimientos que no puedo entender. Nunca tuve sentimientos por alguien, o tal vez sí, pero desde que empecé nuevamente mi vida, todo cambio, todo olvidé.

—¿Estás bien? —Preguntó Evans, sacándome de mis pensamientos.

—¿De qué hablas? —Él me miró con preocupación —Vamos no me pasa nada... ¿Estamos cerca para llegar?

—No me mientas Dana, te he visto perdida hace unos minutos—Replicó.

—Ya te he dicho que estoy bien. Es difícil de entender —Me exalté un poco, haciendo que Evans se quede extrañado.

Quería continuar hablando; quería reprocharle tantas cosas; quería preguntarle por qué me duele el pecho cuando estoy con él, por qué el aire a mi alrededor se me escapa cuando lo miro, pero mi subconsciente me obligó a detenerme.

Game OverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora