Capítulo 7

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A mi lado

Me salté algunas clases después del acontecimiento que viví en las aulas de clases. Sabía que no me sentiría mejor si seguía un minuto más en ese lugar. Tenía que huir sin remedio, por lo que me acerqué a la Dirección y hablé con la dirigente de curso para pedirle permiso debido a que no me sentía estable y necesitaba descansar.

La docente al parecer me creyó, porque sin dudarlo me dio permiso para salir. Ahora me encuentro caminando a pasos lentos en el filo de la ladera con la mirada perdida. Luego me doy cuenta de que las personas me miran como si llevara algo extraño en mi cara.
Para comprobar que es lo que sucede me toco el rostro y no podía creer que yo estuviese llorando sin razón.

He vivido situaciones de igual magnitud en otras instituciones, pero ninguna me ha hecho sentir tan miserable. A mi mente solo vienen recuerdos de mi caída, de las risas de todos y de las palabras de Evans.

Me detengo para esperar el cambio de semáforo, aunque el lugar no es muy frecuentado se debe tener respeto por las señales de transito. Al otro lado de la calle visualizo a una madre y su hijo esperando lo mismo que yo. Él pequeño infante mantiene con fuerzas en sus manos su pelota, la madre habla por celular y en un descuido al niño se le cae su juguete en medio de la calle. En su afán de recoger su juguete va en busca del mismo sin percatarse que un carro se aproximaba a gran velocidad.

Al ver lo que estaba a punto de suceder no me quedé quieta y me adentré a salvar al niño. El auto solo me dio tiempo de empujar al infante a la ladera llevándome conmigo la peor parte. Fui embestida por el vehículo y lo último que recuerdo es ver como todo giraba y se volvía tan oscuro a mi alrededor.

- ¡Dana despierta! ¡No me dejes!- La mano de una persona sostenía con fuerza la mía- Doctor dígame ¿Ella va a estar bien? ¡Por favor no permita que le pase nada malo!

Yo no podía moverme, mi cuerpo no respondía y me sentía tan débil como para hacerlo. La voz desesperada me decía que me quedara, pero qué podía hacer si me era difícil abrir mis ojos.

Creo que fui llevada a una habitación y me encontraba rodeada de muchas personas, sus voces se escuchaban tan lejanas que no entendía que estaba pasando. El cansancio y las ganas de no despertar para siempre llegaron a mi y caí presa en un sueño profundo.

No sé cuanto tiempo estuve durmiendo, y tampoco recuerdo que pasó después, pero de algo estaba segura y es que me encontraba en un lugar desconocido. Abrí mis ojos e intenté levantarme, sin embargo, la aguja de un suero que tenía en mis manos y los cables de ese aparato que mostraba tus signos vitales me lo impedían.

-No te levantes, tu cuerpo aún no se recupera- Dijo la voz encantadora de una mujer.

-Mamá... ¿Qué ha pasado? ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

-Tuviste un accidente hace un par de días y si no hubiese sido por tu novio, no sé que hubiese pasado

La miré desconcertada- Tanto tiempo... Espera mi novio ¿De quién hablas?

-De Evans, ese muchacho no se ha separado de ti desde que te trajo al hospital -Contestó ella.

- ¿Cómo? Pero él no es... ¡Ay mi cabeza!

-Debes descansar, el doctor dijo que mantuvieras reposo hasta que salieran los exámenes. Yo tengo que salir un momento hasta mientras Evans se quedará a tu cuidado- Se despidió mamá con un beso en la frente- No vayas a preocuparme más mi amor. Te quiero.

Me quedé en la habitación del hospital por unos segundos hasta que tocaron la puerta y pidieron entrar-Adelante-Dije.

- ¿Cómo te encuentras? ¿Te has olvidado de mi?

- Claro que me acuerdo, eres el idiota de mi vecino.

-Siempre tan linda con los cumplidos, se nota que me extrañas- Comentó Evans.

Se aproximó hasta llegar a lado de mi camilla- Oye alucinas, soy yo la que esta en condiciones de decir cualquier barbaridad y...- Me abrazó sin previo aviso.

- No vuelvas a cometer una imprudencia así. Me asusté demasiado, pensé que te había perdido. No puedo dejarte ir, no esta vez- No me quería alejar, porque en el fondo sentía que necesitaba un abrazo que me transmitiera que todo iba estar bien.

-No lo volveré hacer, sin embargo, puedes alejarte, mi cuerpo me duele mucho.

Se alejó con la cabeza agachada y seguido de eso se apartó de mí caminando a hacía la salida. Pero no se fue, se quedó parado allí por un rato.

- ¿Estas bien?- él asintió con la cabeza.

- No me digas que estás llorando- Reí un poco ante lo que le decía.

- Y si fuera así qué. Me importas y no quiero que nada malo te pase- Se volteó y pude ver sus ojos rojos y llorosos.

- Ni que te hubiese pasado algo parecido antes...- Callé por su expresión de dolor.

-Es que ya pasó antes y no quiero que esta vez te vayas de mi lado de nuevo.

Me sorprendieron sus palabras, él hablaba como si ya hubiese sucedido lo mismo hace mucho tiempo, y era como si ya lo hubiese vivido yo también. Entonces recordé al niño de mis sueños y saqué una conclusión rápida, pero no podía ser real, esto debía ser una coincidencia.

- ¿De qué estas hablando? - Pregunté.

Él llegó hasta mi, y agarrando mis manos me dio un pequeño beso en las mismas-No lo sé, me dejé llevar por el momento. Ahora trata de dormir sino quieres que asalté tus labios y recuerda que te anuncié que la próxima vez iba en serio.

Mi cara se sonrojó de inmediato- ¡No me hagas esas bromas tonto!

Le tiré el cojín que estaba sosteniendo mi brazo provocando que sonriera. Tal vez él piense que he dejado el tema allí, pero muchas dudas se formaron en mi cabeza después de esa conversación y cuando me recupere iba por respuestas, respuestas y más respuestas.

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