Prólogo

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Tenía una mirada tan inocente y juguetona como las estrellas...

Ver sus ojos era como ir descubriendo un mar de dulzura y amor.

Con un alma que no le cabe en el pecho y unas ganas que en cualquier momento se podrían comer el mundo...

Me contó sus sueños y me mostró su ser; y ante la luz de la noche pude ver su preciosa esencia brillar aún más que la mismísima luna y pude notar también como ardía nuestra alma aún más que el mismísimo sol.

No existía nadie más que él y yo entre la multitud y no podíamos escuchar más que la melodía de lo imposible de un amor, y la impaciente presencia de un suspiro...

Lo conocía desde hacía tanto y sin embargo parecía la primera vez...
aún recuerdo cuando jugábamos juntos en el jardín del patio trasero de la tía Irene más o menos a nuestros 6 años, jamás había reparado en el brillo tan intenso de sus ojos, sus pestañas tan largas y esa sonrisa pícara que adornaba sus labios. Habíamos cambiado mucho en muy poco tiempo.

Él era mucho más alto  y sus ojos y su cabello se habían hecho tan negros como la noche; su piel blanca dejaba lucir sus pequeñas y finas pecas.

¿Y yo?, Bueno, yo era un poco más alta y también un poco más delgada. Había dejado crecer mi cabello hasta la cintura y aún mantenía el color castaño natural como mis ojos.
Habían pasado ya unos 10 años desde la última vez que cruzamos palabra...

Pero esta, esta había sido una de las mejores coincidencias de mi vida, uno de los mejores comienzos...

ÉlWhere stories live. Discover now