El simple hecho de recordar todas esas cosas hacía que me doliera el corazón y se humedecieran mis ojos. ¿Por qué a veces era tan infantil?...bueno, dicen que el primer amor nunca se olvida y menos si la historia termina como terminó la mía... después de ese suceso mi madre me contó que nos mudaríamos a otra ciudad.
-Alessa, hoy te llevaré con tu tía Irene, pero esta será la última vez, pórtate muy bien, despídete de ella y no olvides agradecerle por todo este tiempo que te ha cuidado con tanto cariño, ¿Está bien?
-Está bien mamá- dije a un paso del llanto.
-¡Oh, no llores! Me harás llorar también cariño...volveremos a visitarla muy pronto ya verás- me dijo mientras me abrazaba muy fuerte. Lo que mi madre no sabía era que la razón por la que me dolía tanto era porque sería la última vez que vería a Raúl.
Nos dirigimos a la casa de la tía Irene y yo no podía ocultar mi tristeza...tenía los ojos llorosos y la cara seria. ¿Qué iba a decirle a Raúl? ¿Lo volvería a ver? ¿Me quería o me quiso alguna vez? ¿Qué pasaría con toda nuestra historia?... Había demasiadas preguntas en mi mente y cada vez me sentía más deprimida, hasta que no pude contenerlo más...Entré a la casa de la tía Irene con lágrimas en los ojos y corrí directamente hacía el jardín esperando ver a Raúl.
-¿Raúl?, ¿Raúl estás aquí?...
Corrí buscándolo por todos lados, no estaba en el jardín, no estaba en su cuarto, no estaba en el lugar que había decorado para mí...comencé a sentir que moriría de tristeza, estaba llorando como nunca había llorado, gritando su nombre una y otra vez, corriendo y haciendo todo para tratar de encontrarlo.
¡Raúl! ¡Rauuuul! – Grite con todas mis fuerzas mientras las lágrimas empapaban el cuello de mi vestido. Me dejé caer en medio del inmenso jardín, sin esperanzas y sin entender nada...
-Alessa...-dijo una voz tras de mí. Era la tía Irene que me miraba con un gesto triste.
-Sé que te pone muy triste el tener que irte y sé que te gustaba mucho jugar con Raúl. Él tuvo que irse a otro lugar a vivir con su papá, irá a otra escuela en donde podrá seguir dibujando como tanto le gustaba, y yo me quedaré aquí para cuando desees regresar. Sé que tú ahora también te irás, pero yo siempre te recordaré.
Yo no pude decir nada ante esas palabras, no podía comprender lo que estaba pasando...Raúl se había ido para siempre y no pude despedirme de él...no pude verlo por última vez, sentir su fuerte mirada sobre mí, observar de cerca sus pequeñas pecas y su sonrisa chimuela, tocar su cabello tan alborotado y pintar junto a él, no pude escuchar su dulce voz y no podría ser nunca más su musa...
-Te dejaré sola un momento linda, todo estará bien.- Me dijo mientras me daba un fuerte y reconfortante abrazo...- ¡Ah, por cierto! Raúl me pidió que te diera esto...
La tía Irene me dio un sobre blanco lleno de pintura y un poco arrugado. Inmediatamente lo tomé y se dibujó en mis labios una sonrisa. La tía sonrío y se alejó lentamente. Yo me quedé ahí, admirando aquel sobre y tratando de descubrir su contenido, lo abrí poco a poco con un poco de miedo...Tenía dentro 2 hojas blancas, una era una carta y la otra, una pintura.
La carta decía:
"Hola Alessa, lamento no haberme despedido de ti. Quiero decirte que voy a extrañarte mucho, debo irme a vivir con mi papá a otra ciudad muy lejos. No quiero irme y no quiero dejar de pintar contigo. Siempre quise decirte una cosa, pero nunca pude hacerlo. Quiero que sepas que tú siempre serás mi musa y que no pintaré a nadie más que a ti. Es una promesa. Te dejo el último dibujo que hice para ti, donde yo te dibujaba ¿recuerdas? No pude dibujar tus ojos...pero cuando te vuelva a ver, te dibujaré de nuevo y esta vez te dibujaré completa. <3 "
Después de leer aquella carta mi corazón saltaba de alegría pero mis ojos seguían derramando lágrimas, era una combinación de tristeza y alegría que me invadía por completo. Sequé mis lágrimas para poder observar el dibujo. Era sin duda el mejor dibujo que él había hecho hasta ese momento...incluso había dibujado el fondo de la escena que él había preparado para mí, todo estaba pintado con tanto detalle que parecía mentira, la flor en mi cabello, mi vestido, mi cuello, mi rostro, mis labios...pero mis ojos no estaban ahí...él decía que los ojos eran lo más importante, pero casi nunca quedaban como a él le gustaban y muchas veces los borraba...¿había pasado igual conmigo?
La tía Irene me había entregado el mejor regalo de todos y mi más grande tesoro... me quedé observando su dibujo y la letra chueca de su carta, los guardé dentro del sobre y los estrujé contra mi pecho en un abrazo, como si fuera Raúl quien me abrazara mi llanto se detuvo, me sentí tranquila y corrí a buscar a mi tía. Me quedé con ella charlando y jugando como era costumbre hasta que llegó mi madre...Cuando ella llegó me preguntó:
-Alessa, ¿qué es eso que llevas ahí?
-Es una carta mami.
-¿Una carta? ¿y de quién?
-De Raúl- dije con una gran sonrisa.
-¿Raúl? ¿y Raúl quién es?
-Ammmm...es un niño que siempre estaba en la casa de la tía Irene.
-¿Un niño en su casa? Pero si...tu tía Irene no tiene hijos.
-¿Eh? No mamá, debe ser un niño que la tía Irene se encarga de cuidar igual que a mí.- dije con total seguridad.
-Sí, es probable mi niña, tu tía quiere mucho a los niños- me dijo confiada.
Debo reconocer que por mucho tiempo viví creyendo aquello pero, si no era su hijo, ¿Por qué habría un cuarto para él en la casa de la tía Irene?
Mientras reía por aquellos pensamientos tan tontos una voz desconocida comenzó a gritar detrás de mí.
-¡Espera! ¡Detente!
¡Era la chica de cabello morado que estaba sentada frente a mí el día del examen de admisión! ¿Qué sería lo que querría decirme con tanta urgencia si ni siquiera nos conocíamos?...
Nota: ¿Les gustó el capítulo? :D Espero que si, dejen sus votos y sus comentarios. Gracias por el apoyo!
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Él
RomanceAmor, intriga, reencuentros y decepción... Alessa está a punto de cumplir un sueño y convertirse en la artista que siempre deseó ser, su amor por el arte y por la persona que la hizo descubrir ese mundo, la llevan a reencontrarse con su pasado y com...