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EL FINAL DE TODO

Era el momento de la verdad, el tirador levantó la pistola y apuntó con ella a Christopher, le apuntaba directamente a la cabeza, preparado para no fallar y dar así una estocada limpia y perfecta, apretó el mango del arma y movió lentamente su dedo índice, pero entonces, el teléfono del asesino comenzó a sonar, éste desvío la mirada y se hizo a un lado para contestar.

Eran exactamente las 4:00 de la madrugada, el asesino mantuvo una discusión por teléfono y conservaba el ceño completamente fruncido ¿mantenía una conversación con la policía o se trataba más bien de una llamada personal? Todo esto se estaba convirtiendo en la peor de las zozobras, no saber lo que iba a suceder mantenía el ambiento tenso.

El sujeto continuaba la conversación con su teléfono y una chica con mucho sigilo se aventuró hasta la puerta para salir del baño, la muchacha estaba a escasos centímetros de la puerta y se giró para hacerle señas al resto de los cautivos, el tirador se mantenía con la mirada agachas y entretenido con la llamada.

Algunas de las personas lo intentaron, comenzaron a moverse hacia la puerta, habían pasado quizás tres, cuatro cuando mucho y para cuando Christopher decidió intentarlo también el tirador subió la mirada y vio reflejado en el espejo las personas que intentaba huir, colgó la llamada y se giró hacia ellos.

La adrenalina los empujó a reaccionar de la manera más instintiva posible, así que los cuatro salieron corriendo fuera del baño y el tirador se fue tras ellos, se escucharon los gritos de horror fuera del baño y enseguida los disparos descontrolados, Christopher deseó con todo su ser que hayan logrado escapar. Se aventuró a acercarse al cuerpo de Juan, tocó su cuello para verificar el pulso y pudo notar que aún latía, aunque muy lentamente.

-Aguanta un poco más Juan, hazlo por Aleck.- Susurró.

Volvió a la parte de atrás del baño con lo que quedaba de rehenes, la prioridad era mantener alejado al tirador del cuerpo de Juan, ya había conseguido darle una oportunidad de vida y no podía echarlo todo a perder.

El tirador no regresó, aunque nadie en el baño se relajó, todos mantenían la vista fija sobre el portal de la puerta, esperaban que apareciera de nuevo o llegara finalmente la figura de uno de los agentes de la policía. Aunque eso, jamás pasó.

Los disparos comenzaban a causar serios estragos entre los heridos que se encontraban dentro del baño, algunos temblaban, otros escupían sangre, algunos simplemente se dejaron vencer por el dolor o la contusión y murieron.

Christopher alcanzó a ver el cuerpo del joven con el que compartieron el cubículo, se mantenía boca arriba con los ojos a medio cerrar, la boca abierta, la sangre coagulada de los disparos sobre su pecho, su cabeza y uno de sus brazos formó un amplio charco sobre el suelo ya manchado. Había sido muy valiente al intentar detener al asesino.

Comenzaba a sentir mucho frío y recordó su chaqueta sobre el espaldar de la silla frente al escenario, no muy lejos del baño de caballeros, recordó el aroma del perfume de Isaac, sintió que al morir estaría de nuevo junto a él, serían felices y podría ver de nuevo sus brillantes ojos azules.

Amanda se había hincado frente al cuerpo de Christopher y tomó su rostro con ambas manos, al tacto se sentían muy cálidas, era placentero poder mirar sus ojos, acarició el rostro de Christopher y se acercó aún más hasta llegar a su oído.

-Eres mucho más fuerte que todo esto- Susurró. -Debes aguantar un poco más, por tus amigos.- Terminó la frase besando su mejilla.

La visión comenzaba a tornarse borrosa, pero aún así parpadeó en varias oportunidades para aclarar su visión, se incorporó del suelo y se mantuvo recostado de espaldas a una de las paredes con la cabeza en alto, rogando por conservar y reunir fuerzas.

Respiró profundo y movió lentamente su mano izquierda, a pesar de todo el dolor que sentía en el brazo, miró la hora en su reloj y volvió a reposar el brazo sobre su pierna, eran ahora las 4:21 de la madrugada. ¿Cuándo terminaría aquella pesadilla?

El asesino no había regresado al baño, aunque lo rehenes se mantenían aún expectantes en el mismo lugar, nadie decía nada, ni siquiera se atrevían a hablar, fuera del baño se seguían filtrando el sonido de nuevas detonaciones, ¿cuántas personas más padecerían ante aquel psicópata?

Christopher desgarró como pudo su suéter y se forjó un torniquete sobre la pierna, desgarró otro trozo de tela y se lo amarró sobre la herida del brazo, si moría en el lugar, no sería desangrado, o al menos podía intentarlo.

Pasaron aproximadamente 45 minutos más, los disparos afuera habían cesado, no había rastro del tirador, hasta que se comenzaron a escuchar unos gritos fuera del baño, le indicaban a las personas que levantar las manos si aún seguían con vida, las voces de los efectivos policiales comenzaron a filtrarse vagamente hasta los rincones del baño.

Algunas personas comenzaban a gritar, "Aquí" "Auxilio" "Estamos aquí" desesperados por acabar con toda aquella lúgubre pesadilla; pero las voces seguían filtrándose desde muy lejos y una vez más se escuchó una nueva ráfaga de disparos, fuera del baño se desataba un enfrentamiento, entre lo que supuso, sería la policía y el asesino.

Todos volvían a hacer silencio en el baño, se acurrucaban entre ellos, olvidando por completo las heridas de otros, el miedo era mucho más fuerte que el dolor que podían llegar a sentir y la esperanza era una pequeña flama que comenzaba a aumentar de nivel.

Cerca del baño de damas, donde se encontraban ocultos, se pudo escuchar una fuerte explosión al otro extremo, probablemente en el baño de caballeros; la policía estaba comenzando a ganar terreno dentro del lugar.

Christopher se acercó al cuerpo de Juan y lo giró, lo posó cuidadosamente sobre sus piernas y verificó una vez más el pulso, seguía con vida, "resiste" pensó "pronto vendrán por todos nosotros".

La batalla campal fuera del baño parecía durar una eternidad, los disparos retumbaban dentro de la cabeza de Christopher y por su mente pasaban las imágenes de Isaac, Amanda, Juan y el joven del cubículo cayendo al suelo, alcanzados por las balas; apretó la camisa rasgada de Juan y comenzó a llorar de nuevo producto del pánico que causaba el sonido de los disparos.

El silencio se apoderó una vez más del lugar y comenzaron a filtrarse las voces de los agentes policiales una vez más, indicaban a los sobrevivientes que levantaran las manos para poder ayudarlos, que podían salir de donde estuvieran ocultos, el asesino había sido neutralizado.

Las personas presas del miedo dentro del baño comenzaron a aproximarse de uno en un hasta la puerta del baño para husmear y corroborar la información, un flash de luz los cegó y rápidamente un grupo de agentes se acercaron al baño para evacuar el lugar.

Muchos de los heridos comenzaron a salir del club y Christopher no podía creer que había sobrevivido a aquella madrugada cargada de terror, respiraba con notoria dificultad, de sus ojos brotaron lágrimas de agradecimiento y su garganta se había atarugado con un nudo enorme que le impedía hablar, tampoco hizo falta, el rostro de uno de los agentes le causó un leve susto al aparecer ante la puerta del cubículo. Lo ayudó a levantarse y con un tono esperanzador le indico:

-Todo ha terminado.-

-Mi amigo, está herido.- Decía Christopher con un hilo de voz. -No lo dejes aquí, por favor.- Las lágrimas eran incontrolables.

-Vendré por él enseguida, no te preocupes.- Fue inevitable para Christopher el no abrazar a aquel agente que le había llenado el alma de esperanzas.

-En la sala de baile están tirados dos amigos más.- Le dijo entre lágrimas

-De ellos se encargará alguien más, vamos.- Apresuró el agente.

La pesadilla dentro del baño había terminado y Christopher sintió que a pesar de todo lo sucedido, debía dar gracias a Dios por haber sobrevivido a toda esa madrugada sangrienta y rodeada de terror.

Masacre en el ClubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora