Masacre en el Club

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DESPUÉS DEL INFIERNO

El trayecto desde el baño, hasta la salida del club, como era de suponerse, estuvo cargado del más grande horror que nadie pudiera llegar a imaginar en el mundo, había cuerpos desparramados por todas partes, algunos incluso conservaban los ojos abiertos enfocados en la nada, el club estaba literalmente bañado en sangre, no existía un rincón del lugar en el que no existiera un charco enorme de sangre.

Al pasar por la sala de baile fue inevitable desviar la mirada hasta los pies de la barra, Christopher intentó buscar el cuerpo de Isaac, pero de la zona ya habían retirado muchos cuerpos, el de Amanda no se encontraba allí y tenía muy en claro que no había manera alguna de que ella pudiera sobrevivir aquella madrugada pues llegó a ver como el impacto de bala le alcanzaba directamente en la cabeza.

Christopher patinaba en el suelo del club y se mantenía apoyado sobre los hombros del agente, era bastante complicado caminar sobre aquel inmenso mar de sangre que inundaba por completo todo el lugar, las luces estaban encendidas en su totalidad, se ampliaba la visión y era imposible no vislumbrar el lugar por completo, comparar el infierno con aquella escena era simplemente quedarse corto.

El agente escoltó a Christopher hasta la salida del club, fuera del lugar había miles de luces intermitentes, de un color rojo y azul, las luces cargaron de esperanzas a Christopher una vez más; el agente lo ayudó sutilmente a sentarse en una zona que habían destinado para los heridos y arrodillado frente a él le dijo:

-Iré por tu amigo, aquí estarás a salvo.- Christopher asintió aún con lágrimas en los ojos.

Al retirarse el agente se dedicó a pasear la mirada desde las víctimas, hasta el personal médico que atendía a los heridos con afán y pasó de ellos a los efectivos policiales, la vida no le alcanzaría para agradecer a todas y cada una de las personas que lograron participar en aquella misión por el bienestar de tantas personas.

Una mujer de edad media se acercó hasta Christopher para verificar su estado, no hizo falta revisar a fondo sus heridas para percatarse de que necesitaba atención inmediata, hizo un gesto con la mano y otro par de paramédicos se acercaron a ellos, tomaron a Christopher con cuidado y lo subieron a una camilla tipo tablilla, lo aseguraron y antes de que pudiera gesticular alguna frase, su fuerza lo abandonó y perdió el conocimiento.

Los paramédicos subieron a Christopher hasta una de las ambulancias y se lo llevaron de inmediato al hospital más cercano, habían definido el Hospital San Crouch para recibir a todas las víctimas de la terrible balacera.

Dentro del club los agentes continuaban con el rescate, poco a poco los sobrevivientes comenzaban a evacuar el local, algunos con ayuda y otros por sus propios medios, los cuerpos que permanecían sobre el sangriento suelo eran verificados por los agentes para de igual forma sacarlos rápidamente del lugar.

El agente que ayudó a Christopher regresaba al baño, tal y como se lo había prometido después de dejarlo en la zona de heridos; acomodó su fusil de asalto y se cargó con el cuerpo de Juan en uno de sus hombros, con muchísimo cuidado se encaminó hasta la salida del club y una vez ubicado cerca de la zona de heridos pidió ayuda con el cuerpo para colocarlo con cuidado sobre una camilla.

Juan fue llevado de urgencias hasta el hospital, escoltado por tres paramédicos que le suministraban oxigeno y revisaban su acribillado cuerpo, el estado de Juan era bastante crítico, tan solo un milagro de los cielos podría llegar a salvar la vida de ese hombre.

El sonido de las ambulancias no paraban de retumbar alrededor de las calles cercanas al club nocturno PLUS, los vehículos que iban y venían trasladaban a decenas de heridos, la escena era una zona de guerra que dejaba estampado el miedo sobre unos cuantos y el sufrimiento en muchos otros, la madrugada del 12 de Junio se había convertido en una lamentable masacre vivida bajo el cielo de los Estados Unidos.

Finalmente amanecía en Orlando después de haber vivido una noche completamente aterradora, la masacre había tenido fin pasadas las cinco de la mañana, para el momento ya la noticia había recorrido medio globo terráqueo gracias a la información veraz y precisa prestada por la prensa que desde el inicio del ataque se encontraron reportando en vivo desde el lugar.

El mundo entero lamentaba y reprochaba los actos vandálicos ocurridos dentro del local nocturno y se unían al inmenso duelo causado por todas las vidas perdidas en manos de un hombre que decidió adentrarse a un club gay con el propósito de acabar con todo aquel que estuviera a su alcance.

El club había sido revisado de cabo a rabo, habían retirado del lugar a todos y cada uno de los sobrevivientes, los heridos habían sido trasladados al Hospital San Crouch, el hospital más cercano al lugar de los hechos y los caídos esperaban por el departamento encargado para ser trasladados hasta la morgue de Orlando.

Las autoridades trabajarían en reconocer e identificar a todos los heridos y de igual forma con los fallecidos en el lugar, ofrecerían la cifra exacta de los resultados fatídicos de aquella noche y lo informarían a toda la nación a través de una rueda de prensa que se efectuaría a las 14 horas del día domingo 12 de Junio.

En el lugar estarían trabajando analistas especiales y los encargados en realizar el levantamiento de los cadáveres; el club permanecería completamente cerrado hasta que terminaran las evaluaciones pertinentes y necesarias por parte del departamento policial y sus analistas especiales.

Pronto el Gabinete Gubernamental se pronunciaría ante los hechos sucedidos durante la madrugada de Orlando y expresarían al país, como era de suponerse, sus condolencias por las pérdidas humanas.

Un acto vandálico que causó la muerte de personas inocentes y marcó la vida de muchos otros; las verdaderas cicatrices quedarían enmarcadas en sus cabezas y sus corazones por el resto de sus vidas y contra eso, nadie podría llegar a luchar.