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Desperté más feliz que nunca aquél jueves, mi rostro pintaba una enorme sonrisa que nadie pudo borrar desde ayer en la tarde. Me sentía tan bien y tan alegre. El día nublado parecía verse de un gris tan hermoso, los rayos del sol que se colaban por las amontonadas nubes, se veían preciosos. El viento soplar por las ventanas sonaba tan delicado y melodioso. El día pintaba ser muy lindo.

Desayunar con mi madre fue aún más agradable que todo lo demás, comimos unos panquesillos de chocolate con una deliciosa taza de chocolate caliente. Su sonrisa alegraba aún más esa mañana. 

Charlamos de cosas triviales, de mis exámenes, ella de su trabajo y de su pareja, quien frecuentaba menos, pero la mantenía tranquila, no quería sobrellevar las cosas con él, y tampoco quería que mi padre lo notase, así que por ahora las cosas estaban bien.

Al terminar aquel rico desayuno, la despedí con un enorme beso en la frente y la acompañé hasta la entrada de la casa, al abrir la puerta el viento se coló un poco; y pude sentir el bonito olor fresco a hojas, a pasto recién cortado que seguramente nuestra vecina había podado hacía un rato y un aroma a tierra mojada que tanto me agradaba oler cuando era pequeño.
Me gustaba sentarme en las escaleras de la entrada de mi casa, para ver atentamente la lluvia caer, mientras mi paraguas me cubría de las frías gotas de agua. 

En ese entonces mi familia era tan unida, y todo era tan tranquilo y lindo. Pasaba mis tardes en ese jardín que tanto adoraba, ya que a mi madre le encantaba decorar y tener tan lleno de flores y figurillas de ranas que combinaban con las macetas llenas de  distintas plantas que ambos cuidábamos todos los días. Le gustaba tener el jardín delantero muy bien presentable. 
Mi padre solía llegar antes del anochecer a la casa, por lo tanto, yo lo esperaba sonriente sentado ahí como siempre, si no es que jugando con mi vecino y mejor amigo que jamás pude tener. Se llamaba Taemin, si mal no recordaba. Que por cierto, el fue una de las causas por la que mi padre nos dejara a mi madre y a mi... pero esa era otra historia bastante larga.

Así que cerré la puerta un poco nostálgico al haber recordado tantas cosas con una simple brisa mañanera y tomé mi mochila dispuesto a ir a la universidad, revisé rápidamente la pantalla de mi celular para ver la hora que era —era temprano— así que me dispuse a ir caminando a ésta. Tendría tiempo de pasar a comprar unos emparedados en uno de los restaurantes de paso a la universidad, y llegaría a tiempo.

  🌹 

Al llegar al salón de clases, Tae se dirigió corriendo hacia mí y saltó para abrazarme con mucha emoción. Su sonrisa deslumbraba todo aquel lugar, y yo lo miré confundido mientras respondía a su abrazo tan repentino.

—¡Jimiiiiiiniiieeee!— dijo con una voz chillona como de costumbre.

—¡Taee!, ¿pasa algo?— dije soltándolo lentamente para mirarlo sorprendido. 

—¿Cómo te fué con tu Yoongo Bongo?— comenzó a hacer cejitas, levantándolas y bajándolas repetidamente. 

—¿q-qué?, de que habl-..—me interrumpió.

—Ay, no te hagas el desentendido— me dió una palmada en la nuca —¿lo besaste, verdad?— me sonrojé de inmediato.

—¡Hey!, enserio... ¿de qué hablas?— no entendía de a qué se refería, yo no le había contado nada sobre la tarde de ayer que charlé con Yoongi, ¿que rayos?, ¿en verdad lee mi mente éste niño?

—Jiji, tengo ojos en todas partes bebé, veñ, cuéntamelo todo.— dijo jalando mi mano para ir a sentarnos en nuestros lugares.

—Ugh, a veces me das miedo Tae...— caminé hasta mi banca y tomé asiento. 

Instant Crush | Yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora