Maldijo a lo bajo cuando sintió la delgada aguja pasar a través de su piel, sus ojos se irritaron por las lágrimas que querían salir a causa del dolor pero no lo permitió, vertió agua destilada que guardaban en cajas de primeros auxilios sobre la herida que le había ocasionado aquel animal, su pierna se movió rápidamente soportando para después de eso tomar uno de los cigarrillos en la cajetilla que se encontraba sobre el baúl que sostenía una vieja lampara que a penas servía.
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¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra. Colocó sus guantes y uno de los sacos oscuros sobre su cuerpo que lo protegerían del frío y entre sus labios dejó el cigarro quemarse sin inhalar el humo todavía.
Sintió la mirada de alguien o algo y se giró para observar pero el lugar estaba mas solo cuando atravesaban esas horas, el circo abriría en 5.
-No sabía que fumabas- Sus manos entorpecieron provocando que el encendedor cayera al suelo haciendo un pequeño estruendo de la roca contra el metal, ni siquiera le importó por que sus ojos se encontraron con los de ella y al momento de verla con la intención de inclinarse para recoger el objeto, él hizo lo mismo y su mano chocó contra la de la pelirroja. Ambos se incorporaron y aquella dama sonrió.
Él siguió el mismo gesto e inclino su cabeza agradeciéndole el acto.
-Quería disculparme por lo que pasó en el remolque de Jankowski-
Él cerró sus ojos decepcionado de que ella hubiese visto aquella situación
-No- Rió adivinando lo que él pensaba -Él me lo a contado-
Maldito idiota. No podía dejarlo mas en vergüenza.
-No te preocupes, Bill- Se acercó -Ven aquí- Él acató sus palabras e hizo lo que le pedía, y cuando sintió la suave piel de ella tocar un poco mas abajo de su cuello, sintió como sus vellos se erizaban poniéndolo nervioso. Beverly bajó las hombreras del saco de vestir junto con su camisa para revisar la herida que le habían dejado y tocó sobre la superficie.
-Lo lamento en verdad, Bill-
Él la miró como jamás había visto a alguien y deslizó su mano contra el brazo de ella, dándole a saber que todo estaba bien.
-'Primera llamada para las estrellas de la noche'-
Aquél ruido los hizo despertar, las bocinas que estaban colocadas a lo largo del lugar anunciaba que el show comenzaría en un par de horas, pero debían estar listos.
Ella volvió su mirada a la de él y suspiró.
-Me temo que debo irme, Bill- Sonrió con dulzura -Me alivia que estés bien- Él inclinó su cabeza -Espero verte luego- Él asintió sin pensarlo dos veces y ella se marchó despidiéndole por una última vez a lo lejos.
Contuvo sus ganas de decirle a todo el mundo como su corazón había dado un vuelco al tenerla tan cerca pero debía guardárselo para sí mismo o el circo entero terminaría por crear rumores como los de todos los días.-¿¡Qué!?- Víctor saltó sobre la cama con una sonrisa de extremo a extremo y abrazó al castaño bruscamente -¡Bendito sea el perro del idiota de Jankowski!- Dijo entre risas y luego soltó un aullido como si de un lobo se tratase mientras Bill se burlaba de él
-No le diré a nadie Billie- Sonrió -Tu secreto está guardado conmigo- Guiñó un ojo haciéndolo reír por última vez para salir de la habitación y terminar de arreglarse para el escenario.
Víctor era uno de los mejores magos y cada vez que le presentaba un acto antes de hacerlo frente a miles de personas, Bill siempre se sorprendía con cada uno de ellos y le aplaudía mas fuerte que la anterior.Faltaban cuarenta minutos para el show de gala. Ella estaría dando un espectáculo junto a él mientras todos aplaudían a la pareja mas dócil del circo.
Despojó sus ropas dejándolas sobre el suelo de madera adentrándose al agua fría que la tina contenía.
Sumergió su cuerpo hasta que el aire dejó de sentirse y sus pulmones tomaron el necesario. Cerró sus ojos y llevó su mano a la herida de su hombro recordando como ella le había tocado con sedosidad, pero trataría de olvidarlo todo, por que ella no dejaría a Marcus por alguien como él.Sintió la falta de aire y con sus fuerzas contra el agua empujó su cuerpo dejando caer su espalda en la orilla de la tina de baño. Se quedó mirando la ventana y a través de ella lograban verse los copos de nieve que caían con lentitud en el exterior, sus ojos se cristalizaron y alcanzó la cajetilla de cigarrillos de nueva cuenta para encender uno y ponerlo entre sus labios.
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