El agua con el pasar de las horas comenzó a congelarse lentamente y las coníferas se anidaron en las puntas de las ramas de los arboles tan altos que escondían el pueblo.
Los niños deslizaban la navaja de sus blancos y rosados patines contra el hielo, haciendo movimientos elegantes en el aire y de esa forma, la orilla de sus bufandas que solían caer en las pecheras hacían movimientos bruscos pero que daban un perfecto acabado tierno en la escena del día.
Tomó un puñado de semillas arrojándolas al suelo de concreto y de esa forma los pichones no tardaron en olvidar su viaje a un lugar más cálido y bajaron sin pensarlo cerca de los zapatos marrones del muchacho.
Sonrió con tristeza y observó su reloj, este marcaba las dos en punto.
Y de esa forma, arrojó el resto de semillas listo para marcharse de ahí e ir de nuevo al circo del pueblo.Derry, un lugar solitario y olvidado, donde todos siempre se daban la mano al encontrarse en alguna cafetería, pero de todas formas...solías sentirte solo.
Esa tarde Bill retiró sus zapatos de piel para colocarse un par de antiguo y desgastado calzado.
Comenzó a estirar las cuerdas mas pesadas para así ayudar al circo a levantarse.
-¡Bill dejame ayudarte!- Los pasos de Marcus se escucharon contra el suelo de madera y ahí venía con aquella sonrisa 'encantadora' la cual hacia a las chicas de Derry y sobre todo a Beverly Rosenbluth caer ante él.