Las celdas se abrieron al son de la estruendosa campana dejando a cada hombre de todas las celdas salir. Los oficiales golpeaban las barras de metal con los bastones negros que llevaban enlazados en las orillas de la cintura. -¡Hora del almuerzo!- Terminaron en la celda del muchacho, abriéndola y él no se movió de su lugar -Skarsgård- Repitió entrando y tomó su rostro con brusquedad, este se encontraba dormido. -Vaya que te han dado una buena paliza, muchacho- Negó con su cabeza saliendo de ahí, era joven, comprendía su miedo, por que estar en un lugar como ese era como vivir la misma pesadilla todos los días. Abrió sus ojos encontrándose con lo frío de la pared y la tranquilidad mientras todos estaban afuera, observó el almohadón bajo su cabeza y este estaba manchado de la misma sangre que había perdido el día anterior, tocó cada herida en su cuerpo y estas ya habían cicatrizado haciéndole el favor de no perder más sangre de lo que ya. Se incorporó de la camilla observando a las afueras, dónde los pasillos se hacían cada vez más largos y eternos, caminó entre ellos y todos aquellos hombres estaban sobre los comedores dónde se golpeaban unos con otros. Buscó entre los oficiales a aquel hombre y se encontraba en la parte baja, no almorzaría esa mañana. -Bill- Volteó su cabeza a la parte trasera del final del pasillo donde su nombre se había escuchado, caminó con lentitud tratando de asegurarse que no había nadie ahí.
La celda numero 424, era tan oscura y con la diferencia de una enorme puerta de metal que sería imposible abrir sin la ayuda de dos o tres oficiales. Había una pequeña ventanilla y las luces comenzaron a volverse intermitentes. -Bill- Los susurros dentro de su cabeza no desaparecían y tampoco ayudaban, sintió un dolor en la cuenca de sus ojos y la espina dorsal que le hizo arrodillarse. -Skarsgård- Se giró rápidamente viendo a uno de los guardias inmóvil y el semblante de seriedad, se dirigió hacía él y el castaño retrocedió unos cuantos pasos hasta chocar contra la enorme puerta -No deberías estar aquí- Le tomó del brazo ayudándole a levantarse -Tienes visitas- Fue lo último que mencionó para hacerle bajar.
'PaulTrayson' Alcanzó a leer la pequeña placa del oficial que se había aprovechado de la situación. Sintió las miradas sobre su cuerpo y una sonrisa se plasmó en los labios del moreno, quién se relamió los labios al verle pasar. -Por acá- El hombre abrió una puerta que le conducía a una parte mejor iluminada de la construcción, los cubículos eran blancos y pequeños con un teléfono al lado de cada uno y una pequeña ventana de cristal que permitía ver a la otra persona en el exterior. Ahí estaba ella. Bill no perdió el tiempo, apresuró sus pasos hasta llegar lo mas cerca que les permitían. Ella sonrió con tristeza señalando el teléfono. -Bill- Escuchó de nuevo su voz y él cerró sus ojos llevando una de sus manos a sostener las lágrimas en ellos -¿Qué sucedió, cariño?- Acarició el cristal y como si él la hubiera sentido cerca, sonrió un poco -No permitas que te hagan daño-
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Él asintió sin dejar de mirarla, sería una de las pocas veces que podía guardar su imagen en su memoria -Beverly- Su voz se cortó y ella limpió sus mejillas que se encontraban húmedas por la situación en la que ahora le veía -N-no creas nada- Aseguró -De lo que digan de mi a-alláafuera- La pelirroja negó un par de veces -Voy a buscar la forma de sacarte de aquí- -No-N-no- Vio el reflejo del cristal y en él se marcaba la silueta de aquel hombre esperándole afuera para acabar, sus nervios se fueron a cada extremidad de su cuerpo tornándolas frías, tragó saliva -No to-tomarán en cuenta tus p-palabras, Bev- -Lo harán- Él negó mirando a la chica, y las manos de ella temblaban al sostener el teléfono -Te amo, Beverly- Sus palabras fueron sinceras, y ella sonrió con las lágrimas al borde de sus ojos -Te lo dije desde el inicio- Rió dejando escapar un sollozo -Te dije que te amaba- Él recargó su espalda en el asiento -Al menos pude tenerte una última vez como quería- Él castaño miró el suelo con una pequeña sonrisa y sus mejillas sonrojadas -N-no dejes d-devenir- Ella negó observando al oficial que entraba colocándole las esposas. -Hora de irnos muchacho- Él asintió viendo a Beverly hasta desaparecer tras las puertas de madera.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Apretaron lo suficiente como para dejarle marcas profundas alrededor de las muñecas y dejarle sobre una de las mesar del comedor. Trató de levantarse para no estar en ese lugar pero fue obligado a sentarse de nuevo. -Debes comer- Uno de los oficiales dejó el platillo de comida sobre su mesa, aquello era como una avena chiclosa que a simple vista parecía vómito de bebé. -¿Vas a comportarte especial, nenita?- Uno de los presos gritó lo suficiente como para que todas las miradas se posaran sobre Bill y solo se dedicó a tomar la cuchara del plato.
Sintió caer algo sobre su uniforme y al girar para tratar de ver que había ahí, aquello cayó al suelo. Un pedazo de pan con jalea y crema de many había dejado sus dedos pegajosos. Todos habían comenzado a burlarse trepando las mesas haciendo movimientos de mono. -A puesto a que eras uno en ese circo, marica- No reaccionó y aquella reacción fue merecedora por su parte de recibir un fuerte golpe en el estómago -Debes verme cuando te hablo idiota- Otro golpe fue marcado de nuevo dejando al muchacho aguantando el dolor. Le tomó del camisón tirándole su espalda sobre el suelo. -¡Debes verme, maricón!- En el rostro de Bill se dibujo una sonrisa y comenzó a burlarse de él -Al menos yo no m-me meto con hombres- Recibió otro golpe, esta vez en el rostro abriéndole una de las heridas de nuevo, gracias a ello los oficiales comenzaron a detener la escena, Bill le miraba con odio mientras su rostro estaba manchado de sangre nuevamente. -¡Voy a acabar contigo!- El muchacho guiñó el ojo mientras eran llevados de nueva vuelta a sus celdas.