Dear Belover

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Les había dirigido al interior del remolque para por fin llegar a su escritorio y revisar en la lista de registros de cada niño que entraba al circo.
-Siempre debemos anotarlos por si pasa algo como esto- Sonrió mirando a ambos muchachos y de vuelta su mirada se posó sobre el cuadernillo de 500 paginas
-¿Cómo dijiste que se llamaba?-
-Ge-Georgie-
-¿Georgie que?-
Bill no supo que responder a aquello y Jankowski se limitó a buscar entre la lista de ese mismo día.
En ese corto lapso de distracción, la mirada del muchacho se dirigió a cada objeto del remolque, el delicado maniqui de costura que llevaba puesta la brillante y dorada ropa que Beverly solía usar en sus presentaciones, los frascos de perfume colocados encima del baúl en el cual ella colocaba el rubor en sus mejillas y aquello la hacía oler tan bien, a dulces cerezas, coco y vainilla.
-¿Mirando la ropa de mi mujer, Skarsgård?-
Bill rió un poco ante tal acusación pero seguía odiándole como desde el inicio.
-En efecto, no hay ningun niño llamado Georgie- Dijo sin despegar sus ojos del libro -Ni Georgie, ni George. ¿Estás seguro que estabas en tus cinco sentidos, Skarsgård?-
Grace llevó su mirada al castaño y él solo humedeció sus labios tratando de mantenerse dentro de sus casillas.
-N-no estoy loco-
Marcus rió cerrando el libro y mirándole cara a cara
-No lo sé, amigo. Puedes tomar a todos por tontos pero yo sigo teniendo un asesino frente a mi- Colocó sus manos sobre el escritorio inclinandose un poco hacia Bill -Y se perfectamente que sigues amándola así que marchate de aquí, tus excusas de niños perdidos para entrar a la casa de alguien no me vuel- Fue interrumpido rápidamente por la rubia.
-Marcus calmate- Su mano se hallaba contra el pecho del moreno evitando una confrontación.
-Lo haré cuando se large- Se tumbó sobre su asiento sacando un cigarrillo de uno de los cajones, encendiéndolo en sus labios -De mi casa y del circo-
El muchacho safó su camisa del agarre de la rubia, dirigiendo su paso a la escalerilla del remolque.
-No necesito venir a tu circo de mierda- Sonrió al momento que sintió toda la adrenalina acumularse en su pecho listo para marcharse pero ahí estaba ella y logró mantener su equilibrio en sus pies antes de caer al fango y el aire en sus pulmones.
-¿Bill?- Ella se quedó perpleja y sus labios se mantuvieron abiertos cuando supo que en efecto era él, quién estaba parado en la entrada de su hogar. Bill se limitó a hablar listo para marcharse de ese podrido lugar.
-¡Metete, Beverly!- Alcanzó a escuchar entre el viento sin querer mirar atrás.

Buscó entre la poca gente que quedó en el circo, nadie parecía haber enloquecido por algun niño perdido. Había sido tan real, incluso Georgie había subido a sus hombros para montarle e ir a buscar a sus padres, estaba enloqueciendo. Eso era claro.
Sacó una de las viejas monedas de cobre que mantenía guardada en su bolsillo, rogó por que ese viejo truco funcionara, había olvidado cargar con unos cuantos dólares. La vieja maquina expendedora podía lucir como chatarra pero aun recordaba que era bastante difícil timarle, era como si cargara con una vida propia.
Sostuvo la moneda con su dedo indice, empujandola sin soltar el hilo atado a la moneda, presionó el numero '5' y su boca comenzaba a humedecerse por la sed que llevaba consigo.
-Vamos- Susurró lentamente observando con cuidado como el resorte hacía presión contra la botella de 'Coca-Cola' hacia el frente -Vamos- Observó el reflejo de los últimos rayos del sol contra el cristal de la maquina, ya era bastante tarde y sus horas se habían ido escurriendo conforme buscaba al pequeño rubiecillo.
-Maldita sea- Dió un golpe contra la maquina expendedora cuando esta se detuvo y quedó atorada la soda contra las barras y el cristal. Tomando en cuenta que se había tragado la moneda.
-Dudo que funcione ese viejo truco, Bill-
Giró sobre sus talones, viendo a quién esperaba ver. La miró por un par de segundos caminar a su lado e introducir una moneda de 25 centavos para así, dar un golpe en la maquina y por fin la soda ver salir. Ella se la otorgó.
-Creí que solo bebías Ginebra suizo- Sonrió pero Bill solo observó sus blancos zapatos y el final de la tela de su vestido.
-G-gracias- Guardó la soda en una de las bolsas de su saco y observó lo que quedaba del atardecer
-¿No deberías e-star en casa, Bev?- Habló algo lento intentando no tartamudear por lo tonto que para él se veía.
-Debía asegurarme si el dulce chico que antes trabajaba en este circo, había encontrado al niño perdido- Sonrió levemente -O había inventado una excusa para venir a verme y sacó la tierna historia de los niños perdidos de Peter Pan- Ella le miró y sus mejillas aun seguían tan rosas como siempre, Bill se limitó a hacer cualquier mueca, sonrisa o gesto y la siguió viendo con esa seriedad tan característica de él, pero esta vez con una frialdad que la inmutó a seguir.
-Lo siento- Ella habló tranquilamente.
-No, Beverly- Tragó saliva tratando de ahogar sus palabras pero había sido imposible -No todo el mundo tiene el tiempo para inventar excusas s-solo por que quieren llegar arrastrados de rodillas ante tus malditos pies- Sus ojos comenzaron a irritarse por la necesidad de no derramar alguna banal, obsoleta y debil  lagrima.
-Bill yo no quería...- Él la interrumpió elevando su voz
-¡No, no! No digas nada- Vio la sortija de ella en su dedo anular -¿Crees que es gracioso que te burles d-de mi? ¿Te parece gracioso?-
Ella miró el suelo para devolver sus azules ojos hacía él y su rostro tomó un rosado carmesí por el enojo
-¡No estaba segura si me amabas!- Trató de defenderse golpeando el pecho de Bill y ocultando la sortija con su mano restante y las lagrimas se arrastraban bajo sus ojos -¿Cómo iba a saberlo? ¡No hiciste nada por tratar de salir y defenderme de él!- Señaló el lejano remolque que ahora era su hogar.
Él solo rió indiferente, dejando salir el poco aire contenido en su garganta. Su voz sonó tan suave como antes pero esta vez, sus ojos estaban al borde del llanto. Miró la carpa por ultima vez sintiendo el temor y un escalofrío a través de su larga espina dorsal.
-Que extraño que todo el circo se haya dado cuenta de lo imbécil que me vi enamorado de ti- ahora sus ojos oliva estaban sobre la chica pelirroja. -Menos la mujer a la que le hice el amor y moría cada noche por que ella creyera en mis palabras- Retrocedió unos cuantos pasos -Debo ser un completo idiota, Beverly- Caminó colina arriba listo para marcharse, dejándola sola en la oscuridad.

The Circus of Fun (Bill Skarsgård/Pennywise)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora