Amoríos confusos

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Mis ojos seguían fijo en la escena que Lukas había armado, no me esperaba ésto, la verdad.

Me levanté del sillón de un salto y agarré a Lukas por los brazos para que soltara a Uriel, pero no había caso, mis débiles brazos no tenían más fuerza que los suyos, ni aunque lo intentara. Noté su mandíbula tensa y los ojos llenos de furia.

-Por favor Lukas. Soltalo- le dije volviendo a hacer el intento de quitar su brazo, pero no había caso.

-¿Qué te hizo, Luz?- Lukas hizo un vaivén entre Uriel y yo mientras hablaba enojado.

Lo más extraño era que Uriel no se defendiera, sólo lo miraba esperando cualquier cosa. Me pareció extraño ya que con Maicol luchó hasta el final.

¿Será que realmente cambio tanto?

Luisa y yo seguíamos haciendo el intento de que soltara a Uriel, la señora le suplicaba con algunas lágrimas en sus ojos, pero Lukas seguía firme en su posición.

-Lukas Mirame- le dije pero no me miró, así que volví a insistir. -Lukas- el movió su rostro hacia mí lentamente. Miré sus ojos y hablé segura -Él...- miré a Uriel, el cual sólo se enfocaba en Lukas. -No me hizo nada- dije y tragué saliva. Él seguía mirando mis ojos como buscando la verdad. -Juro que no... No llegó a hacerme nada-

Resignado y respirando agitadamente, Lukas cerró los ojos y lo soltó de un tirón, suspiré aliviada.

Agarré a Lukas y lo saqué para afuera. -Mejor nos vamos- dije mirando a Luisa, ella asintió acariciando el pelo de su hijo. Uriel tenía la misma tristeza en su rostro, lo miré y pegué media vuelta para salir pero su voz me detuvo.

-Una vez más, perdoname Peque- cerré mis ojos, medite sus palabras, me giré hacia él y lo miré asintiendo. Luego me fui.

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Los pasillos del colegio estaban desiertos, seguramente todos los alumnos estaban en sus respectivas aulas, y yo estaba llegando tarde a la clase de historia. Así que cuando pasé la puerta de entrada del colegio, apresure mi paso.

Faltaba poco para llegar a mi aula, cuando doble el siguiente pasillo sentí un cuerpo chocar contra el mío. Del mismo golpe casi me caí, pero logré mantenerme de pié.

-Fijate por donde vas, nena- una voz femenina y muy enojada hizo que me girara a mirarla.

Una chica alta, con el pelo rubio y toda respingada me miró arrugando la frente, mientras arreglaba su chaqueta color verde agua.

-D.. Disculpame, no te vi- le dije algo abrumada.

Ya la había visto antes, bueno claro, vamos al mismo colegio y la he cruzado en los recreos pero jamás había  hablado con ella, hasta hoy y de una mala manera.

-Si. Ya veo- contestó arreglando su pelo. Sin decir más, levantó su mano restándome importancia, luego se giró para seguir su camino.

Me quedé mirando su manera altanera de caminar  y no pude evitar rodar los ojos.

¡Que tarada!

Luego me doy un golpe mental al darme cuenta de que la tarada soy yo, por quedarme parada acá y no correr hacia la clase. Así que volviendo a la realidad seguí mi camino.

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Sonó la campana, la hora de historia terminó y la charla interesante de "no hay que llegar tarde" de la profesora Patricia, también.

¡Gracias a Dios!

Me levanté de la silla y me acerqué a Flor.

-¿Vamos a comprar?- le dije mientras le sonreía cómplice. Ella hizo una mueca y negó con su cabeza. Fruncí el ceño. -¿Qué pasó? Creí que sonreirías como una nena que le regalan dulces, al decirte esto-

"Fear To love"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora