Capítulo 3. El juicio (parte 2)

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Draco se sentía aliviado, porque en la sala en la que se estaba celebrando el juicio no había Dementores, y por tanto podía pensar con claridad, sin ser asaltado por recuerdos atroces. También se sentía un poco vacío sabiendo que su padre iba a pasar los siguientes quince años de su vida en Azkaban. Y asustado, porque el juicio de su madre acababa de terminar, lo que significaba que ahora era su turno.

Pero, sobre todo, Draco sentía desesperanza. No tenía ninguna posibilidad de ganar el juicio. No había hecho nada por Potter, a diferencia de su madre, así que no iban a perdonar sus crímenes. 

"No quiero volver a ese lugar," gritaba una y otra vez en su mente. Pero los gritos, irónicamente, quedaban ahogados por una pequeña voz que repetía, como un disco rayado: "es lo que te mereces."

- Muy bien. El último caso de esta tarde es el de Draco Lucius Malfoy.

Draco tembló al oír al Ministro decir su nombre. Quería huir, hacerse invisible, gritar, llorar. Todo a la vez. "Respira. Respira hondo. Tienes que pasar por esto," se dijo. Cogió todo el aire que pudo y empezó a soltarlo, muy despacio.

- Los cargos contra el acusado son los siguientes: que, durante el verano de 1996, recibió la Marca Tenebrosa, convirtiéndose en mortífago. Que, durante el curso de 1996-1997 en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, reparó en secreto un armario evanescente y que, el día 30 de junio de 1997, lo empleó para dejar entrar a un grupo de mortífagos en el castillo. Que ese mismo día desarmó a Albus Dumbledore, siendo por ello cómplice de su asesinato, cometido por Severus Snape.

Soportó las primeras acusaciones espirando de forma más o menos estable, pero se había quedado sin aire. Cuando abrió la boca para coger más, oyó el nombre de Dumbledore y se le escapó un sollozo.

- Que, previamente, había tratado de asesinar al Director con un colgante maldito y una bebida envenenada, lo que casi resulta en la muerte de dos alumnos. Que convivió con Aquel Que No Debe Ser Nombrado, presenciando y participando de torturas y asesinatos en la Mansión Malfoy. ¿Es usted Draco Lucius Malfoy, residente en la Mansión Malfoy en Wiltshire?

Tenía que hablar. Sentía como si tuviera los pulmones llenos de agua.

- S-sí – consiguió musitar a duras penas. La mano que su madre tenía puesta sobre su brazo se contrajo  por un momento, como si estuviera tratando de mandarle fuerzas, pero no tuvo ningún efecto en él.

- ¿Cómo se declara con respecto a las acusaciones?

Esa era una pregunta fácil. Su mente seguía repitiéndoselo sin parar. "Te lo mereces. Todo esto es por tu culpa. Tú te lo has buscado."

- Culp-pable.

- ¿Quiere añadir algo o presentar algún testigo?

Estaba al borde de las lágrimas y no confiaba en su propia voz, así que negó con la cabeza, esperando que el Ministro le estuviera mirando, ya que no había levantado la vista del suelo ni una sola vez.

- Bien – prosiguió el hombre –. En ese caso, procederemos a discutir la condena.

Así que eso era todo. Había sido más rápido de lo que Draco había imaginado. "Ya queda muy poco. Lo peor ya ha pasado," se dijo. Pero su madre se puso de pie y gritó:

- ¡Esperen! ¡No pueden condenarlo así!

Will, el auror que más asco les tenía a los Malfoy, apuntó con la varita a su madre y le lanzó un hechizo silenciador, lo que la calló. "Bien," pensó Draco, "defenderme habría sido una pérdida de tiempo."

- Eso no era necesario– dijo el Ministro, mirando al auror con desaprobación. Luego se giró hacia su madre –. Lo siento, pero usted no está en esta sala como testigo, y por tanto no tiene derecho a intervenir en el caso.

Harry Potter y las Cicatrices InvisiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora