Capítulo 27. Aleteo

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Así que Draco había vuelto a tocar una escoba. En verano había sentido escalofríos solo con ver su Nimbus 2001 en el armario de su cuarto, antes de dejar la Mansión Malfoy, y ahora había tocado la Saeta de Fuego de Harry.

Esa noche tuvo una pesadilla y, al despertarse por la mañana, lo primero que hizo fue mirar la moneda falsa; los mensajes de Harry le ayudaban cuando pasaba malas noches. Pero el galeón estaba frío. Eso hizo que se sintiera decepcionado, aunque sabía que no debería haber sido así. Aunque no quisiera admitirlo, se había acostumbrado a que el Gryffindor le diera los buenos días o estuviera ahí, mirando el mapa, cuando se despertaba en medio de la noche.

Draco empezó a preocuparse de verdad cuando inició él una conversación a través del galeón y solo recibió respuestas monosilábicas. Harry ni siquiera había propuesto una nueva fecha para quedar.

***

Observó a Harry en clase, en contra de lo que se había propuesto. Sabía que debía ignorarle, que tenía que superar sus sentimientos. Pero necesitaba averiguar por qué Harry estaba actuando de una forma tan distante. ¿Había hecho Draco algo mal? ¿Estaba enfadado con él?

Harry no le devolvió ninguna de las miradas que Draco le lanzó ni en clase ni en el Gran Comedor. Y tampoco lo hizo al día siguiente, a pesar de que Draco había decidido no darle los buenos días esa mañana. De hecho, mantuvo la cabeza baja en todas las clases y, salvo en Defensa, dejó de levantar la mano para contestar las preguntas de los profesores.

Preocupado, y con un dolor de barriga que no llegaba a abandonarle del todo durante horas, Draco observó también a sus dos amigos. Weasley y Granger hablaban entre ellos como si no ocurriera nada, pero parecían estar dejando espacio a Harry. O tal vez Harry los estaba ignorando a ellos también.

***

La tercera noche consecutiva que tuvo la misma pesadilla, Draco se despertó a punto de caerse de la cama. Se tambaleó hasta el baño para lavarse la cara y, al volver a la cama, puso una mano sobre su almohada, esperando notarla caliente. La moneda seguía fría, pero no quiso darle importancia. Seguro que Harry estaba dormido.

Tuvo la sensación de que pasaban horas hasta que consiguió quedarse dormido.

***

Al día siguiente, desesperado, decidió saludar él al Gryffindor.

"Buenos días."

Esperó sin apartar la vista hasta que la moneda se calentó en su mano. Se estaba mordiendo el labio con tanta fuerza que le dolía.

"Hola."

"¿Trabajamos hoy" "a las 11?" preguntó Draco. Era la primera vez que proponía él una fecha sin que Harry hubiera hablado previamente de quedar, y se sintió desprotegido al hacerlo, pero aquellos eran tiempos desesperados, y eran necesarias medidas desesperadas.

"No."

El corazón de Draco hizo una cosa rara dentro de su pecho al leer la respuesta de Harry, y su serpiente interior extraña empezó a apretar más, y más. Se quedó mirando la moneda sin saber qué decir.

Al cabo de unos segundos, el Gryffindor siguió escribiendo.

"No tengo ganas" "de trabajar."

Harry Potter y las Cicatrices InvisiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora