Capítulo 42. Otra perspectiva

2.9K 429 139
                                    

Hermione se revolvió ligeramente en el sofá de la sala común aferrándose a su bolso, en el que llevaba guardada la escoba que le había comprado a Ron. Habían quedado para ir a Hogsmeade a las diez y media y él estaba tardando, pero no pudo forzarse a sí misma a enfadarse con él. Conocía a su novio desde los once años, sabía perfectamente cómo era.

-¡Hermione! – exclamó alguien a su espalda. Ella dio un pequeño salto y se giró para mirar a Neville, que estaba de pie a unos pasos de distancia. Parecía estresado.

-¿Sí? – preguntó, sabiendo de antemano lo que el chico iba a contestar. Llevaba unas semanas sin poder sacarse aquel tema de la cabeza, y, por algún motivo, la había escogido a ella para confiarle su secreto.

-E-es que no sé qué zapatos ponerme – explicó el chico, levantando dos pares para enseñárselos –. Mis favoritos son los negros, pero... ¿y si no le gustan?

Hermione sacudió la cabeza, incrédula. Ni siquiera ella se estresaba tanto por qué zapatos ponerse para una cita.

-Neville, no creo que Hannah se fije siquiera en tu calzado – trató de tranquilizarle –, pero, si quieres mi opinión, los marrones quedan mejor con esos pantalones.

-Vale, genial. ¡Gracias, Hermione! – dijo él, corriendo de nuevo escaleras arriba.

Algunas cosas, al parecer, nunca cambiaban.

Ron bajó de su cuarto cinco minutos después de que Neville volviera a irse, medianamente arreglado y con las mejillas sonrosadas. Ella, a pesar de que ya tenía preparado un sermón, no pudo evitar sonreír al verle. Se levantó y le dio la mano, caminando hacia la salida de la sala común.

-Harry no viene, ¿verdad? – sintió la necesidad de preguntar. Vale, sí, aquella era su cita de aniversario, y ya habían tenido citas a solas más veces, pero seguía teniendo la costumbre de estar con los dos chicos a la vez.

-Nah. No quiere tener que verle el pelo a ningún periodista. Intenté convencerle de que ya se habrán cansado de esperarle, pero ya sabes cómo es.

***

Cuando llegaron a Hogsmeade, se fueron directamente a Cabeza de Puerco. Al parecer, ser los compañeros de batalla de Harry les convertía en un objetivo interesante para la prensa, y a Aberforth se le daba mucho mejor que a Rosmerta mantener a los fotógrafos y periodistas fuera de su local.

Pidieron dos cervezas de mantequilla y se sentaron en una de las mesas para dos que había en la esquina más alejada de la puerta, donde podían hablar sin ser escuchados por el resto de clientes.

Ron estaba más nervioso de lo normal. Hermione ya se había dado cuenta durante el paseo hacia el pueblo, pero ahora era aún más obvio; tenía la mirada clavada en la mesa y las mejillas sonrosadas, y estaba sujetando su botella de cerveza con bastante más fuerza de la necesaria.

Hermione esperó pacientemente hasta que, unos segundos después, Ron levantó la mirada y una sonrisa avergonzada se dibujó en sus labios. Ella sonrió de vuelta.

-Tengo aquí tu regalo – musitó Ron, señalando con su mano el bolsillo de su capa.

-Y yo aquí el tuyo – respondió ella, levantando el bolso. Ron se puso aún más rojo, y ella le sonrió de nuevo, aunque algo exasperada.

Harry Potter y las Cicatrices InvisiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora