Día uno de vacaciones, bueno, para los demás; para mí es un día cualquiera.
Debería de considerarse delito levantarse a las cinco de la madrugada un sábado, pero es lo que hay, casi no he podido pegar ojo. Maldito Devon.
Desde que le conocí, más de una vez me he parado a pensar que cuando estoy con él, o incluso cerca de él, parezco una adolescente de dieciséis años con las hormonas revolucionadas. ¿Qué me pasa? Tengo veintiséis años y nunca me había comportado así con un chico. Bueno, nunca después de Alex... Pero él es un caso a parte.
Cierro los ojos con fuerza intentando mentalizarme de que soy una persona madura, con un buen trabajo, dentro de lo que cabe, y que un simple chico, que además de ser mi cliente, no puede volverme tonta de un día para otro.
Me incorporo en la cama y miro a ambos lados de la habitación. Todo es tan silencioso. Me levanto con pesadez de la cama, sé que yo misma tengo la culpa de no poder dormir, pero aún así me niego a volver intentar caer en los brazos de morfeo, las cuatro veces que lo he intentado, las cuatro veces han sido intentos fallidos.
Voy a la cocina y sin encender las luces busco a tientas un vaso para poder beber agua.
No entiendo por qué a veces puedo llegar a ser tan complicada, en mi mente me imagino siendo de otra manera, pero definitivamente no sería yo misma.
Y es que no puedo intentar cambiar de la noche a la mañana, veintiséis años llevo siendo así, y los que me quedan.Miro a través de la enorme cristalera que da al exterior desde el salón, total oscuridad si no fuera por la farolas que alumbran las calles vacías.
Doy el último sorbo a mi vaso de agua y decido cambiarme con ropa deportiva, hoy saldré a correr, necesito despejarme.
Paso por el lado de Russ y parece tan tranquilo y dormido que me da pena despertarlo para salir, así que decudo ir sin él y bajo por las escaleras del edificio.
Tengo que admitir que aunque sea verano, en la madrugada refresca, y espero entrar pronto en calor.
Hago un poco de calentamiento y me dispongo a correr, las calles están con diferencia mucho más tranquilas que a lo largo del día.
Cuando llevo algo poco más de diez minutos corriendo, y por casualidades de la vida, decido mirar atrás.
Para mi sorpresa y mi pobre corazón que casi le da un infarto, diviso una figura humana, un hombre con una sudadera con capucha y pantalones que parecen ser de chándal.
Es solo un chico más que ha decidido salir a hacer ejercicio. Como tú Chloe, no hay nada de qué preocuparse.
Intento calmarme a mí misma.
Decido dejar a un lado el tema y seguir mi "no rutina".Al cabo de un par de minutos, sigo escuchando los contantes pasos de aquel hombre detrás de mí. Si pretende seguirme, que al menos lo haga en silencio.
El corazón me empieza a bombear cada vez más y más fuerte, tanto que siento mi cabeza bombear también.
Con los nervios ha flor de piel, consigo desviarme por uno de los callejones. Mala idea, muy mala, porque cuando estoy a mitad del callejón, escucho de lejos una voz: "Por el callejón". Dice.
Mis ojos se abren como platos, ya no sé qué hacer. Me quedo quieta, parada y estática en mi sitio.
—Daos prisa, estará al final del callejón.
Frunzo el ceño, esa voz...
Miro a ambos lados de la pequeña callecita en la que me he metido y decido continuar para salir.
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Demandado [Venganza #1]
Romans《Me levanto y le abrazo sin más. Le abrazo porque lo necesita, porque lo necesito. Segundos después siento que sus brazos me rodean y parece aferrarse a mí. -No es justo que sea yo quien vaya a la cárcel. -Su voz apagada me mata. No puedo evitar q...