Capítulo 8. ¿Envidia?

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IZAN

Flashback

Noooooo — gritó mi madre con la voz quebrada y lágrimas decoraban sus rostro — no se pueden llevar a mi hijoooooo — su cuerpo se sacudía por los fuertes sollozos — no ahiiii, es muy pequeño! — su voz desgarrada dejaba claro cuánto había llorada en tan solo minutos — por favooooor, no se lo lleven — gritaba tras los barrotes de hierro sin poder hacer nada.

Yo solo lloraba incontrolablemente, quería estar con mi mamá.

— Si no te callas ahora mismo, tendré que electrocutarte — sonrío con malicia una de las mujeres vestidas completamente de crema.

Esa mujer era mala conmigo y con mi mamá.

— No me importaaaa! — sollozó mientras la ira invadía más y más su cuerpo, dejándola fluir a través de su cara.

— por favooooor, un tiempo más, un tiempo más — Suplicó desplomándose de rodillas en ese sucio suelo — porque ahora? Porque ahora? Porque ahoraaaaa — seguía sollozando con su voz desgarrada y ronca.

Mientras más ella lloraba, más lloraba yo, tenían mis pequeñas manos apretadas, me dolían mucho y ellas no sentían ni la más mínima compasión por mi, a pesar de mi condición.

Ellas se reían y disfrutaban del sufrimiento de mi madre.

La mujer arrogante metió las manos por los barrotes de hierro, agarrando con fiereza el cabello de mi madre, golpeando su cabeza brutalmente con los tubos de metal que le abstenían de su deseada libertad, mientras mi madre lloraba, gemía y jadeaba por el dolor, la mujer pegó el aparato al cuello de mi mamá electrocutándola, inmediatamente se escuchó un golpe seco contra el piso, y lo último que vi en ese día fue a mi madre tirada en el piso con un charco de sangre bajo su cabeza.

Desperté con un fuerte grito de mi parte e incorporándome en la cama me toque la frente con la el dorso de mi mano notando sudor en esta.

Habían pasado tantos años, y a mi todavía seguía doliéndome como si todo eso hubiese ocurrido ayer.

Estaba furioso, estrellé lo primero que pude tocar contra el suelo, hasta que en el mismo divisé la lámpara hecha añicos.

No me arrepentía de todo lo que había hecho, pero aún me sentía inconforme, que todavía mi sed de venganza no había sido saciada, ni con dos víctimas de mis arrebatos planeados.

Esa hija de puta, hacen años que estaba de seguro quemándose en el infierno.

....

Me vestí igual que siempre, jeans negros, botas negras, playera negra y la única diferencia en mi vestimenta era la recién estrenada chaqueta negra en leder.

Salí en el auto de Zack que es prácticamente mío... ya que lo uso más de lo normal, a Amanda no le gusta mi moto, por eso siempre voy a buscarla en el Audi.

Amanda no era mi novia, pero me gustaba, a simple vista ella parecía una ricachona soberbia y presumida, la verdad es que solo era aficionada con las prendas de moda más caras, solo intentaba llenar el vacío que dejó la muerte de su madre.

No somos cliché ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora