Capítulo 20. Irremediable atracción.

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Ambos yacíamos sentados como indios sobre la cómoda suavidad de su cama, uno frente al otro.

— ¿No deberías estar sufriendo? — pregunté extrañada.

Frunció el ceño negando lentamente.

— No, yo no estoy enamorado de ella, ni me ha dolido, solo me molestó que ella se expresara de esa forma — admitió.

— Entonces... se supone que la que está detrás de todo, la causante de que tú no le prestes atención soy yo?

— Indirectamente si — río.

— Yo soy la culpable — saboreé las palabras tratando de creer o asimilar lo que dije.

— No exactamente... bueno si. En cualquier lugar que estés siempre retienes mi atención — confesó y me quedé la boca ligeramente abierta.

¿Me está diciendo que llamo mucho la atención? Es lógico que quien te gusta siempre acapara tu atención.

— Qué quieres de mí Aizen?

— Todo — mis ojos se abrieron desmesuradamente.

— Qué significa todo? — cuestioné — si yo te gusto está bien. No te culpo. Pero eso es un sentimiento pasajero. Un deseo puramente carnal, una atracción por mi físico. Y luego qué? Cuando tengas "todo"de mi. ¿Sabes que pasará? Me vas a perder el respeto, si es que lo tengo. Me verás como algo que podrás volver a seducir fácilmente, no me darás importancia porque ya me tuviste — dije y sentí mi vista nublarse.

A estas alturas no creo que encontraré a alguien que no solo se interese en acostarse conmigo, todos decían decir estar enamorados de mi. Pero cuando les hacía ver mis defectos a ver si continuarían a mi lado, simplemente se iban, se iban porque solo les gustaban lo bonito.

— Como puedes decir eso? — habló con su cara contraída por un ceño fruncido — Eres marinera que has navegado en todos mis pensamientos? No. ¿Sabes que pienso? ¿Tienes idea de que siente mi corazón cuando estás cerca?No. No puedes asumir cosas que conmigo no te sucederán, yo no soy así, no contigo. como te hago entender que desde que llegaste cambiaste mi mundo — miré fijamente sus ojos para escrutar la veracidad de sus palabras, ya las lágrimas estaban dejando  líneas húmedas en mis mejillas que volvían a humedecerse por el recorrido de otras perlas líquidas transparentes que se secaban en mi pecho — eh? Cada segundo que pasó contigo me gustas más, me gustas porque eres diferente, porque sentí que podía confiar en ti, porque te conté sobre mi pasado y no me miraste con lástima, con reproche u odio, me gustas porque eres hermosa y porque tú actitud es imponente, porque eres multifacética.

— Ni si quiera me conoces — aseguré secándome las lágrimas con las muñecas e Izan no despegaba la vista de mi rostro.

— Te llamas Sharynette Rivas, tienes 18 años, eres bilingüe, vienes de República Dominicana, tienes una hermana, un padre y una madre. Te gusta el azul, las botas te fascinan, sabes pelear, sufriste violencia intrafamiliar, vives con Claire, tienes una amiga llamada Martha. Has comprado un jeep, bailas increíble — sonreí — te gusta brazil, te ríes mucho, ahora tienes dos trabajos, se mucho más de ahí, ¿no crees que es suficiente?

Asentí.

Yo nunca me iba a imaginar que iba a aparecer una persona que me atrayera tanto en tan poco tiempo, y mucho menos que se me confesara, una persona que no parecía ser la mejor persona, pero conmigo era mejor.

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