Capítulo 19. Sumamente arrepentido.

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I

ZAN

Últimamente disimular mis emociones me estaba resultando difícil. Era una sensación de felicidad momentánea que quería a como de lugar, borrar una sonrisa que no pretendía desvanecerse mientras estuviera pensando en ella.

Me cuestioné a mi mismo, pero no obtuve una respuesta coherente más que la que yo sabía que estaba basada en mi sentir. Me sentía como un verdadero gilipollas por tener una novia que prácticamente ni le hago caso y una chica que trataba, adoraba y deseaba más que mi propia novia.

Todo por culpa de ella, culpa de cruzarce constantemente en mi camino, culpa de ser tan condenadamente irresistible, culpa de todo involuntariamente.

En cierta forma debía agradecerle por los notables cambios que estaban surgiendo en mi persona, exactamente me estaba considerando una persona de mejor humor y de actitud legible. Antes mi actitud era neutra, a menos que no estuviese con Zack o Ariadne, nada me importaba tanto como sacar a flote las emociones que se desarrollaban dentro de mi, esos pensamientos y sonrisas internas, que nunca demostraba externamente pero desde que ella apareció literalmente mi mundo alcanzó a dar un giro de trescientos sesenta grados, con respecto a mis actitudes.

Habían unas informaciones incompletas que rondaban por mi mente, trataba de hallar la manera de acumular cada detalle, para tener en orden todos los datos posibles para estar seguro, sobre las dudas que se me presentaban.

Los recuerdos estaban reapareciendo nuevamente, no es como si pudiera olvidar todo lo qué pasó, simplemente deje de recordar ciertas cosas que ahora me están haciendo casi imposible al recordar, al rememorar el suceso que me narró Amanda acerca del homicidio causado a su madre.

Sería una total y cruel casualidad que ella resultase ser la mencionada hija de mi primera víctima, pero debía investigar para elucidar las dudas y que ya no existan. De ser así, sería la tercera razón por la cual debería cortar mi recién relación con Amanda que no estaba resultando tan fructífera como solían ser los primeros días llenos de euforia de un noviazgo adolescente, pero esta situación resultaba ser todo lo contrario.

Terminé de ajustarme las botas y restregué mi rostro con ambas palmas, me sentía frustrado, el expediente de mi asesinato es de acceso clasificado, nadie sabrá que yo maté a alguien, a menos que yo sé lo diga o esa persona hubiera escuchado las noticias en aquel tiempo, una gran suma de dinero fue la que mi padre tuvo que pagar para que mi condena fuese rebajada a la más mínima cantidad de años.

Me dictaron quince años de cárcel pero gracias a los millones que mi padre repartió entre el juez, delegados, agentes y jefes policíacos, me permitieron permanecer solo cinco años en la cárcel, cosa que como tenía que suceder no pasó gracias a la fianza pagada por los ahorros de mi madre, Zack y Ariadne pude salir cumpliendo solo dos años encerrado en una celda.

Gracias a la injusticia y la corrupción estoy aquí en este momento.

Me levanté del sillón dispuesto a tomar un vaso de jugo del refrigerador, luego me aparecería en el apartamento de la pequeña morena para darle uno de esos besos que anhelaba darle hasta que se acabara el mundo.

Ya tenía la mano puesta en el pomo vertical para abrir la puerta hasta que resonó en el apartamento el sonido irritante del timbre.

Sonreí externamente. Algo dentro de mi rápidamente se encendió al imaginarme quien estaría tras esa puerta, salí corriendo hasta la puerta principal con una sonrisa para abrirle la puerta a Shary.

No somos cliché ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora