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Entre más te observo,
más tiempo pierdo,
las fuerzas se me acaban
y la culpa me acorrala.

No quería levantarse de aquella gran cama en la que su cuerpo se encontraba en reposo, parecía que esta lo atraía con una fuerza invisible o incluso que las sabanas se convertían en sogas que se enredaban alrededor de su cuerpo y aún más en su cuello, asfixiándolo.

Su respirar era lento y entrecortado, aguantaba las ganas, las ganas de llorar e ir rápidamente y mandar todo a la nada, abrazar a aquel suponía debía estar ya en clase y contar todo.

- Si rompes el ciclo, los rompes a ellos

Pero no podía, y no por que fuera un cobarde y le diera miedo. No, simplemente si lo hacía habrían consecuencias que ni él mismo sabía si serían grandes o pequeñas, buenas o malas, pero de algo estaba seguro y era que, sería complicado.

Con pesar se levanto de la cama y se encamino al pequeño y modesto ropero que se encontraba aún lado de la misma, tomo su ropa y sintiendo sus manos temblar se puso el uniforme. Salió de la habitación que era blanca y que a la vez le era un tanto nostálgica, arrastro los pies sin ganas, tambaleándose un poco en el trayecto de lo que parecía ser una gran ciudad deshabitada.

¿Caminaría hasta la escuela? A decir verdad no tenía ganas de eso, suspiro algo cansado y repasando mentalmente las notas abrió una puerta, se metió y tras pasar por ella la cerró. Observo el cielo de color azul, distante.

Bajo de la azotea y antes de llegar a su siguiente clase, reunió fuerzas para entrar; sería largo ese día.

El azabache buscaba a aquel chico que desde hace días no veía. Era extraño ya que solo logro verlo dos días, el primero cuando llegó a la escuela como estudiante nuevo y el segundo fue al siguiente día, después de eso, nada.
        
Y no era de su incumbencia porque ni siquiera había cruzado palabra con el chico, sin embargo, era raro que nadie dijera nada respecto a él. Se levantó de de su asiento para ir afuera ya que el profesor de esa clase estaba ausente, y a decir verdad ya estaba cansado de la sensación que le brindaban las miradas de las jóvenes, era molesto.

Caminó y al abrir la puerta y tratar de salir , no se fijo bien y termino por chocar contra alguien, tirando a esa persona, maldijo internamente.

- L-Lo siento- Escuchó el susurro de ese alguien mas bajo que él, y de inmediato su corazón, sin saber el porque, dio un vuelco.

- Hmmm- No dijo nada, y no precisamente por que no quisiera.

Allen miró hacia arriba mientras se sobaba la cintura, vaya forma de empezar el día en la escuela. Su cuerpo se quedó tieso al ver aquellos orbes azules que le miraban con intensidad y sin querer todo su valor se fue a la basura al igual que sus fuerzas.

- Fíjate por donde caminas - Y dicho eso el joven de mirada azulina se fue, dejando tirado al albino con una mueca en el rostro.

- Si, debería hacer eso...-

Camino apresuradamente por todo el colegio, al sentirse acorralado, era incontrolable esa sensación, y tratando de escapar solo podía seguir caminando, por que aunque le quisiera hacer frente a ello algo le decía que no era el momento, aún no.

Se detuvo en el jardín de la parte trasera, y se sentó bajo un árbol, intentando calamar esa sensación que comenzaba a desagradar le.

- ¡Fíjate por donde vas afeminado!

Y he ahí de nuevo la voz que hacia días no lo dejaba ni dormir.

- Estoy loco... - Murmuro bajo al tocar su cabeza y sentir una gran punzada de dolor que le hizo cerrar los ojos por un momento.

Las clases si que se le estaban haciendo pesadas, muy pesadas, pero ¿como no sentir así si el joven de al lado que anteriormente era algo muy especial para ti y que no recuerda nada, te mira de reojo, tratando de disimular?

Respiraba hondo y trataba de concentrarse,  aunque todo era en vano; Kanda le miraba y sentía que la culpa lo carcomía lentamente. Aquello era eterno.

Día tras día, las acciones eran las mismas, llegaba a su clase, se sentaba e ignoraba la mirada penetrante que sentía sobre él, ¿acaso Kanda recordaba algo?, esa era su duda y entre que más lo pensaba y más lo negaba, el miedo de que eso fuera posible; incrementaba.

Trago en seco y ya no soportando más la presión se levantó y camino rápidamente, abandonando el aula.

- ¿Te haz fijado? - Escuchó Kanda mientras caminaba a la sala de música.

- ¿Qué? - Preguntó una de las dos chicas que caminaban frente a él.

- Ya sabes - Le respondió la otra mientras hacia un ademán con la mano, restándole importancia - El chico que salió al último-

- ¿El pianista? - Preguntó con duda.

- Si, él... - La otra miro la sala de música en donde ya estaban entrando todos - ¿No crees que actúa más  raro de lo normal?, de por si no habla, nunca le he visto comer  y hay veces que ni siquiera noto su presencia ¿desde cuando estudia con nosotros?- La chica negó con la cabeza - Ves, solo lo recordamos cuando vamos a la sala de musica ¿no es raro? -

- Un poco... - En ese momento el profesor llegó e interrumpió la plática.

Todos se adentraron a la sala de musica, y para cuando el profesor estaba a punto de comenzar la puerta se abrió y la cabellera blanca hizo que todos comenzaran a murmurar bajo, Allen suspiro ya estaba acostumbrado a eso.

- ¿Joven Walker había venido? - Allen asintió con la cabeza - Perfecto, por favor comience usted -

Y dicho esto, el albino tomo asiento frente al piano y al momento de comenzar a tocar, Kanda cayó abruptamente al suelo.

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Hola.

Espero les guste este pequeño tramo de la historia. Comenten que les pareció y sus teorías, me gustaría leerlas.

Por cierto, el próximo capitulo será un recuerdo, ¿ansiosas o nerviosas por leer? Yo estoy nerviosa, mañana tengo que exponer y yo aquí escribiendo... Bueno mejor me pongo a estudiar.

No olviden votar y compartir que a Ever le costo un poco hacer este capítulo pero quería relajarse un poco, jijiji

Nos vemos y gracias por leer~   

El toque del olvido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora