... 20 ...

436 92 19
                                    

Colores brillantes,
Como un arco iris,
Salado o dulce,
Nos observamos vacilantes.

Las promesas son muy importantes, se hacen con el corazón y con el alma con tal de cumplir el deseo que se ha dicho; muchos dirían que es un juego de niños pero no es así, son lo más importante para muchas personas. Y él no era la excepción.

Sus pies se arrastraban sin fuerza hasta llegar al piano, no quería tocarlo sabiendo que aquello podía causarle un desmayo o algo desconocido al mayor pero no tenía de otra. Hacía cuatro días que ambos habían hablado. Kanda había prometido alejarse de él en cuanto terminara la presentación en el Festival de la escuela, y mientras, no lo seguiría en la escuela, no lo miraría y lo único que debían hacer era reunirse en su casa una vez al día por tres horas para hacer la melodía, a lo que él aceptó desesperado ya que en verdad quería salir de esa casa en ese momento, sobre todo porque en cuanto terminaron de hacer el trato Allen no resistió y comenzó a llorar, de nuevo.

Al día siguiente había notado el cambio, Kanda había cambiado lugar, no le miraba ni le dirigía la palabra, se iba sin prestarle atención como antes y cuando llegaba a su casa actuaba de manera cortante solo hablando cuando era necesario; se alejaba.

Todo estaba bien...

¿Entonces porqué no se sentía así?

Llegó al piano, el nudo en su garganta era muy doloroso. Delineó las teclas sin producir algún tipo de ruido y suspiro, Alma estaba en su habitación y si era necesario podía llamarla de inmediato, esperaba que Kanda no cayera como la última vez. Le miró, no llevaban ningún avance en realidad, siempre que trataban de hacer algo su hermana llegaba o Kanda se alejaba con la excusa de 'tengo que ir al baño', la presentación sería dentro de una semana, tenían poco tiempo pues la mayoría del que habían tenido Allen lo había desaprovechado cuando escapaba como alma que se lleva el diablo de Kanda.

-¿Y ahora... Qué?- Preguntó expectante para después mirarlo y ver que el contrario solo mantenía el ceño fruncido, aquello le indicaba que no sabía qué hacer.

-¿Y yo que voy a saber? - Respondió tangente ante su incógnita. Después soltó un suspiro bajó y se acercó al piano.

Los acercamientos entre ellos eran algo inevitable, ambos lo sabían pero eso no evitaba que Allen se pusiera a la defensiva y eso lastimaba al contrario, pero como era su costumbre se guardaba todo como debía ser. Sin prestarle atención a eso miro las teclas y después al albino.

- Tengo la letra- Soltó de repente ganándose la mirada confundida de él, ¿Kanda componía? Que él supiera a Yu solo se le daba el golpear personas y las Artes marciales, no lograba entender cómo era posible que él compusiera la letra pero ante aquello solo asintió con la cabeza.

-¿Cuál es? - Ambos se quedaron callados y entonces Kanda gruño bajo, tomó su libreta de apuntes y se la mostró a Allen, por su parte el menor al ver la letra quedó perplejo, su corazón dio un vuelco y sus ojos se abrieron de manera inconsciente, de inmediato miro al azabache -¿¡De donde conoces esta letra!? -

Había conseguido lo que quería. Kanda no tenía mucho que había soñado con Allen de nuevo, pero a diferencia de las demás ocasiones esta vez estaban en un lugar distinto donde solo había un piano, aquello lo tomó como una señal y después de escuchar de forma atenta la letra la escribió. A pesar de que había prometido dejarlo eso no estaba en sus planes, si por algo que era conocido Yu Kanda era por no rendirse y conseguir lo que quería aunque todo lo haría de forma tranquila.

-Se me vino a la mente de repente, ¿porqué? -

-Es que... Esta letra... Esta muy bonita-

No era mentira, la letra siempre le pareció de lo más hermosa pero su significado era muy triste, sobre todo para él. Bajo la mirada a las teclas y río un poco, estuvo a punto de hablar de más.

-Supongo.. - Dio en el clavo, eso era lo único que necesitaba para saber que no se había equivocado, ambos se quedaron por un momento en silencio y después se dieron cuenta de que era la hora en que Allen debía irse, así que recogió sus cosas pero antes de salir Kanda lo detuvo -Espera-

-¿Necesitas algo?-

-Si, mañana mi padre hará una fiesta así que no podremos estar aquí... Deberemos seguir en tu casa -

Allen se puso nervioso ante eso, si Kanda iba a la cabaña podía encontrar la puerta, no debía ser así, pero no podía negarse ya que la escuela cerraba. Asintió con la cabeza y le sonrió.

-Esta bien... Adiós-

Salió de la casa, debía preparar todo para esconder la puerta del arca, arreglar los muebles, llenar todo para que pareciera la 'casa' perfecta. Pero... Eso le desagradaba, tendría que fingir de nuevo, y ya no quería. Todo se complicaba poco a poco y él no entendía porqué, era tan difícil todo, había recordado porque se había alejado de todos de manera inconsciente.

Al día siguiente Allen espero a Kanda y ambos se fueron, no hablaron en todo el trayecto, solo se dedicaron a observar los alrededores y ahora que lo pensaba Allen, él nunca le había puesto atención a estos y por consiguiente no se había dado cuenta de que la ciudad era hermosa, sentía como si el color hubiera regresado. Al llegar a la entrada del bosque suspiro un poco y siguió caminado, Kanda estaba confundido ¿era un broma?

-Creí que íbamos a tu casa- Murmuró subiendo al tronco del árbol y ante aquello Allen volteo a mirarlo.

-Es a donde vamos-

No dijo nada más y siguió caminando, no tardaron mucho para llegar a lo que era una pequeña casa, al entrar se notaba que habían pocos muebles, solo una pequeña sala, cocina y un comedor, un piano al fondo y una habitación, se notaba que el albino vivía solo. No dijo nada para no incomodarlo y en cuanto se sentó sintió algo extraño, pero no sabía porque, venía de la habitación del albino.

-¿Quieres un poco de té? - Asintió con la cabeza y después observó como el blanquecino se iba a la cocina, espero unos minutos para cuando él regresó este traía dos tazas, en cuanto se la dio agradeció cómo debía ser y tomó un pequeño sorbo sin quitar su vista del Albino. Allen por su parte miró la taza con pocas ganas, se había servido para mantener las apariencias pero en verdad odiaba tomar algo cuando sabía que era insípido.

Llevó la taza a sus labios y dio un sorbo, abrió los ojos impresionado. El sabor... Era agrio el té verde, como lo recordaba incluso puede que más... Pero... El sabor... El sabor ¡podía sentirlo! ¡Podía sentir el sabor del té!

Una sonrisa diminuta se formó en sus labios mientras volvía a tomarlo ¿hacia cuanto no sentía el sabor? Estaba tan feliz de poder volver a sentirlo en sus papilas gustativas que no noto que era observado con interés por el contrario.

-¿Pasa algo? -

Negó con la cabeza y dejó la taza aún mirándola -No, nada- Le miró con los ojos algo brillosos a la vez que sonreía -Hacía mucho que no sentía el sabor de té... Iré por bocadillos-

Se levantó de forma inmediata hacia la cocina y tras acomodar unas galletas tomó una, pero no sabía a nada... Su alegría se esfumó de forma inmediata; tal vez había imaginado todo... Pero eso no quitaba el hecho de que había podido sentía el sabor de algo, suspiro y llevo las galletas, cuando las puso frente Kanda este tomó una y le habló -Deberías comer tu también -

Asintió con la cabeza y comió una, sorprendentemente la galleta tenía sabor, dulce... Rico... Sonrió mientras cerraba los ojos, ahora lo entendía... Lo entendía perfectamente...

Comer era mejor si Kanda estaba a su lado.

El toque del olvido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora