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El sabor insípido
Marcado en mis labios,
Marca mentiras,
De un amor decepcionado

La calidez de una mano te puede decir muchas cosas sobre una persona, te puede decir donde ha estado y que ha estado haciendo. Si trabaja duró o es un flojo, si se siente bien o no ¿hacía cuanto que no sentía una calidez tan profunda? No podía decir si era suave o no, pero si cálida. La mano de Kanda era cálida ¿estaría así todo su cuerpo? Recordaba que él era tan calientito y reconfortante que en los días que podía se dormía profundamente sobre su pecho, a cobijados, con la respiración tranquila y solo el silencio de las estrellas mirándolos, hasta que la luz del sol los interrumpía, en esas ocasiones odiaba al sol.

Su espalda seguía tan ancha, caminaba frente a él y podía verla a la perfección. Su cabello aún seguía corto a comparación de como lo tenía en aquel entonces, pero ahora lo había dejado crecer un poco ¿porqué? No le importaba, daría lo que fuera por verlo de nuevo como antes, su piel... Parecía ser tan suave...

-Er... Walker despierta - Su voz lo sacó de su ensoñación de manera algo brusca, se había perdido totalmente en sus pensamientos que no se había dado cuenta ni en qué momento habían dejado de caminar.

-P-perdón- Se sonrojo levemente por lo tonto que parecía, ganándose la mirada fija del contrario -Es que tengo hambre...-

-Ya lo sé- Kanda se soltó de su agarre, dejó su mano, de entrelazar sus dedos. ¿Porqué sentía que caería por eso? No era nada malo, solo se había desecho del agarre entonces... ¿Por qué le dolió? Observó su mano por un momento.

No me sueltes

-Anda, entra - Kanda le abrió paso, para ese momento, Allen se dio cuenta de algo. Frente a ellos había una gran casa, la puerta era color café y grande, al entrar, observó que era de un estilo japonés tradicional con un enorme jardín, todo bien ordenado y limpio

-Con permiso... - Susurro bajo pero audible, espero a Kanda y después comenzaron a caminar, este le indico donde dejar sus zapatos y después se adentraron a la casa, no había nada especial en ella pero era tan callado y tranquilo que lo ponían nervioso, miró de nuevo la espalda de Kanda, se veía tan... Lejana...

Abrazame

-Alma, he llegado- Su corazón dio un vuelco, latía fuertemente en su interior mientras se adentraba a lo que suponía sería la cocina. Ese nombre, era... No podía haber error, Kanda lo había dicho de forma natural y tan tranquila, su pecho apretó. Así que, ellos... Río dentro de si, ¿acaso era tonto? Obviamente debían estarlo, después de todo, esa era su persona especial y olvidándolo a él nada se interpondría para que su relación diera frutos.

-Bienvenido a casa- Alma era una joven perfecta a los ojos de Allen, su piel blanca solo hacía resaltar sus ojos escarlata, su cabello rubio parecía hilos de oro mientras que su sonrisa era la parte más resaltante de su belleza - ¡Oh! Trajiste a alguien

-Si, como sea, solo queremos comer - Alma asintió con la cabeza y antes de todo le hizo una seña a la joven visita para que se acercara, a lo que Allen hizo manteniendo aún así su distancia.

-Disculpa la mala impresión, el señor amargado es así - Río un poco y le extendió la mano a Allen - Soy Alma, la hermana de Yu, un placer-

Allen no pudo evitar abrir los ojos de la impresión que le provocaba escuchar eso, Alma, era su hermana. Era hermana de Kanda, miro a Alma y después al otro, el cual solo chasqueo la lengua y desvío la mirada -¿S-su hermana?-

-Si, no se nota, pero somos hermanos- Allen tomó la mano de esta, la estrecho e inmediatamente la separo - Y como nunca habla de mi, peor el asunto -

-No es necesario- El azabache frunció el entrecejo y después miró a Allen - Este niño lleva sin comer por tonto, alimentalo mientras voy a mi habitación por algo - Fue lo único que dijo para después caminar hacia la salida de esa parte de la casa, tanto Allen como Alma le miraron hasta que desapareció de su vista.

No me dejes

-¿Cómo te llamas? -Alma siempre mostraba una sonrisa tranquila y encantadora, lo había notado en esos pocos minutos que llevaba en la cocina, sentado en silencio y con la mirada baja. Al escuchar su pregunta un pequeño escalofrío le recorrió su cuerpo entero.

-S-soy...- Dudo por un momento si decírselo, ya no valía la pena esconderlo si Kanda lo sabía. Era cierto, Kanda lo sabía y ni con eso lo había podido recordar, sonrió de lado mientras cerraba sus ojos - Allen, Allen Walker-

-Bonito nombre - Alma se acercó con un plato de curry con arroz y trozo de carne, junto a un vaso de jugo de naranja. Lo dejó frente a él y después se sentó en la silla de a lado -Espero que te guste-

Allen asintió con la cabeza -Gracias... - Miro por un momento la comida, lucia bien, olía bien y seguramente sabría bien, si tan solo sintiera el sabor de la comida -Provecho-  Llevo un primer bocado a su boca ante la mirada atenta de Alma.

Lo degustó por un momento, pero nada, de nuevo sabía insípido. Las ganas de seguir comiendo se le iban ante aquello.

-¿Qué tal? - Pregunto entusiasmada la rubia, era la primera vez que alguien además de su hermano o de su familia quien probaba lo que cocinaba.

El albino ocultó su desagrado ante aquello, sabia que la comida no era el problema,era él. Miro a la joven con una sonrisa -Está delicioso-

-¿¡En serio!? Wahhh... Gracias Allen- Para cuando termino de comer, suspiro aliviado sin que lo viera la mayor, no quería herir sus sentimientos. Alma se encontraba lavando los utensilios, se veía feliz. Kanda entró a la habitación y miró a Allen seriamente

-Tenemos cosas que hacer - Su voz sonó un poco fría y cortante, más que de costumbre. Ante eso Alma le miró de reojo mientras Allen tragaba saliva.

-Si... Hay que hacer la tarea- Se levantó y antes de salir miro a la joven rubia -De nuevo, gracias - La joven hizo un ademán con la mano mientras sonreía.

Llama mi nombre

Caminaron por un largo pasillo hasta el fondo, Kanda fue el primero en entrar para que después Allen hiciera lo mismo, observó todo con interés que ocultaba en un rostro serio. Era grande la habitación, diría que bien ordenada de no ser por algunas cosas amontonadas en un rincón, eran vidrios rotos, libretas y hasta madera.

-Se cayó un mueble y se rompió, eso es todo - Contestó el mayor al ver que este miraba fijamente esa parte.

Allen se quedó quieto, parado en medio de la habitación mientras el azabache buscaba algo en su mueble, miro a Allen -Siéntate en la cama, estorbas ahí-

El albino dudo si hacerlo o no, pero al final lo hizo, después de todo lo único que debía hacer era terminar la tarea rápidamente y después salir corriendo. Si, como si componer una melodía se hiciera en una sola hora.

Mantuvo la mirada baja, esperando a que todo acabará rápido, a que no tuvieran que hablar ni acercarse, que Kanda le dijera que mejor se largara.

Pero como siempre, su buena suerte lo ayudaba mucho.

Para cuando sintió estaba acostado en la cama con Kanda encima, agarrándole los brazos por encima de la ropa -Me debes explicaciones

Tócame ahora que puedes

El toque del olvido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora