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Sabia que estabas ausente
Aún sin conocerte.
Pues aquello que nos separa,
Son lágrimas falsas,
Que cortan tus alas.

Un escalofrío le recorrió la espalda mientras trataba de analizar el contenido de aquella carta maltratada. Sus ojos se abrieron en gran manera mientras sus labios temblaban un poco, no lo entendía, no entendía nada.

La leyó una y otra vez para asegurarse que aquella carta, si era para él. Sin tener un resultado óptimo, solo sintió la confusión en su cabeza y sus pensamientos. Algo en su interior comenzó a crecer, pero no sabía exactamente que era.

¿Dolor? ¿Angustía? ¿Rencor? ¿Miedo? ¿Descepción?

Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas sin que él pudiera evitarlo, el dolor de cabeza que tenía se intensificó. Pero no le tomó importancia. Ignoró todo aquello que se encontraba a su alrededor, su cuerpo temblaba y él solo llevó sus manos a su cabeza, respiro profunda mente varias veces, pero, no funcionaba en nada.

En un gran y rápido movimiento tiro la mesa que se encontraba frente a él.

-¡Ahhh!- Siguió gritando mientras todo aquel sentimiento negativo salía. Las cosas de su habitación siguieron saliendo volando, cayendo e incluso algunas rompiéndose. No le importó.

Lo único que quería hacer era destruirlo todo,  sacar ese sentimiento que lo oprimida sin que él supiera el porque. Y entre más seguía destruyendo su habitación, más ruido producía.

Jadeo varias veces hasta que terminó cayendo sobre sus rodillas. Sus ojos dejaron salir esas pequeñas lágrimas que él se negaba a dejar salir. Con voz temblorosa dejó salir aquellos gemidos de dolor, al igual que esas lágrimas que terminarían en el suelo.

-¡Yu! -Su hermana, Alma, entró corriendo a la habitación. Preocupada ignoró todo aquello que se encontraba destruido a su alrededor.

Camino apresurada hacia su hermano que, en cuanto la vio, su llanto paro. Kanda quedó en el suelo, callado,  mirando hacia las flores de loto que aún no abrían.

-¿Yu, estas bien? - Alma se colocó frente a él y lo tomó de ambos hombros. El azabache desvío la mirada y solo asintió con la cabeza - ¡No mientas! -

- Déjame solo - Le dijo serio, Alma apreto el agarre de sus manos. Su hermano no era de actuar así.

-No hasta que en digas que te pasa- Segura de sus palabras tomó el rostro de aquel joven, este tenía aún los ojos algo irritados seguramente por las lágrimas, estaba pálido y parecía... Solitario. Ante esto quedó con un pequeño dolor.

Por su parte, Kanda trataba de tranquilizarse y descubrir que era aquello, que significaba aquella carta, que era aquello que sentía.

El nombre, fue lo único que se le vino a la mente. El nombre... El nombre... El nombre...

-Allen Walker

Su cabeza dio una pequeña punzada, mientras varias escenas algo borrosas pasan por esta.

- Él es Allen Walker, su compañero

-¡Yo no te he hecho nada! Baaaaaaka

-¡Esto es una guerra, no tenemos tiempo de dudar!

- Bakanda

-¡Estupido BaKanda, te protejo porque te quiero!

El toque del olvido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora