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Un solo rose
Me hace perderme en la locura
Una sola palabra
Me hace perderme en tu lindura

El color blanco nunca había sido su color preferido, de hecho aveces hasta le desagradaba verlo y era por una simple y cabe decir tonta razón: Es un color débil.

Si bien, es cierto que el color blanco está técnicamente en todas partes también es cierto que es al que menos se le presta atención, aunque represente la tan llamada 'inocencia' este pasa desapercibido en todo lugar, no conocía ni a una sola persona que le dijera que el blanco era su color favorito, o incluso el más odiado, es más, aveces él sentía unas profundas ganas de pintar el blanco con cualquier otro color que lo hiciera resaltar.

Y aún así le empezaba a gustar como se veía en él albino.

Negó con la cabeza, debía concentrarse ahora que se le había presentado la oportunidad de sacar repuestas del contrario. Allen Walker, el nombre del chico que ahora estaba comiendo en compañía de su hermana le debía una muy buena explicación. Y no era para menos, sabía que el susodicho tenía las respuestas que él había estado buscando.

Una prueba era esa carta.

¿Cómo era posible que aquella carta dirigida a su nombre tuviera la de él escrito? Bien, pudo haber sido una broma pesada de parte de Lala o de alguien más, pero eso fue descartado en cuanto se dio cuenta de que el albino, al siguiente día parecía haber estado llorando, incluso en clases. ¿Otra prueba? Sus compañeros no reconocían al albino, lo había comprobado cuando tuvo la oportunidad de hablar con uno de ellos, preguntó por el nombre del blanquecino pero nada, nadie sabía nada.

Suspiro bajo mientras recogía los trozos de madera, vidrio roto, hojas destrozadas y demás artículos que sufrieron la furia y desconcierto de lo que leía ese día, porque si, no había dejado entrar a su hermana para que lo limpiara. Y aunque esta actuará con normalidad sabía que estaba preocupada.

Término su acción y se levantó del suelo, caminó silenciosamente por el pasillo hasta llegar a la cocina donde estaban Alma y él, antes de entrar se recargo en el marco de la puerta donde se quedó observando en silencio al contrario, ignoraba un poco a su hermana pues su atención se la había robado el albino al ver que mentía. Lo reconocía, mentía bien pero no lo suficiente como para engañarlo a él.

Algo en la comida estaba mal ¿no?, bueno, no lo sabía, para él la comida de su hermana era lo suficientemente buena para complacer a cualquiera, pero al parecer el oji plata no opinaba lo mismo... No, no era eso... Podía asegurar que incluso se veía... Triste por comer ¿Porqué? No conocía a nadie que no le gustará la comida o que le provocará tristeza

-Tenemos cosas que hacer - Le dijo mientras caminaba hacia él y después de eso hacia la salida, el joven albino le siguió ante la atenta mirada de Alma.

Silencio, por parte de los dos, eso era lo que había, y de cierta formas lo podía nervioso y un poco molesto. Al momento en que entraron a la habitación y notó como el albino miraba atentamente los desechos habló -Se cayó un mueble y se rompió, eso es todo - En parte verdad y en parte mentira.

Se acercó a un mueble, buscaba 'esa' prueba que tenía a la mano, sin embargo no quería que el albino escapara, lo mejor sería acorralarlo -Siéntate en la cama, estorbas ahí - El albino dudo si hacerlo o no, se notaba en su mirada baja pero al final lo hizo.

Volvió a su búsqueda dentro del mueble, no tardó mucho en encontrar lo que buscaba. Observó al albino que parecía perdido y no perdió su oportunidad, a pasos silenciosos se acercó a la cama y de un movimiento rápido lo tiró sobre esta, aprisiono sus manos agarrandolas sobre la ropa, sus piernas se encontraban a cada lado de las del contrario.

-Me debes explicaciones - Fue lo único que dijo mientras le miraba serio, el albino se puso alerta y forcejeo pero, parecía no tener fuerza o más bien, parecía estar evitando algo, como, si no quisiera tocarlo. Una punzada de dolor en la cabeza lo hizo gruñir pero decidió dejarlo de lado.

-S-Suéltame- Le dijo el contrario a modo de orden a la cual hizo caso omiso -Te digo que me sueltes

-No lo haré- Apretó el agarre haciendo que el contrario cerrara un ojo, estaba siendo algo brusco -Primero debes explicarme varias cosas

-S-Si es por que estuve huyendo - El menor tragó saliva y se mordió el labio inferior -Fue porque... ¡Porque no te quiero cerca!

Kanda no le creyó, de nuevo Walker estaba mintiendo, lo podía ver en sus acciones y gestos era como si ya conociera perfectamente la forma en que trataba de mentir.

-Que malo eres mintiendo, moyashi - El mencionado abrió enorme los ojos y le miró al rostro ¿Él había...? Su corazón comenzó a latir de manera ruidosa pero lenta, haciendo eco en tu su interior mientras tanto sus manos como piernas dejaban de forcejear, se quedó en silencio.

Por su parte Kanda le miraba atento, en parte había dicho esa palabra para ver la reacción del contrario pero por otra parte, quería decirla desde hace mucho, parecía que esta se le había atorado en la garganta desde aquel sueño que tuvo en la enfermería y ahora que la había dicho, sentía que una carga en su interior se aligeraba de manera impresionante.

-Y-...Por... N-no me digas así- Tartamudeo aún mirándolo pero esta vez directamente a los ojos y con el ceño fruncido, quería aparentar que estaba molesto cuando en realidad estaba nervioso, triste y por un leve instante, feliz.

El azabache permaneció en silencio, ahora que lo observaba bien, Allen era muy especial, no podía describirlo bien, sus cabellos blancos que caían por su rostro de una forma tan cuidadosa, sus pestañas largas y blancas... Sus labios de ese tono medio pálido y a la vez rosado, con una que otra marca de mordidas hechas de seguro por el mismo albino, pero sus ojos... Unos ojos de color plateado intenso que en ese momento tenían un brillo violeta como si fueran bicolor... La palabra 'perfecto' se quedaba muy corta para el ángel que tenía frente a él.

-¿Porqué? - Inquirió acercando su rostro hasta el punto en que sus respiraciones se mezclaron, el albino entró en pánico, si Kanda se acercaba más, sería su fin... De nuevo lo lastimaría -¿Te recuerda algo, Moyashi?

Los labios ajenos estaban ya demasiado cerca ¿acaso quería besarlo? No, no debía, ya era suficiente, debía quitarlo de encima, patearlo, golpearlo, lo que sea... Eso pensaba pero su cuerpo no actuaba, estaba en un tipo parálisis, como, como si quisiera ser besado.

El azabache ya se había perdido, estaba absorto de lo que hacía o pensaba, solo quería probar esos labios, eran sumamente tentadores, su respiración se volvió lenta y solo atino a mantener los ojos entreabiertos. Sus labios ya estaban casi rozándose, solo un mínimo movimiento para juntarlos con los del contrario y en eso, solo sintió un fuerte dolor en su entrepierna, en esa zona un tanto delicada que lo hizo perder el equilibrio para salir volando, literalmente al otro lado de la habitación.

BaKanda te odio!- Allen salió corriendo de la habitación sin que el contrario pudiera evitarlo, Alma escuchó un fuerte ruido y el grito la hizo salir de la cocina encontrándose con Allen, el cual parecía estar limpiándose las lágrimas con las mangas del suéter, pero la pasó de largo.

Lo único que alcanzó a escuchar fue como se cerraba rápidamente la puerta de entrada de un portazo, fue a la habitación de su hermano lo más rápido que pudo y al verlo en el suelo se acercó a él

-¿Qué pasó aquí?- Preguntó mientras ayudaba a su hermano a levantarse, lo sentó en la cama esperando explicaciones. Sin embargo lo único que escuchó de parte del azabache fue como reía por unos minutos para después decir en un susurro

- Extrañaba que me dijera "BaKanda" 

El toque del olvido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora