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Ciegamente te deje,
Sin importarme tu dolor,
Perdoname por lo que causé,
Dejándome curarte con amor.

Debilidad, es aquella palabra que define a una persona que cree que ya no puede seguir, que no vale la pena o que no puede hacer algo como si la fuerza de voluntad o del cuerpo le faltara, un estado por demás deplorable que para la mayoría de los seres humanos es lo peor que puede existir, porque después de la debilidad sigue la rendición.

No sería su caso.

Miró al pelirrojo con el entrecejo fruncido, estaba bien, lo admitía. Él era un idiota, tal vez el peor de todos pero no quería escuchar esa palabra salir de los labios de alguien que no fueran los de su moyashi -Che... - Chasqueo la lengua en signo de desaprobación para después caminar hasta quedar frente a frente.

Cross Marian sonrió, le encantaba molestar al espadachín pero la situación no era la mejor así que tomo aire y después lo dejó salir - ¿Y bien? ¿Qué piensas hacer ahora que has recordado todo temporalmente? -

-¿Temporalmente? - Preguntó de forma seria sin despegar su vista de la del contrario el cual sacó un cigarrillo y lo encendió, comenzando así a fumar.

-Exacto - Sacó un poco de humo -¿No me digas que creíste que "recordarías" y que se quedaría así? No, una vez olvidas jamás podrás recordar -

-¿Entonces por qué tenía recuerdos en sueños? - Contraatacó con molestia. No estaba dispuesto a olvidar todo ahora que sabía la verdad, que sabia que tenia cosas que estaban mal y debía arreglar.

-Ah eso, fue porque yo lo quise así  -Comentó como si fuera lo más normal del mundo para después llevar su mano a su cabeza al ver el rostro confundido del contrario - Por eso odio tratar con mocosos... - Murmuró de forma baja, técnicamente inaudible - Te explicaré con manzanitas afeminado -

Una vena salto de la frente del mencionado, cerro los ojos mientras su ceño se fruncía de forma seria. Cross ante aquello solo volvió a fumar como si nada para después levantarse y señalar hacia la parte detrás de Kanda, el cuál al voltear observó lo que parecía ser un corona que tomó la forma de una esfera. Se acercó, y quedó mudo.

Allen reía con sinceridad ante sus muestras de afecto.

Allen se molestaba ante sus tonterías.

Allen tocaba el piano con tranquilidad pero con el semblante oculto.

Allen visitaba a todos de noche haciéndolos olvidar.

Allen lo visitaba a él de noche mientras se despedía.

Allen lloraba.

Lloraba mucho.

Lloraba solo. En compañía de la luna. Abrazando su traje de exorcista. Abrazando la carta. Recordando. Culpandose.

Su corazón apretó ligeramente, Allen sufría solo, sin nadie a su lado como era su estúpida costumbre. Oculto ante toda mirada, tratando de soportar algo que no merecía.

-¿Ahora entiendes? - Escuchó la voz de tras de sí pero no volteo a verlo, sus pensamientos estaban llenos de aquel albino que de seguro en ese momento estaría llorando, de nuevo.

-Es mi culpa...- Susurró evitando dejar salir las lágrimas - Si yo... Hubiera sido más fuerte... Si no me hubiera apartado de su lado... Si yo... No olvidara... -

-No tiene caso arrepentirse - Cross apagó el cigarro y caminó hasta él, lo tomó del hombro - ¿Qué vas a hacer?-

-Yo... Quiero estar con él...-

-Lo sé... ¿Estás dispuesto a todo?- Asintió con la cabeza, no necesitaba pensarlo para nada -No puedo hacer mucho, pero dejaré que recuerdes todo por un tiempo limitado, tu sabrás que debes hacer Kanda-

Y con una sonrisa Cross chasqueo los dedos.

Despertó de golpe con la respiración agitada, sudando en frío mientras observaba como la habitación estaba oscura, era de noche. Se sentó tratando de calmarse, llevó su mano a su cabello y se dio cuenta de que el collar estaba roto mientras el pétalo de la flor de loto parecía que se marchitaba, volvió a mirar a todas partes y sin perder tiempo se levantó.

Estaba mareado y con algo de nauseas pero no le hizo caso a aquello, debía actuar. Con rapidez se colocó la ropa y salió de su habitación, con cuidado paso frente a la cocina, haciendo el mínimo ruido para no llamar la atención de su hermana quien estaba cocinando en ese momento. No podía perder tiempo, así que decidió mejor arriesgarse y salir corriendo, los gritos de su hermana no se hicieron esperar pero él era más rápido.

Corrió con todas sus fuerzas, sin importarle que sus pies estuvieran dañados por salir descalzo, sin importarle que el frío azotará contra su rostro técnicamente congelándolo, sin importarle que su cabello estuviera suelto y desastroso. Las personas le miraban como bicho raro, pero él solo las quitaba de su camino, quería alcanzarlo, evitar que se fuera.

Antes de que el último pétalo se marchitara.

Su respiración estaba alterada al igual que si corazón.

Pensar que no lo alcanzaría le dolía.

No, Allen debía estar en el festival. Debía estar ahí.

Al llegar al auditorio lo buscó con desesperación el tiempo que tenía era limitado, si aquel pétalo terminaba de marchitarse él olvidaría todo pero no quería eso. Quería estar junto a su albino, junto a su moyashi.

-¡¡Moyashi!!- No respondía, siguió buscándolo mientras gritaba -¡¡Moyashi!!- Una y otra vez, se negaba a creer que era tarde, porque no, esta vez quería llegar a tiempo con Allen, quería decirle que no estaba solo y que él estaría por siempre a su lado ¡es que el moyashi no podía haberse ido! ¡No podía dejarlo! -¡¡¡Baka moyashi!!!-

El albino por su parte acababa de darle las notas a Lala, era hora de irse. Dedicó una última mirada a todos y emprendió camino hacia la puerta trasera, pero antes de siquiera abrirla se detuvo de forma inmediata, lo que escuchó lo dejó sin habla, Kanda estaba buscándolo pero...

Pero eso era imposible...

-¿¡Baka moyashi, a donde crees que vas!?- No lo pensó y salió corriendo y detrás de él, Yu hizo lo mismo.

Esta vez no lo alejaría.

Esta vez no lo dejaría..

Esta vez... Le diría por su nombre.

El toque del olvido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora