El toque del olvido

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Buscar la verdad
Ya no puedo.
Entre tanta soledad,
Me he perdido.

Cada vez que piensas en algo que te a ocurrido ¿qué se te viene a la mente? Tal vez la celebración de tu primer cumpleaños donde todos se acercaban a darte un abrazo y decirte "feliz cumpleaños" Con su típica sonrisa mientras tu madre ponía en medio de la mesa un pastel de tu sabor favorito, aunque él nunca tuvo eso.

Tal vez lo primero que se te viene a la mente esa primera vez en la que ibas a la escuela y entrabas al salón muy feliz y emocionado, te sentaste cerca de todo los demás y después de aquello poco a poco comenzaron a hablar todos, para que tiempo después te volvieras amigo de tu compañero que se sentaba al lado mientras que descubrías que habían personas que no te agradaban para nada y preferías o sacarle la lengua cuando te miraban o simplemente evitabas cualquier conflicto y no le hacías caso fingiendo que aquella persona que tenía tu edad no existía. Pero tampoco fue su caso.

El blanco, de nuevo aquel color que siempre pasaba desapercibido, que era único en su clase por que era la 'abstinencia' o 'falta' de color, era lo que reinaba en su totalidad. A ciencia cierta nunca entendió que era aquel lugar en el que se hallaba, porque no era la primera vez que lo veía y presentía que no sería la última; aunque podría ser una simple habitación del arca también podía ser parte de su mente, pensaba que estaba en un tipo trance de aquellos en los que se encuentran esas personas que tienen que pensar algo, si, podría ser eso.

Seguía tirado en el suelo, sin embargo a pesar de aquello ahora tenía la fuerza suficiente para levantarse, así que lo hizo. Con cuidado se levantó poco a poco y después sacudió su ropa, notó de inmediato que era distinta siendo solo una camisa blanca algo holgada y un pantalón negro. Suspiro ¿qué estaba haciendo en aquel lugar? A si, ya lo recordaba. Estaba a punto de dejar el cargo que él había tomado por voluntad propia y de seguro ya se había metido en problemas, río un poco, era un maldito idiota, de nuevo había caído y debía levantarse... Debía seguir caminando...

-¿Me vas a regañar, maestro? - Preguntó bajando la mirada, siendo sincero no quería ver a su maestro a los ojos. No sabiendo que de seguro tendría esa mirada que tenía cuando esperaba una respuesta concreta o que admitieran sus errores, de nuevo se sentía como aquel pequeño niño que se encontraba en la cama, abrazando sus rodillas mientras se culpaba por la muerte de Mana, por todo lo que había hecho en un pasado algo distante -¿No dirá nada...?

Lo esperaba, esperaba ese típico golpe en su cabeza que le propiciaba cuando hacía algo mal o no le traía su preciado vino. Entonces ¿porqué no llegaba? Su cuerpo tembló de forma ligera a la vez que apretaba los nudillos de sus manos; cerró lo ojos y se encogió un poco, de seguro el golpe llegaría en cualquier momento seguido de un regaño bien merecido pero nunca llegó... Sólo sintió como su cabeza era acariciado de forma leve y aquello lo hizo abrir los ojos mientras una traviesa lágrima atravesaba su rostro.

-¿Maestro...? - Subió la mirada con lentitud, y se dio cuenta de aquello. Una mirada que nunca había visto en su maestro llena de melancolía y a la vez de pena de seguro hacia él; no sabía que decir o que hacer, jamás imaginó ver una mirada así de esa persona, entonces cayó en cuenta de lo que pasaba ¿ya era tarde? ¿Su cuerpo ya no existía? Muchas cosas llegaron de golpe ¿ahora... De verdad había sido olvidado?

-No es lo que piensas, estúpido aprendiz - Dijo este mientras suspiraba, dejó de acariciarlo y después de aquello se quedó por un momento en silencio mirando a la nada - ¿Ya te has rendido? -

Allen, por su parte volvió su mirada al suelo ¿qué si ya se había rendido? ¿Dejaría de caminar? De nuevo sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas, ¿cuánto tiempo llevaba ya derramado las? Ya habían sido demasiadas y estas no paraban ¿no se secaría? Soltó un casi inaudible suspiro mientras sonreía de forma leve -No maestro... Es mi deber... Por todos-