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Caminar no es fácil,
Por más que sangro de los pies
No siento avances, 
Aún siguiendo el raíl
Te veo alejarte 

El viento silencioso que mecía su cabello de un lado a otro mientras golpeaba su rostro con la suave brisa fría, sólo hacían que su bochorno fuera mayor al que de por sí ya tenía. El sonrojo en sus mejillas que eran cubiertas por una parte de su brazo derecho era fuerte, los sollozos se le escapan sin querer, por más que trataba de aguantarse los y reprimirlos en su interior, no podía evitar que salieran.

Sus pisadas eran rápidas y fuertes, no sabía a dónde iba y no quería saberlo, lo único era que se encontraba escapando, pero no del azabache que hacía un momento lo había acorralado y tratado de besar.

No.

Escapaba de sus ganas de besarlo, de sentir suavemente como sus labios se unían y acoplaban a la perfección. De recordar nuevamente todo, de tener esa tonta sensación de recuperarlo cuando sabía que no era así, que en realidad nunca podría estar con él de nuevo.

-¿Por qué...? - Preguntó en un leve susurro mientras paraba, sus piernas ya no daban para más, estaban débiles al igual que todo su cuerpo... Que su débil corazón - ¿Por qué yo? -

Sus lágrimas caían por sus mejillas de manera silenciosa, siendo otra ocasión él se hubiera detenido a limpiarlas con sus dedos pulgares mientras le daba palabras de apoyo, cariño y esperanza, mirándose directamente a los ojos a la vez que, le daba un beso en la frente que le dejaba una sensación de estar protegido.

Cayó de nuevo, él no estaba para animarlo.

-¿Por qué yo no...?- Su cabeza dio una gran punzada de dolor, pero ¿qué era ese dolor comparado a su sentir en ese momento? Nada, su vista se torno borrosa pero eso no lo detuvo -¿Por qué yo no puedo olvidar?-

Las rodillas apenas lograron amortiguar su caída, pero no le dio importancia. El nudo que tenía en su garganta se deshizo y a cambio, un grito fuerte, desgarrador y lleno de opresión, salió de esta.

Ya estaba harto, ¿qué de malo tenía querer estar a su lado? ¿Qué de malo tenía querer ser normal por un maldito día? Él sólo quería salvar a su familia de es torbellino de oscuras emociones que los tenían aprisionados. Cortar las cadenas de sus pies para que pudieran volar hacia un cielo tan azul y resplandeciente.

No se imaginó que a cambio él sería quien ocuparía su lugar.

Pero ya había caído.

Y las alas le fueron cortadas.

De nuevo la imagen del azabache con su típica sonrisa sarcástica y orgullosas, llena de miles de palabras que se callaba llegó a su mente. Un nuevo nudo en la garganta lo invadió mientras sentía como la fuerza se le iba, termino dejando caer por completo su cuerpo, recostándose en el frío pasto en el que se encontraba.

Los sollozos trataba de cubrirlos con su mano, para evitar que escaparan de su boca, pero era inútil. El torbellino de emociones en su interior lo hacían sentir que dentro de él, de su alma, crecía un gran agujero, negro... Consumía todo lo que él deseaba proteger, incluyendo sus ganas de seguir caminando.

Quería detenerse de caminar

Los pies ya le sangraban

Las fuerzas se le habían acabado

No tenía ya nada a lo que aferrarse, ya no...

Cerró los ojos, consumido por la oscuridad que lo aclamaba lentamente, sentía como varias manos se ponían alrededor de su cuerpo, como poco a poco todo era vuelto en algo negro...

Ya no importaba que estuviera sangrando, ni que las manos le apretaban tanto al punto de romperle los huesos.

-Te dije que sería una tarea difícil... Pero como siempre andas de idiota.. ¿Ya te has rendido, estúpido aprendiz? 

El toque del olvido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora