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Todos se habían ido a dormir como siempre. Eran las doce y media de la noche. Y Sol rodeó los ojos cuando escuchó el toqueteo de la puerta de su habitación.

Mateo.

-¿Puedo dormir acá hoy?-preguntó.

Mateo detestaba tener que preguntarle a Sol todas las noches si podía dormir en su pieza. Pero debía hacerlo, prefería perder su dignidad a perder su inocencia con la voz de Nicole pidiendole más a Daniel. Diug.

-Esto ya lo hablamos. Ayer sería la última vez.-habló Sol- No quiero que se te haga costumbre.

-Mujer, esto es de vida o muerte. Si no me dejas dormir acá, despertaré con dolor de espalda y aparte, soñaré con la parejita de abajo.

-Me chupa un huevo, la verdad.

-Te pesará la conciencia.

-Podré vivir con eso.

Mateo suspiró.

-Dejame dormir acá, por favor.

Sol sonrió maliciosa. Que Mateo le esté rogando era satisfactorio. Su dignidad estaba tocando el piso y eso para Sol era divino.

-¿Quién iba a pensar que Mateo Palacio iba a pedirme educadamente algo?-preguntó y Mateo rodeó los ojos-. Está bien, pasá.

Mateo entró y de la cama de Sol, sacó de abajo un colchón. Prefería dormir así, mil veces. Tiró la almohada y estiró las frasadas que Sol le había dado.

-Cerrá la puerta con llave.-ordenó Sol antes de acostarse.

La miró mal. Ya estaba acostado, ¿Por qué debía cerrar él?

-¿Qué? ¿Por qué yo?

-Dijiste qué harías todo lo que yo te pidiera. Así que asegurá la puerta bien.

Mateo se levantó enojado por tener que hacer eso. Le tocaba un poco(mucho) los huevos que le dijeran que o no hacer y más si era la mismísima Sol. La piba lo podía manejar como quisiera.

-Todo por un puto colchón decente-se quejó Mateo entre dientes. Movió la llave, trabando la puerta y luego, volvió a su sitio.

-Hasta mañana, inepto-saludo ella.

-Hasta mañana, sorete-contestó él.

***

-Mañana caen Mauro, Damián y Matías-habló Daniel mientras leía los mensajes del grupo-. Manuel no vendrá porque tiene que interpretar una actuación pete.

Mateo tomó de su café.

-Los otros no saben si llegan pasado o directamente el sábado.

Daniel miró a Mateo y una sonrisa se le formó en su rostro.

-¿Qué?-preguntó Mateo y Dani solo negó la cabeza, volviendo su vista en el celular.

Ya era la cuarta vez que Daniel lo miraba y se tentaba solo. Y Mateo no entendía el por qué. ¿Acaso le colgaba un moco? Se tocó la nariz ante el pensamiento.

-Buenos dí...-Nicole se cubrió la boca cuando vió a Mateo. Luego, soltó una carcajada y Daniel negó la cabeza mientras sonreía-. Perdón, buenos días.

Mateo frunció el ceño sin entender nada.

-Buenaaaaaas-Sol entró también. Su vista se posó al rostro de Mateo y sonrió-Estas de la verga.

Los tres empezaron a reír tras el doble sentido del chiste. Y Mateo los miró expectante.

—¿Qué les pasa?

Los tres lo ignoraron y este, levantó su celular apagado para verse en él.

—Ah, no, yo te mato.–se tocó el rostro.

Mateo se levantó de la silla y corrió al baño.

-¿Mis viejos?-preguntó Sol luego de calmarse.

-Se fueron todos a la playa.

-Loco, ¿No van a invitar?-se quejó Sol- es la segunda vez que hacen esto. Se van y nos dejan solos.

-Estas hablando con un adulto, no están solos-comentó Daniel mientras hacia un gesto de engreído.

-Repito, estamos solos-Sol provocó que Daniel le tirara un repasador que posaba en la mesa.

-¡Sol y la puta que te parió!-El grito de Mateo se escuchó desde arriba.

Sol río y sacó el vaso de yogurt de la heladera que preparó en la noche antes de ir a dormir.

Mateo entró caliente a la cocina y empujó a Sol y está hizo lo mismo, empezando una pelea como siempre.

Mateo estaba enojadisimo. Apenas se vio en el espejo, notó que tenia dibujos de pequeños penes que abarcaban toda su cara. Sol, se había encargado de hacerlos esa misma mañana mientras él dormía. Y encima, con un fibrón indeleble.

-¡Me las vas a pagar, negra de mierda!

-Soltame, infeliz-Sol golpeó el ojo de Mateo, haciendo que este se alejara al instante.–Uh.

Ella soltó un quejido, mientras se arrepentía internamente. Miró su puño, donde este tenía un color casi rojo y luego miró a Mateo, quién se cubría el ojo.

—Perdoná.

Era la primera vez que le pedía perdón a Mateo por algún golpe. Siempre se reía y hacia burla, sin embargo, reconocía que se le había pasado un poco la mano.

—¿Estás bien, Mateo?–preguntó Daniel y este negó. Tenía la cabeza agachada y no emitía ningún sonido.

Nicole se levantó de su silla y tomó el rostro de Mateo entre sus manos, analizando su ojo que se estaba tornando en un color morado oscuro.

—Se está hinchando–comentó y Sol se mordió el labio nerviosa.

Daniel, con Joaquín en sus brazos, se acercó a Sol para ver su mano.

—Los dos van a necesitar hielo.

Sol sintió la mirada de Mateo sobre ella. Estaba claro que este se las iba a cobrar y no sólo eso, podría acusarla de aquel pedo que se había mandado. Y algo le decía, que está vez, no podía justificar aquello a sus padres.

Se sentía fatal.

Te odio - Mateo Palacios/TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora