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Releer capitulo 23 para poder entender este. Bai

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Dos días quedaban para que ya por fin, todos volvieran a sus casas. Mateo sentía demasiada ansiedad. Mañana preparaban todo y a la noche, cada uno a volver a sus rutinas.

–Eu, lindo–llamó Sol levantando una mano en el aire, intentando llamar su atención–. ¿Estás?

Mateo sonrió y asintió.

–Sí, perdón. ¿Qué me decías?

Sol lo empujó molesta, y se acomodó en la cama.

Los dos, después de que todos se fueron a dormir, decidieron ver una peli en la notebook de Mateo.

–Que si querés que veamos una de acción o comedia. Opto por la de comedia –exclamó por lo bajo.

–Bueno, me parece bien.

Sol inclinó la cabeza hacia un costado al escuchar su respuesta tan básica. Normalmente Mateo te discutía todo.

–¿Te pasa algo?–preguntó ella, mientras dejaba la compu a un costado de la cama, para darle su mayor atención.

Mateo suspiró.

–Esto terminará en dos días, Sol. Me preocupa.

–Las vacaciones terminaran, lo nuestro seguirá igual.–sonrió Sol intentando calmarlo–Eu, ¿Acaso no querés que sea así?

–No, no, obviamente que quiero que sigamos. –corrigió Mateo–A lo que voy:la escuela, las batallas, nuestras familias ahí. No sé, estaremos menos tiempo juntos. Nos viviremos escondiendo.

Sol no había pensado en eso. Él tenía razón. Cuando todo esto terminara, realmente volverían a su vida normal. Lo que significaba tener a Mateo cerca pero no de la manera que ella quisiera.

–¿Qué propones?

Mateo la miró.

–¿Por qué no le decimos a los demás? Ya está. Digamos que estamos juntos y a la mierda. No nos tenemos que esconder de nadie.– Sol lo dudó un poco– ¿Por qué no querés decir que estás conmigo? ¿Qué te pasa, Sol?

Mateo no sabía cómo tomárselo. Por él, le diría hasta al panadero de la esquina que estaba con Sol. Porque la quería una banda y eso era innegable, ¿Pero de que te sirve ir por lo seguro, cuando estás remando totalmente solo?

–No me pasa nada, Mateo. Hagámoslo.

Mateo le acarició el pelo.

–Te prometo que las cosas serán mejores.

Sol sonrió.

–Con vos siempre lo son.

Mateo se mordió el labio. Como la podía tanto esta mina.

–Vení, estúpida, dejame que te coma la boca.

Sol volvió a sonreír y lo tomó del cuello. Mateo, con una facilidad, agarró la cintura de Sol para traerla más a él y los dos empezaron a besarse. Primero lento, con risas de por medio.
Cayeron a la cama, Sol se encontraba debajo de él, abrazando su cuello mientras mateo empezó a levantar su remera lentamente para deslizar su mano dentro de ella.

–¿Qué mierda está pasando acá?

Una voz gruesa y rasposa hizo que los dos abrieran los ojos rápidamente. Se levantaron al toque para ver quién se asomaba en la puerta.

Mierda. El padre de Sol.

Se encontraba totalmente sorprendido. Su boca estaba abierto y su cara se tornaba color rojo. Estaba enojado.

–Papá...–Sol quiso hablar.

–¿Qué mierda hacen ustedes acá?–gritó, desesperado, sin entender nada– ¡HIJO DE PUTA, TE APROVECHABAS DE MI HIJA!

El padre de Sol caminó directo a ellos, con la vena marcandole en la frente. Tenía las manos en forma de puño y Mateo no le sorprendería si se la embocaba de una.

–No, espere, dejeme que le explique...

–Explicarme las pelotas. Quién te crees que sos.

–Papá, no estábamos haciendo nada malo-dijo Sol, con la voz temblorosa.

–¡Vos cállate! Sabes el esfuerzo que hacemos tu vieja y yo para que puedas disfrutar todo lo que tenés–Mateo quedó anonadado, no era para tanto esto.

Mateo se puso en frente de Sol cuando el padre intentó tomarle del brazo.

–Mateo, correte o yo mismo te estampo contra la pared de una sola piña. Rajá de acá. Sol–llamó.

–Papá, no estábamos haciendo nada malo–repitió Sol, llorando–por favor, ya está.

–¿Qué pasa acá?–la voz del padre de trueno se hizo presente. Apareció por la puerta y quedó estático al ver a su hijo entre medio de Sol y el mayor.–¿Qué pasa Daniel?

–¿Qué pasa? ¿Sabes qué pasa?– Daniel se dió la vuelta–el sin vergüenza de tu hijo, estaba encima de Sol. Eso pasa.–El padre de Mateo estaba confundido– ¡Lo vi todo, loco, todo!

–Mateo, ¿Es cierto?–preguntó, totalmente serio.

–Si, lo es. Pero pará, papá–Mateo intentó explicar.

–¿Vos sos boludo? ¿Yo no te enseñé que respetaras a las mujeres? ¡Cómo le vas hacer eso a Sol!–el padre tenía una mezcla de ira y decepción en su cara.

–No, pá, estamos saliendo. Por qué pensas que haría algo así...

El padre de Sol empujó a Mateo, tirándolo al piso.

Sol pegó un grito.

–¡Cómo te vas a aprovechar de mi hija!

Mateo intentó suspirar, debía relajarse, todo se estaba yendo a la mierda.

Sol empujó a su papá, enojada.

–¡Papá, basta, Mateo es mi novio!–gritó– no se aprovechó de mí.

–¿Novios?–El padre de Mateo seguía en su lugar, sin hacer nada.

Mateo lo miró desde el piso, lo habían empujado y su papá no actuó. Sentía una decepción increíble.

–Sí, estamos saliendo hace como un mes.–respondió Sol.

Los gritos despertaron a todos los demás, quienes fueron a chusmear que pasaba.

–¿Qué te pasó, Mateo? ¿Por qué estás en el piso?–preguntó la mamá de él, sin entender nada. Luego vió a Sol llorando, y al final, a Daniel con la cara roja a más no poder– ¿Qué está pasando?

–Preparen las cosas. Nos vamos hoy mismo de acá.–dijo el padre de Sol.

–No, papá, no es necesario.

–Cortala, Sol, prepará tus cosas, dale–apuró sin paciencia. Luego miró con desprecio a Mateo, quién seguía en el suelo.–Y vos, hoy te salvaste, pero no le vas a tocar un pelo más a mí hija, ¿Me escuchaste?–levantó el dedo advirtiéndole.–Te quiero lejos de ella.

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Te odio - Mateo Palacios/TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora