En el transcurso del viaje de vuelta, ninguno dijo nada. Los tres estaban en silencio. Sol seguía mal por el celular y Mateo seguía sintiendo los labios de Sol fresco en su memoria.
—Lo que puede hacer un beso–comentó Daniel con risa, sorprendido por como los muchachos seguían en silencio, sin siquiera pelear un poco.
Al llegar, Sol subió a su pieza y se encerró. Ya eran las seis y media de la mañana y los adultos no tardarían en levantarse. Mateo agarró el primer almohadón que vió y lo tiró al respaldar del sillón, para acostarse. No le daba la cara para dormir en la pieza de Sol. A parte, la otra lo sacaría cagando.
—Primero date una ducha helada– dijo Daniel burlezco.
Mateo le sacó el dedo del medio.
—Morite, pelotudo.
Los dos estuvieron toda la semana así. Sin verse, sin pelear y por lo tanto, evitandose a toda costa.
Sol mintió sobre su celular. Había dicho que quería sacarse una selfie con la ventanilla abierta y que sin querer se había resbalado de su mano. Sus padres le dijeron que era muy pelotuda.
Cuando Mateo y ella se encontraron en el pasillo, Sol le dijo:
—Estamos a mano.
En la noche, Mateo se acomodó en el sillón. Todos dormían y él no paraba de dar vueltas. Se sentía estúpido y no podía dejar de pensar en aquel beso y en lo pelotudo que lo había puesto.
Ruidos en la pieza siguiente hizo que se levantara y subiera al segundo piso. Escuchar a Daniel con su mujer era incómodo.
Tocó la puerta de su enemiga, y una Sol bastante confundida y despeinada abría del otro lado.
—¿Qué?–se escuchaba furiosa por ser despertada a las tres de la mañana. Mateo miró sus labios y luego sus ojos.
—¿Puedo dormir acá?
—No.
—¿Por qué? Dale, boluda, no me banco escuchar a Daniel y Nicole haciendo...ya sabes.
—Me chupa un huevo–Sol intentó cerrar la puerta y Mateo lo evitó.–Mateo, no me jodas.
—Sol, ¿Por qué has estado evitando esta semana? ¿Te enoja lo del celular o lo del beso?
Sol quedó pasmada.
—El beso no fue nada.
—Entonces el celular.–afirmó Mateo.
—Y, mirá, una semana me estuve bancando sin estar con internet. Tu presencia me molesta y me la venía fumando gracias a mi entretenimiento con el celular. Ahora no puedo, porque vos me lo tiraste en medio de la ruta.
—Si no te hubieses tirado arriba mío, vite'.
—Si no me hubieras sacado el celular...–contratacó Sol, con la mano en su cintura. Se estaba preparando para una discusión.
—Vos sos la que empezaste. Me robaste el teléfono.
—Te pedí internet.
—No es mi culpa que no te den los datos.
—No es mi culpa que no tengas una cama decente, ¿Y?–dijo Sol caliente.
Mateo rodeó los ojos.
—Anda a cagar, no necesito la cama.
—Bien.
—Bien.
Sol le cerró la puerta en sus narices y Mateo se mordió el puño para no putiarla.
Al otro día, Mateo se levantó para ir al centro. Al llegar de nuevo a la cabaña, entró sin aviso a la pieza de Sol y le tiró una caja cerrada con papel de regalo.
—¿Y esto?–preguntó ella, enojada por la visita de Mateo. Odiaba que entrara sin avisar.
—Abrí.
Solo rodeó los ojos y rompió el papel de regalo. En él, se encontraba la caja de un celular, específicamente un Samsung J7, el mismo que ella tenía antes de que cayera del auto.
—No tendrá una rata muerta adentro, ¿no?–entrecerró los ojos, sin confiar en Mateo.
Él frunció el ceño y negó la cabeza. Claro que no. No era mala idea, pudo haberlo hecho, pero con lo loca que era la otra, podía vengarse peor, tipo capaz que la mina pique al roedor en pequeños trozos y lo mezcle con la carne de su comida. No, no se podía arriesgar.
—No, mujer, lo que menos quiero es cagarla más.
—¿Por qué entonces?
Mateo levantó los hombros. No sabía. ¿Por qué le compró un celular? ¿Por qué gastó sus ahorros en algo que era para Sol? La odia, demasiado. Pero algo lo inquietaba. Prefería que ella lo cagara a piña, que lo sacara de sus casillas, que hiciera algo. Se sentía ignorado y aburrido desde que pasó lo del beso. Sol ni lo miraba y odiaba eso. ¿Tanto le afectó el chape? Que exagerada.
A vos también te afectó–dijo su subconsciente, pero decidió ignorarlo.
—Porque me las mandé y no soy como vos, yo arreglo mis cagadas.
Sol abrió la caja dudosa, y al final de todos, encontró un celular nuevo en aquella caja. Luego, miró a Mateo y asintió, intentando dejar su orgullo de lado.
—Gracias.
—Ahora sí estamos a mano.–dijo él, alejándose de la habitación de ella y yendose al comedor.
(***)
Mateo tocó la puerta de Sol a las tres de la mañana de ese día. Todos dormían, en cambio ella, no se había puesto ni el pijama.
—¿Puedo dormir acá?
Sol asintió y se hizo a un costado de la puerta.
—Mas te vale que no te pedorries hoy, no quiero morir asfixiada–dijo seria, tirandose a su cama con el celular en la mano.
Mateo rodeó los ojos. Otra vez la Sol fastidiosa. No sabía por qué se sentía tan aliviado.
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Te odio - Mateo Palacios/Trueno
Fanfiction-¿Que Mateo y yo hacemos linda pareja?-Volvió a reír mientras negaba la cabeza-. ¿Qué te fumaste chabón?