—¿Podrías quedarte conmigo hoy?
La mente de Mateo quedó en blanco y su corazón, por una extraña razón, empezó a latir a mil por segundo. ¿A qué se refería con quedarse? ¿Dormir a su lado?
—¿Qué?–preguntó Mateo.
Es que su cerebro no reaccionaba. Había quedado sorprendido por la pregunta que le hizo. Aparte, sus ojos fueron a aquel pijama apretado de unicornios. Llegó un momento donde su mirada quedó clavado en los pechos de Sol.
¡¿Qué mierda me pasa?!–pensó aterrorizado
— Es hasta que me vuelva a dormir.–Justificó Sol.
Mateo la miró un poco asustada. Quedarse es lo que menos tenía que hacer. Por dios, ¡Era Sol! La piba que le jodió toda su puta infancia. Su presencia siempre demostró alerta, peligro. Le quitó amigos, familia, su gusto hacia el rap, ¿Y ahora por qué siente que también le quiere robar el corazón?
Mateo se sentía atraído por Sol. Y se sentía tan enojado y decepcionado con él mismo.
Pudo haberle dicho que no. Porque ella lo estaba destrozando por dentro desde que llegó a esta cabaña. Y es más, desde que sus padres trajeron a esa criatura al mundo, la vida de Mateo fue un infierno. Sin embargo, y sin excusa aparente, soltó de su boca un tembloroso:
—Si.
Aceptó que se quedaba con ella y se estaba arrepintiendo a su vez.
Sol sonrió apenada y hizo un espacio en su cama. Abrió más la sábana rosa. Mateo entendió la indirecta.
Se acercó un poco avergonzado y se acostó a su lado.
¿Qué debo hacer? ¿Abrazarla?
Ella se acostó y miró a Mateo. Este hizo lo mismo. Le temblaba las manos. Sol se abrazó a sí misma.
—Últimamente me siento muy rara–compartió Sol, mirándolo a los ojos.
—¿Rara?–preguntó curioso. Al parecer, no era el único con el mismo sentimiento.
—Si.–asintió ella– Tengo ciertas dudas, preguntas en mi cabeza que no me logro contestar, Mateo.
Mateo se quería tomar el palo. Aquello no era bueno.
—¿Con qué?
—¿Qué hice para que te alejaras de mí?–preguntó, llegó un momento que sus ojos se llenaron de lágrimas, pero se las tragó muy rápido. Mateo miró para otro lado–. Sé que nunca fuimos amigos ni nos caíamos muy bien. Pero últimamente nos hemos entendido y es raro que ahora solo me ignores.
Mateo frunció el ceño.
—¿Es joda? Sol, vos querías esto.
—No des por sentado lo que yo quiero–se ofendió.
—Lo único que has hecho es jugar conmigo, Sol. Me vivis tomando el pelo. Siempre fuiste así. Usas las personas para tu propio beneficio. ¿Y ahora te indignas porque no te doy bola?
Mateo se levantó de la cama, caliente. Claro, se burló de él en bosque, y ahora se quiere hacer la víctima como siempre. Una tomada de pelo impresionante.
Sol también se levantó.
—¡Bueno, lamento calentarme por tus celos boludos!–exclamó ella-. Jamás te tomé el pelo, se nota que no me conoces nada.
—¡Te conozco lo suficiente para saber que estar con vos es lo más tóxico que hay en el mundo!
—¿Tóxico?–lo miró incrédula–. Que con vos sea una mierda porque te lo mereces, no significa que con los demás lo sea.
—Si tan mierda soy, ¿Se puede saber por qué pediste que me quede ahora?– preguntó Mateo ya sacado de sí– ¡Admití que me necesitas! Sin mí no sos nada.
—Ah, bue, don engreído se cree la gran cosa.
—Andate a la mierda, Sol.
—Ya estoy en la mierda, ¿No ves que me encuentro a tu lado?
Mateo blanqueó los ojos. Y caminó hasta la puerta.
—¿Por qué aceptaste quedarte, desde un primer momento? ¿Eh?
—Porque te tengo pena, Sol.
Mentira. Se quedó porque quería cuidarla.
—Vos me necesitas, Mateo. Morís por besarme de nuevo.
—Nada que ver. Primero muerto que volver a tocarte.
Sol se cruzó de brazos.
—Te odio.
—Chocolate por la noticia–ironizó Mateo, y salió de la habitación.
Bajó de las escaleras y se acostó en el incómodo sillón.
Estaba frustrado, porque él no podía odiarla como ella. Y eso era una mala noticia, muy mala.
(**)
—Pasame las papas, Mateo.– pidió el padre desde la punta de la mesa.– Eu, ¡Mateo!
Mateo reaccionó y levantó la mirada. Todos estaban mirándolo.
—Hijo, ¿Te pasa algo?–preguntó su mamá.
Mateo sonrió.
—Estoy medio dormido. Perdón.–le pasó el bol de papas fritas a su papá y este lo miró con cierta curiosidad. Sin embargo, no preguntó nada, siguió comiendo.
Sol estaba comiendo muy tranquila de su carne asada, absorta de la llamada de atención que había tenido Mateo hace unos segundos.
La puerta sonó del otro lado de la sala y Daniel se levantó de la silla para ir abrir.
—Yo voooooy.
Mateo tomó su tenedor y comió un pedazo de su carne. Debía fingir que todo en él estaba bien.
—¡Pero miren quién llegó!–exclamó Daniel.
Sol se levantó y miró hacia la puerta. Mateo también se fijó.
Era Mauro. El hincha pelota de Mauro.
¿Qué hacía acá?
—Me voy, mamá– Sol tocó el hombro de su madre y ella asintió. Luego, fue hacia el sillón a buscar su bolso y saludó a los demás con un:–chau.
Mateo no había notado que Sol iba bien arreglada hasta ese momento. Hasta Mauro estaba vestido con camisa y jeans. Hasta se había peinado.
Ellos dos tenían una cita.
—¡Suerte, Sol!–exclamó la madre de él.
Cuando Sol desapareció de la casa con Mauro a su lado, su mamá sonrió estúpidamente–. Quién lo diría, Mauro y Sol.
—Hacen linda pareja.–dijo la novia de Daniel,
—Olvidate–comentó la tercera mujer de la mesa. Las tres rieron como si estuvieran fangirleando.
Mateo soltó un soplo indignado.
Si, reeeee linda pareja.– se burló mentalmente y miró a todos por si habían notado su cara. Nadie lo hizo, todos estaban entretenidos en hablar de los tortolitos.
Mateo sintió una presión en su pecho. ¿En serio iba a salir con ese boludo? Bueno, que importaba, los dos son tan estúpidos que se entienden perfectamente. Mateo apretó el mango del tenedor.
—Provecho.
Empujó la silla para atrás, y se levantó, dirigiéndose al segundo piso, sin importarle el llamado de su padre. Estaba de la puta vena, apenas podía pensar.
¿Por qué carajo sentía tantos celos?
ESTÁS LEYENDO
Te odio - Mateo Palacios/Trueno
Fanfic-¿Que Mateo y yo hacemos linda pareja?-Volvió a reír mientras negaba la cabeza-. ¿Qué te fumaste chabón?