/14/

6.2K 441 60
                                    

Mateo se despertó a eso de las dos de la tarde. Apenas notó la hora, se cagó hasta las patas. Él solía levantarse una hora antes que todos, para volver al sillón y no levantar sospechas. Le sorprendía que Sol no lo hubiera llamado tampoco.

Sol entró a la su pieza y lo vió con la ceja levantada. Este, notó algo diferente en ella.

—¿Te cortaste el pelo?

Sol se encogió de hombros. Su cabello largo y rosa, habían desaparecido, y en cambio, se lo cortó hasta los hombros y se tiñó de negro. Ahora era morena.

—¿Te importa?–preguntó ella. Estaba idiota.

—Si, te queda espantoso.

Claro que no, se veía muy hermosa, pero Mateo no lo quería admitir. Aparte, debía nivelar el odio que se tenían. Desde que pasó lo del beso, el infeliz no podía dejar de pensar en ello. Hasta lo soñó una vez donde se recreaba la escena y al despertar se sintió un pelotudo por haber intentado volverse a dormir para que aquel sueño siguiera.

—No estoy de humor. No te conviene meterte conmigo–habló Sol acomodando su cama. La ordenó con paciencia pero en sus ojos se notaba estar frustrada.

—¿Qué te pasa?

—¿Te importa?–dijo atacante. Mateo alzó una ceja.

¿Le importaba? Pf, por supuesto que no. Le valía mierda por lo que ella pasaba. Le valía mierda que ella actuara normal por lo del beso. Le valía mierda que a ella le valiera mierda.

—La verdad, no.

Sol suspiró y se tiró a la cama. Luego lo miró desde allí.

—Mis viejos quieren que nos vayamos a acampar.

—Ay, no–se llevó la mano a la frente. Eso no era bueno–. ¿Todos?

—No y eso es lo peor. "Solo los jóvenes"–intentó imitar la voz de su madre.

Mateo frunció el ceño.

—¿A qué se refiere con solo los jóvenes?

—Daniel, Nicole, Matías, la novia de Matías, va a ir Mauro y una amiga de ella, y nosotros dos.

—¿Lo planearon los grandes?

—No, el pelotudo de Mauro le pintó la naturaleza–comentó y se cubrió los ojos–. Tus viejos escucharon la propuesta y pidieron que nos invitaran. Cómo será que no nos quieren acá.–ironizó.

—No pienso ir–dije y me levanté de la cama. Ella río.

—Dije lo mismo y me dijeron que no me estaban preguntando. O sea, nos van a obligar.

Mateo negó la cabeza. Sus padres no le daban la libertad siquiera de negarse. Si o si tenían que ir a todos lados. Y eso a Mateo no le pintó nunca. Desde niños los obligaban a pasar tiempo juntos. Nunca pudieron decidir sobre ello.

—Te propongo un trato–Habló Sol luego de un tiempo. Se sentó en su cama y lo miró–. Debemos unirnos contra ellos.

—¿Qué?

Mateo no entendía.

—Unirnos, volvernos equipo, Mateo–dijo Sol como si fuera obvio.

—¿Nosotros? ¿Un equipo?–no podía evitar soltar la ironía.

—A ver, los grandes viven obligandonos a pasar todo el día juntos. Vos vas a la esquina, y yo tengo que ir. ¿Por qué? Tenemos quince años.

Mateo asintió. Era cierto. ¿Por qué tenían que seguirse uno con el otro? Querían estar solos, con sus propios amigos. Mateo siempre tuvo que meter a Sol en su círculo de amistad porque sus padres lo obligaban. Odiaba eso.

—Mi idea es que nos unamos. No estoy diciendo que seamos mejores amigos, eso jamás va a pasar.–aclaró– pero podríamos ayudarnos mutuamente.

—¿Y como haríamos eso?

—Facil, cuando joden a uno, el otro tendrá que ayudar.–Mateo la miró sin entender. Sol rodeó los ojos–Dios, nene, ¿tengo que explicarte con manzanitas?

—Te explicas para el orto, Sol, no es mi culpa.

—A ver, boludo, si uno de los mayores empiezan a atacarnos, saltamos en defensa del otro. –dijo– Si separados somos insoportables, ¿Imagínate juntos? Van a cansarse el doble y nos van a dejar de joder.

Al terminar su conclusión, Sol sonrió orgullosa. Se sentía una genia por sus palabras con sentido.

—Está bien, tendrás mi apoyo siempre y cuando tenga yo el tuyo.

—Eh, ¿Qué estoy diciendo?

Mateo frunció el ceño. Estaba demasiado odiosa, ¿Qué le picó?

—Así me da menos ganas de defenderte.–admitió Mateo.

Sol suspiró y se levantó la cama. Caminó a él y se agachó para estar a a su altura.

—Si vamos a fingir ser amigos, debemos intentar ser agradables–habló y escupió su mano para luego cerrar trato con Mateo. Este lo miró asqueado–Dale, boludo, hacé lo mismo.

—No voy a escupirme la mano.

—Bue, qué te haces el delicado.

—Boluda, tenés tu saliva en tu mano–señaló Mateo con una mueca de poco agrado.

Sol río.

—Mi saliva estuvo en tu boca y no te quejaste.–comentó la muchacha.

Tenía razón.

Mateo se escupió la mano y juntó la mano de Sol, cerrando aquella propuesta. Al separarse, cada uno se limpió en su pantalón.

—Que asco.

***

En la hora de la cena, las dos familias aplaudieron al asador. Se encontraban sentados y se pasaban la bandeja de carnes mientras reían o debatian de cualquier cosa que se hablara.

—¿Y? ¿Ya están preparados para ir al bosque y acampar?–la mamá de Sol preguntó animada. Sol río.

—¿Hay bosques en Mar del Plata?

Mateo sonrió ante la pregunta irónica y levantó la mano para chocar los cincos con Sol. La mamá de Sol quedó perpleja ante eso.

—¿Soy yo o acaban de chocar las manos?–la madre no lo podía creer. Sol la miró como si estuviera exagerando.

—Sos vos.–contestó Sol llevándose un pedazo de asado a la boca.

****
Holaaa!
Ojalá les vaya gustando.

No se olviden de votar porque eso me inspira a seguir escribiendo.

Subi una historia de Ecko por si quieren pasarse y leer❤

Lxs quiero❤❤

Te odio - Mateo Palacios/TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora