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—¡Hija de tu...!

Mateo se mordió el labio y abrió los ojos. Algo había golpeado su estómago y le estaba doliendo.

Miró hacia un costado, viendo a Sol asomada en la puerta, quien apuntaba con una pistola de balines y que seguro se lo robó a su hermanito. Sol presionó de nuevo y le disparó una de esas pelotitas plasticas en la mejilla.

—¡Yo te mato!

Mateo se levantó de un salto y Sol volvió a disparar, errando por primera vez. Corrió a la primera planta y Mateo la siguió por detrás. Estaba sumamente enojado, porque no era la primera vez que ella lo despertaba de esa forma y eso le daba por el centro de las pelotas.

La primera vez, Mateo despertó con una fuente de agua que ella misma le tiró, empapandolo por completo a él y a la cama. Y la segunda vez, hizo la broma de la espuma en la mano. Sol llevaba consigo una pluma y lo puso delante de la nariz de Mateo, para que este intentase rascarse con la mano que contenía aquella crema blanca.

Sol siguió corriendo y entró a la cocina, sentándose en el desayunador. Luego dijo:

—Listo, ya se levantó.

Mateo rodeó los ojos, intentando no gritarle. Seguro su padre la mandó a que lo despertara como siempre hacía. Él le daba la libertad para que Sol se aprovechara de la situación.

Levantó un poco su remera hasta la parte afectada, donde había una marca en forma de círculo rojo, donde le disparó. Intentó esconder la mueca de dolor y finalmente​, accedió a la cocina.

Su padre le sonrió.

—Buenos días.

—Buenos días para vos, quisiste decir–contestó Mateo y cerró los ojos, cansadísimo.

Quedarse hasta altas hora de la noche con el celular no era lo adecuado, y todavía no le quedaba del todo claro, ya que siempre navega por internet y se dormía bien tarde olvidando que luego se quejaría por eso.

—Mateo, cambia esa cara, estamos de vacaciones.

Mateo lo miro.

—¿En serio? Recién me di cuenta.–ironizó y recibió la taza que su mamá le tendía. Sol tomaba de su café tranquilamente mientras tarareaba una canción.

—Vamos a ir a la playa, así que anda a cambiarte–habló su madre, mientras ponía agua a calentar– y sin quejas, por favor.

***

—¡Mateo, abrí la puerta!–exclamó Sol y volvió a golpear la madera con la palma de la mano– ¡Mateo!

Mateo se rascó la frente, pensando en las mil y una posibilidad de pedir auxilio si Sol se descontrolaba y lo golpeaba. Ella siguió insistiendo, gritando su nombre y insultándolo a la vez.

Al final, optó por atenderla. Sabia que si dejaba que ella siguiera de escandalosa, llamaría la atención de los mayores y le traería grandes problemas.

—¿Por qué gritas, loca?

Sol apretó los puños y lo miró como si quisiera cometer un asesinato.

—¡Te re fuiste al carajo!–contestó y Mateo alzó una ceja, fingiendo no entender nada – No te hagas el boludo, escuchaste, ¡Vos me hiciste eso!

Se sacó la gorra de su cabeza, haciendo que su cabello cayera en cascadas. El castaño ya no se le notaba tanto, si no un rosa chicle fuerte.

Mateo miró con ojo critico, fingiendo estar sorprendido por el color nuevo que poseía el pelo de la ex castaña. De hecho, él había causado aquella bromita mientras Sol dormía. Increíblemente, la muchacha tenía un sueño bastante profundo y aquello lo benefició a la hora de ponerse manos a la obra.

—¡Fuiste vos!

—¿Yo?–él se señaló inocentemente y luego negó la cabeza–no tenés prueba.

—¡Tenes los dedos rosados, Mateo!

Mateo escondió la mano atrás de su espalda al notar que ella lo había descubierto y intentó cerrar la puerta para esconderse bajo su cama, sin embargo, Sol no lo permitió y empujó el picaporte para que la puerta se abriera.

Se tiró arriba de Mateo y empezó a golpearlo.

—¡Me...las...vas...a pagar!–gritó enojadisima, mientras intentaba golpearlo lo más fuerte posible.

—¡Soltame, loca de mierda!

En la esquina de la habitación, Sol divisó el pequeño aerosol con el que Mateo pintó su cabello castaño claro.

Sol corrió hasta el pequeño spray y Mateo tomó su pierna para impedir que ella llegue a agarrarlo.

—Soltame, infeliz.

Sol intento librarse y, cuando este no la soltaba, decidió agarrarse de la pata de la cama para hacer fuerza. Mateo seguía agarrado de su pierna y se arrastraba por el piso.

—Sol estamos a mano.

—¡A manos las pelotas! Voy a matarte.

Sol cayó al piso con Mateo y los dos se levantaron rápidamente para llegar al frasquito de metal. Lo agarraron al mismo tiempo y Sol intentó tirar pintura a su cara, apretando el pulsador, sin embargo, los dos forzaban el aparato para quitárselos de la mano, manchandose el cabello, el rostro y parte del cuerpo.

—¿Qué pasa acá?

La mamá de Sol llamó la atención de los los dos y cada uno soltó el aerosol rápidamente, cayendo en seco.

—Fue él.

—Fue ella.

Dijeron al mismo tiempo y la cara de la señora Estrella no era del todo simpática. Es más, estaba sorprendida por el punto donde los jóvenes podían llegar.

—¿Esta todo bien?–La voz gruesa del padre de Mateo, hizo que este se estremeciera.

El hombre miró la escena y luego únicamente a su hijo.

—¿Qué hiciste Mateo?

Mateo lo miró enojado.

Qué raro que me nombren a mi solamente, cuando ella también fue participe– pensó.

—Los dos vengan, tendremos que hablar.

Sol lo miró con odio y Mateo hizo lo mismo. Si bien iban a ser castigados los dos, como era de esperarse, algo le decía que él sería el que más cagarían a pedo.

***
Vuelvo a pedir perdón por tardar tanto. Me está yendo muy mal en la escuela y eso me ha tenido un poco mal ahr

Ojalá les guste el cap

Te odio - Mateo Palacios/TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora