Darius, la mano de Noxus es un intrépido guerrero forjado en mil batallas. Un giro en la manera de liderar de Swain hace que las batallas cesen. Pero no es el retiro de este guerrero. Ahora Swain le requiere que sea diplomático. Un fastidioso cargo...
Notas: Siento la tardanza de este nuevo capítulo, mi curso recien comienza y ya ando de exámenes, lo que me hace escribir más lento.
Como siempre espero que la trama que se va desarrollando os guste, y también espero que tengáis un día fantástico. Muchas gracias a todos por leerme de nuevo.
He hecho un dibujo de Elián (aunque me gusta dibujar no soy una fenómena en ello), es un poco cómo yo me lo imagino, pero claro está, que las historias son para volar en la imaginación de cada uno.
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Os quiere mucho, vuestra Yhoshi <33
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La noche tapaba con su amplia capa la enorme ciudad dejando a su paso oscuridad y sombras. Únicamente había iluminación suficiente en aquellas zonas principales donde, a pesar de la hora, había movimiento del gentilicio. Pero a Talon no le interesaban esas zonas, atravesando de tejado en tejado, recorrió de manera presurosa toda la inmensa capital hasta llegar a donde él justamente quería. Saltó con facilidad la muralla que con recelo vigilaba el edificio del Alto Mando y de manera tan sigilosa que no llamó la atención de nadie en absoluto. Era un profesional y cada paso que daba lo tenía calculado y cada movimiento que hacía lo había pensado y cada situación que se desarrollaba ya la había imaginado. Estaba siendo muy fácil, hasta ahora, adentrarse en las periferias de tal edificio. Pero ahora debía centrarse en entrar en el despacho de Swain. Ya lo había hecho un vez y sabía de sobra donde se ubicaba esa sala, así que para no perder tiempo, escaló de manera fugaz por los salientes de roca que adornaban, y allí donde no había salientes usaba una especie de gancho que con sigilo acertaba al reborde más próximo y continuaba con su labor. Una vez estuvo cerca del ventanal del puesto de trabajo del General lo abrió con unas ganzúas sin tener que esforzarse mucho, pero antes de entrar esperó. Esperó porque se temía que algo pasaría, pero al ver que todo se colmaba de tranquilidad, sacó de su mochila una pequeña piedra redondeada y la hizo girar con suavidad por el suelo de la sala. Ninguna alarma había saltado, y esto se debía a que probablemente todas ellas debían de estar ligada a la puerta de entrada. El asesino sonrió triunfal mientras recorría aún sin entrar en el despacho, la sala con la mirada. El cuervo de Swain estaba dormido en su zona, con el pecho inflado y la cabeza metida entre sus plumas hacía pequeños ruiditos de respiración adormilada.
Dejó el ventanal abierto por aquellos percances que pudieran suceder, no se esperaba al cuervo allí y ahora más que nunca necesitaba ser extremadamente sigiloso. Con suavidad apoyó un pie en el suelo del despacho y esperó a cualquier mala reacción por parte de la situación. Pero nada. Bien. Estaba saliendo todo a pedir de boca. Ahora sólo necesitaba encontrar los archivos de Luxanna. Buscó rápidamente por las estanterías de la sala una y otra vez, pero no encontraba nada. El General tenía todo ordenado con suma delicadeza alfabéticamente pero llegada a la letra "L", no encontró nada, probó también por la "C" y nada. Con resignación rodó los ojos y se mordió el labio inferior mientras pensaba rápidamente.